Luces, cámara, ¡a pujar! Entrevistamos a una fotógrafa especializada en partos

fotógrafa de partos
A diferencia de muchos fotógrafos que pueden planear sus sesiones de fotos, organizar con tiempo el set y asegurarse de que las luces estén en su lugar, cuando Albany Álvarez se coloca tras la lente no sabe con certeza qué es lo que va a suceder. Ella es especialista en fotografía de partos y desde hace cuatro años se dedica a retratar uno de los momentos más importantes y fundamentales de todo ser humano: nacer.

Platicamos con esta originaria de Mérida, Yucatán, sobre su peculiar labor fotográfica y todo lo que representa para ella.

¿Cómo fue que te iniciaste en la fotografía?

Pues creo que, como la mayoría, empecé haciendo de todo. Estudié fotografía en California por tres años y cuando por fin me gradué fue como «¿Y AHORA QUÉ HAGO?». Y aunque me topé con gente que me motivó a hacer cosas diferentes y ver la fotografía desde distintos puntos de vista, nunca pensé que fuera buena en algo específico ni sabía qué es lo que quería hacer con mi vida y la fotografía.

Empecé con trabajos súper random, como fotografiando arquitectura, fiestas de despedida de soltera o haciendo proyectos de “arte” (que realmente eran pura basura). También estuve trabajando en la Riviera fotografiando a turistas con guacamayas y con iguanas (sí, de esos que odias cuando vas a Playa del Carmen) y fui fotógrafa en un crucero.

¿En qué momento decidiste especializarte en fotografía de parto?

Public Kiss existe hace un poco más de 4 años por una coincidencia de la vida y una gran necesidad de ayudar. Tuve un aborto hace aproximadamente cinco años y la fotografía de parto llegó en el momento preciso.

Cuando este proyecto comenzó a arrancar, mi trabajo se volvió (y sigue siendo en la actualidad) una terapia que me ha ayudado a sanar y perdonar; no solo a mí, sino igual para ayudar a estas familias a inmortalizar un momento único.

Cuéntanos sobre tu primera experiencia fotografiando un parto.

El primer parto que fotografié fue el de una chica que me contrató. Fue bastante largo, de casi 14 horas. En su mayoría fue una larga espera en la que no sabía muy bien qué hacer o que proseguía.

Ella estaba en la sala de labor y a mí no me dejaban entrar en esa área porque era muy pequeña. Decidí quedarme afuera con la gran posibilidad de que no me dejaran entrar (especialmente porque ya había pasado mucho tiempo y ya me había pasado antes), pero después de un par de horas salió el papá y me dijo “¡ven, entra!” y realmente lo que pensaba –entre mi adrenalina y mis temblorinas de nervios– era “¿Y si odio este trabajo? ¿Qué voy a hacer?”. Eso me ponía más nerviosa que el propio nacimiento.

Nació Nicolás después de 11 horas de labor en el hospital y salí como si me hubiera ganado un millón de dólares, fue como decir “Lo encontré, esto es lo mío” y fui a celebrar con sushi.

¿Qué equipo utilizas en tu trabajo?

Uso una cámara Nikon D800, un lente angular, baterías y memorias. A veces me llevo mi mochila con un flash también “por si acaso”, pero fuera de eso nada más. Entre menos cosas llevo me siento mejor.

¿Tienes que entrar a la sala con bata o algún requerimiento especial de los médicos?

En el hospital donde siempre trabajo tengo la libertad de usar mi propio uniforme. La razón fue porque antes me daban vestimenta médica, a las que yo les llamo “pijamitas”,  para entrar a quirófano, y como son desechables no me gustaba producir basura, entonces prefiero tener mi uniforme, lavarlo bien y volverlo a usar para el próximo parto.

¿Normalmente cómo se da la relación con tus clientes?

Normalmente el proceso es como el de un ginecólogo, la pareja me llama para avisarme que está empezando la labor de parto y lo que les dice el médico, si tienen que ir solo a consultar y regresan a casa o se quedan en el hospital. Me van avisando en cualquiera de los casos cómo van.

Mi trabajo consiste en contar la historia de mis clientes y cómo ellos están viviendo el nacimiento de su bebé. Entonces yo fotografío la labor de parto, el nacimiento y cuando la familia conoce por primera vez a bebé. Estoy ahí con ellos la mayoría del tiempo, no necesariamente fotografiando, pero sí platicando, apoyando o descansando afuera un rato.

Amo a mis clientes y siempre quiero lo mejor para ellos. Hago todo lo posible para consentirlos, no solo entregándoles un resultado bonito de mi trabajo, sino que ellos sepan que igual quiero ser parte de su experiencia y haré lo que sea para que ellos se sientan cómodos y contentos.

¿Qué se siente estar presente en ese momento tan íntimo para una pareja?

Agradecimiento. A ellos por haberme permitido estar ahí, a la vida, la muerte y al universo. Este trabajo me ha dado mucho y agradezco a todo lo que tuvo que suceder para  llevarme hasta aquí.

¿Qué momento es el que más te gusta capturar y por qué?

Mi fase favorita para fotografiar es la labor de parto, igual creo que es la parte más delicada, pero es la que me hace darme cuenta (y que los demás se den cuenta) de muchas cosas. Como por ejemplo, cómo el cuerpo de la mujer es increíble; de la determinación de una madre; del cariño y el apoyo constante de quien la acompaña y llegar a esa alegría incontrolable de “¡Lo hice, lo logré! ” y que todo ese dolor se desvanezca al ver la cara de su bebé.

¿Cuál ha sido la experiencia más fuerte que te ha tocado en tu labor fotográfica?

La muerte.

¿Qué crees que has aprendido a raíz de tu trabajo fotografiando partos?

He aprendido a asombrarme de nuevo, a emocionarme por cosas que la gente no entiende (cómo mi amor a las placentas o los cordones umbilicales). Aprendí a ver la vida como un ciclo, en el que estás en una situación en la que claramente es vida, pero igual es muy cercana a la muerte.

También he aprendido que existe mucha gente que conoce muy poco acerca del parto y de lo que sucede en él (incluyendo las mismas personas que han parido), y por eso hay tanto miedo.

Se me hace muy fuerte pensar que el nacimiento todavía es un tema tabú dentro de la sociedad, y mi objetivo de vida con mi trabajo es que la gente pueda verlo, le interese, investigue y diga: ¡que chingón es el parto!

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