Estás con el erotismo a tope sobre la cama, a punto de tener un encuentro con tu vibrador favorito, cuando de pronto… nada. El aparato no se mueve, no reacciona, ¡no funciona! Pocas cosas te rompen tanto el corazón, verdaderamente. Sobre todo porque las opciones para arreglar juguetes sexuales son, prácticamente, nulas.
Además, que se eche a perder tu vibrador no es solo un bajón de calentura, sino un problema para el medio ambiente.
¿A dónde va a parar toda esa silicona?
Cuando hace un par de años uno de mis juguetes favoritos dejó de funcionar escribí a la marca buscando opciones de reparación, pero su respuesta fue que la garantía ya no estaba vigente y no podían mandarme uno nuevo. Sin embargo, me ofrecían un descuento del 30% para comprar otro. En cualquiera de los dos casos, el problema realmente no se resolvía, solo se sustituía por otro producto.
Al buscar en Google las palabras «arreglar juguetes sexuales» las respuestas tampoco fueron alentadoras: una página con un enlace roto; un servicio anunciado en un olvidado foro de chat y hasta un video viral sobre cómo arreglar el golpe en un auto usando un juguete sexual. O sea: nada que pudiera ayudarme.
La creciente industria de los juguetes eróticos
En los últimos años, la industria de los juguetes para adultos ha experimentado un crecimiento significativo. Iraís Bermejo, fundadora del proyecto La Eroteca, explica que “la venta de juguetes sexuales aumentó 300% durante la pandemia”. Y de acuerdo con la página Statista, se espera que haya 118 millones de juguetes sexuales para 2025.
Basta con prestar atención a lo que ha sucedido en México, donde existe una oferta cada vez mayor de tiendas, tanto físicas como en línea, que ofrecen vibradores, succionadores de clítoris, plugs anales y hasta dildos con forma de tentáculos alienígenas.
Sin embargo, detrás de esta vibrante industria (jeje no pude evitarlo) se esconde un problema: ¿a dónde van a parar todos esos juguetes una vez que se echan a perder?
Surge la incertidumbre sobre cómo deshacernos de él de manera adecuada, pues muchos de estos juguetes son fabricados con materiales como acero inoxidable, pilas CR2032 y plásticos TPR, TPE o ABS.
A mayor placer, ¿mayor contaminación?
De acuerdo con el informe Global E-Waste Monitor 2020 de la ONU, que analiza los desechos electrónicos a nivel mundial, la cantidad de basura electrónica generada en 2019 alcanzó un récord de 53,6 millones de toneladas métricas. Esto representa un aumento del 21% en tan solo cinco años.
El informe también pronostica que para el año 2030, los desechos electrónicos a nivel global, es decir, los productos desechados que cuentan con una batería o enchufe, llegarán a las 74 millones de toneladas métricas, casi duplicando la cantidad de desechos electrónicos en tan solo 16 años. Y sí, ahí estaría incluido tu vibrador tipo conejito que pasó a mejor vida.
Esta tendencia convierte a los desechos electrónicos en los residuos domésticos de mayor crecimiento en todo el mundo. El aumento se debe principalmente a las tasas de consumo cada vez más altas de aparatos electrónicos, así como a los ciclos de vida cortos de dichos productos y la escasez de opciones de reparación.
Estos datos resaltan la necesidad de abordar de manera urgente el problema del aumento de los desechos electrónicos y promover prácticas más sostenibles en el uso, disposición y reciclaje de estos productos.
El tabú de arreglar juguetes sexuales
Una gran barrera para arreglar juguetes sexuales no es solo la tecnología que utilizan, sino el tabú alrededor de ellos.
A diferencia de otros productos de consumo, estos son explícitamente diseñados para estar en contacto con zonas y orificios íntimos de tu cuerpo, por lo que es posible que personas con los conocimientos para arreglarlos se nieguen a hacerlo, por considerarlo inapropiado o antihigiénico.
¿Te imaginas llegar con tu electricista de confianza y decirle “Buenas tardes, me arregla este tostador… y mi anaconda orgasmer pro con 7 velocidades, tres modos de vibración y textura hiperrealista”?
Ok, quizá no necesite tantos detalles. Pero aún así no podemos negar que todavía existe un estigma social relacionado a tener productos eróticos.
A muchas personas incluso les da vergüenza que otrxs sepan que tienen este tipo de juguetes, lo cual limita las opciones de reparación profesional, ya que muchas personas prefieren mantener su privacidad en lugar de buscar ayuda externa.
Entonces ¿qué hacer para arreglar juguetes sexuales?
A menos de que tengas intenciones de aventurarte con un curso de robótica básica, lamento informarte que probablemente no haya mucho que puedas hacer una vez que tu juguete se echó a perder, pero sí puedes comenzar por tener mayo consciencia al momento de comprarlo.
Iraís aconseja prestar atención a los materiales de los que está hecho el producto y su impacto en el medio ambiente. “En el caso de los vibradores o estimuladores con vibración siempre recomiendo buscar juguetes de silicón grado médico. Se nota mucho la diferencia cuando una marca invierte en la calidad del silicón y en su diseño, ya que además de ser seguros para el cuerpo, también son juguetes que pueden tener de 3 a 6 años de vida si se les dan buenos cuidados. Estos juguetes pueden ser una inversión y no estar al alcance de todos los bolsillos, pero a largo plazo valdrá la pena. Y también existen los dildos y estimuladores de piedras y cristales como los que están hechos de obsidiana que si los cuidas bien, te pueden durar toda la vida”.
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Algunos consejos importantes
Charlotte Brum, que mediante su proyecto No seas waste promueve un estilo de vida con menos desperdicios, menciona que las y los usuarios pueden “ejercer presión a la industria para que diseñen productos duraderos que no se descompongan tan fácilmente”, así como exigir opciones de reparación e instrucciones claras para desecharlos correctamente.
“Todo empieza desde el diseño”, explica Charlotte. “Crear productos que tengan poquitos materiales, porque el problema para que algo se recicle es que cada material debe reciclarse por separado: la silicona separada del acero; de los botones de plástico; de las pilas y así cada material”.
¿Y en caso de que no se puedan reciclar?
“Pensar en alternativas de ‘upcycling’ para darles una segunda vida. IDEA MILLONARIA, arte hecho de juguetes que ya no sirven”, menciona Charlotte.
Iniciativas conscientes
Para Iraís Bermejo es urgente que las grandes marcas y tiendas eróticas tomen cartas en el asunto. “Como una industria que promueve la salud sexual, el placer y la conexión erótica, es vital que comencemos a preocuparnos y responsabilizarnos por la sostenibilidad… Lo que promovemos en La Eroteca son marcas más conscientes como Love Not War, que tiene algunos juguetes hechos de aluminio reciclado o productos como el lubricante Überlube, libre de crueldad animal”.
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Otro ejemplo dentro de la industria es The Natural Love Company, que usa plástico recuperado del océano para confeccionar sus juguetes; asegurarse de compensar todas sus emisiones de carbono; plantar un árbol por cada juguete vendido y utilizar empaques libres de plástico de un solo uso.
Por último, algunos consejos que Iraís propone para un consumo y desecho más consciente de juguetes sexuales es:
- Infórmate sobre las marcas y sus posturas éticas.
- Procura invertir en juguetes que ofrezcan garantía, usen materiales seguros y duraderos.
- En el caso de los juguetes con baterías o cargadores, sigue el protocolo para los desechos electrónicos, como los celulares, y busca el depósito más cercano.
Personalmente, no pierdo la esperanza de que alguien cree un taller especializado en reparar juguetes sexuales.
Así que, hasta nuevo aviso, mi vibrador seguirá descansando inmóvil en un cajón esperando, algún día, tener una nueva oportunidad para brillar.