Por qué necesitamos la interseccionalidad para luchar contra el racismo

La interseccionalidad es una herramienta que nos ayuda a entender las distintas opresiones y cómo podemos luchar contra ellas.

A la vuelta de la esquina, la policía mata, abusa y viola.

Las muertes de personas negras y racializadas a manos de la policía son más comunes de lo que creemos. Estos hechos violentos también suceden en nuestros países, en nuestros barrios periféricos.

Para nadie es un secreto que las cárceles albergan, en su mayoría, a gente negra, gente prieta, gente indígena que no habla español. Gente que no puede acceder a una traducción o un peritaje antropológico.

Hombres y mujeres, niños, niñas y adolescentes migrantes, personas trans y no binarias son víctimas. ¿Por qué estos cuerpos son los perjudicados? ¿Cómo son leídos para luego ser eliminados?

La interseccionalidad es una herramienta para comprenderlo.

Interseccionalidad: raza y sexualidad

Al revisar la historia, vemos que este concepto surge de la urgencia por denunciar los casos de violencia policial hacia mujeres negras.

La abogada afroestadounidense Kimberlé Crenshaw acuñó por primera vez la palabra en 1989. Su objetivo era visibilizar las múltiples discriminaciones y desigualdades que enfrentan las mujeres negras estadounidenses.

Para explicar la interseccionalidad, Kimberlé usa como metáfora las avenidas de una gran ciudad para referirse a los sistemas de opresión.

Los puntos en los que el tráfico de las “avenidas” (o sea, los sistemas de opresión) convergen entre sí son las interseccionalidades que las corporalidades subalternas atraviesan.

Fallas teóricas en el feminismo y los movimientos identitarios

Si lo pensamos de esa forma, la interseccionalidad nos muestra que las violencias sistémicas son complejas y simultáneas. 

El perfecto ejemplo es la atención mediática que reciben los asesinatos de hombres negros frente a los de mujeres negras.

Por un lado, vemos que desde el feminismo no ha existido la preocupación teórica y/o política para comprender las violencias que padecen las mujeres negras y racializadas.

Por el otro, los movimientos identitarios (negros/indígenas) tampoco hablan de cómo es que el género se imbrica en la estructura del sistema racista.

Dentro del feminismo, poco se conoce de la violencia policial o militar hacia mujeres y niñas indígenas, hacia migrantes, hacia prisioneras.

Estas violencias no se consideran porque tienen que ver más con la cuestión del origen étnico racial que con el género o el sexo. Sin embargo, feministas negras como Angela Davis resaltan lo generalizado del castigo estatal.

Existen diferencias generalizadas en relación a las medidas punitivas que reciben las personas racializadas.

Aunque tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de perfilamiento racial, una vez enviadas a la cárcel, las mujeres son desnudadas, abusadas y violadas bajo protocolos institucionalizados de supuesta seguridad que violan los derechos humanos, como denuncia Davis en su libro ¿Son obsoletas las prisiones?

Todo se tiene que caer

La interseccionalidad sirve para analizar y teorizar sobre los entronques de los sistemas de opresión (clase, género, raza). Es un enfoque metodológico muy útil que nos recuerda que las violencias sistémicas no funcionan de manera separada y que los poderes colaboran entre sí, manteniendo un orden mundial que otorga privilegios a unos cuantos.

Y ya que la perspectiva feminista de la interseccionalidad nos deja ver cómo es que se entrecruzan las opresiones, es urgente que las luchas también se interseccionen entre sí.  Si “se va a caer” tendremos que tumbar todo: el patriarcado, el colonialismo, el capitalismo y el racismo.

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