Tenemos que hablar de las discapacidades invisibles

Nuestra columnista Ferny Ruiz nos cuenta qué es una discapacidad invisible y los retos para la inclusión de las personas que viven con una.

Por: Ferny Ruiz

Les voy a contar una lección que aprendí cuando estuve estudiando en la Universidad de Texas en El Paso. Esta escuela cuenta con el sueño de cualquier estudiante con discapacidad en México: un departamento especializado en brindarles apoyo.

Entonces, ahí tienen un día normal a “Student Ferny” en las oficinas que ofrecían este servicio, esperando a que llegara la persona que me iba a ayudar a escribir en un examen.

De repente, veo entrar caminando, con su patineta en mano, a un chico rubio, de 1.80 de estatura. Entró y pidió sin titubeos su apoyo para presentar su examen. Claro que mi primera reacción fue el pensar “¡¿Cómo se atreve este güey a utilizar servicios que evidentemente no necesita?!”

He de confesar que iba a armarla de pedo, pero antes de hacerlo un angelito adentro de mí me motivó a primero informarme. Disimuladamente, le pregunté a la secretaria “¿Y él por qué está aquí?”.

A lo que ella rápidamente y sin dudar respondió “Es que por ser albino, su vista está muy dañada. Debido a su discapacidad visual le tenemos que ampliar el tamaño de los exámenes para que alcance a ver las preguntas”.

Y así fue como un compañero afroamericano albino me calló el hocico. Me enseñó, a mis más de veinte años, a no juzgar a un libro por su portada.

No tenemos referencias

Lo que a mí me pasó no es nada raro. Es simplemente el resultado de crecer en un país que ha tenido pocos referentes que toquen el tema de discapacidad e inclusión.

La población en general está desinformada y eso ha creado un marco de referencia erróneo respecto a lo que significa en realidad vivir con una discapacidad en México.

Es por eso que se trata de manera preferencial a aquellas personas que viven con una discapacidad visualmente evidente o que encaja dentro del concepto de “discapacidad” que los medios han fomentado por décadas, dejando en desventaja aun mayor a las personas que viven con una discapacidad invisible.

¿Qué es una discapacidad invisible?

Ustedes dirán: “¿de qué discapacidades invisibles hablas, querida Ferny?” O quizá “¿por qué dices que están en desventaja en comparación con las personas con discapacidades visibles?”

Para comenzar, podríamos catalogar como “discapacidades invisibles” a todas aquellas que no se puedan percibir a simple vista.

Por ejemplo: personas con discapacidad auditiva o discapacidad psicosocial, autismo, fatiga o dolor crónico, etc. Estas son tan solo algunas de las discapacidades con las cuales muchas personas viven, aunque no necesariamente utilizan un aparato funcional para ser físicamente independientes, como podrían ser una silla de ruedas, bastón o andador.

Como sociedad, no aceptamos el hecho de que tratamos mejor a las personas cuya discapacidad tenemos identificada que a las personas cuya discapacidad ignoramos, lo que hace más difícil la inclusión de este segundo grupo. 

Quienes tienen una discapacidad invisible viven no solo una discriminación activa, que violenta sus derechos, sino que se topan con actitudes negativas que, aunque no siempre culminan en discriminación, sí hacen muy incómodo el salir al mundo como cualquier otra persona.

Situaciones que viven personas con una discapacidad invisible

Existen un sinnúmero de situaciones cotidianas que son percibidas de diferente forma según quién las cuente.

Por ejemplo, una persona sin discapacidad puede tener una interacción y pensar que le enseñó una lección alguien más, pero quien recibe el «regaño» puede ser en realidad una persona con discapacidad invisible que, una vez más, fue objeto de un prejuicio.

Veámoslo así: ¿cuántas veces no hemos juzgado a algún niño o a su madre por ser “malcriados”, sin antes considerar que tal vez ese pequeño tenga autismo? o ¿cuántas veces se la hemos hecho de pedo a personas con placa de discapacidad que se estacionaron en cajón azul y bajaron caminando del automóvil, sin primero considerar que tal vez su discapacidad no es motriz?

Estos son escenarios reales que tal vez para quienes no tienen una discapacidad no sean de importancia, pero se han vuelto parte del día a día de las personas que viven con discapacidades invisibles.

Hemos creado un ambiente hostil en torno a estas personas, lo que las orilla a recluirse en sus hogares o a salir mentalmente preparadas para los prejuicios con los que se van a encontrar en las calles.

Es como si tuvieran que vivir dándole explicaciones al mundo entero acerca de su diagnóstico médico, para que así la sociedad las “avale” como personas con discapacidad y les brinde el respeto al que tienen derecho por el simple hecho de existir.

“¡Ay, Ferny! ¿Cómo vamos a adivinar si una persona tiene o no discapacidad?” No trates de adivinar y trata con respeto a todo aquel que esté en tu alrededor. Si existe una situación que te haga dudar, pregunta antes de dejar salir tu “fuaaa”.

Fomentemos el pensar antes de actuar y así viviremos en un mundo mejor para las personas en general.

Este consejito te doy, porque tu amiga Ferny soy.

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