Texto. Andrea Gómez
Siempre supe que si algún día tenía un bebé viviría el proceso fuera del sistema médico. Después de varias experiencias duras, difíciles y con mucha violencia obstétrica me quedó claro que quería parir de una forma natural y respetada, quería dar a luz con una partera.
Había escuchado sobre Luna Maya (un espacio que integra la salud alternativa con la alópata, así como servicios de partería profesional) desde hace algún tiempo y cuando en un evento conocí de vista a su fundadora, Cristina Alonso, inmediatamente me dió confianza.
La primera visita
Cuando mi esposo y yo nos enteramos de que estábamos esperando un bebé, mi primer movimiento fue enviar un mensaje a Luna Maya pidiendo una cita.
Después de 3 días estábamos ahí. Nos recibieron en una casa linda con un té caliente.
Hannah Borboleta nos dió la bienvenida y escuchó toda nuestra historia, miedos, experiencias previas y la emoción que teníamos, mientras nosotros llorábamos de incertidumbre, alegría y miedo.
Acompañándonos también en todo el proceso estuvieron Sandra, Nicte Cisneros y Nelly, las parteras de Luna Maya.
Revisiones mensuales
Comenzamos a ir cada mes a revisión y yo siempre me sentí apoyada y segura de mi decisión. Nos transmitieron confianza en todo momento, no solo sobre el equipo de parteras, sino también en nosotros mismos y en que todo saldría bien.
Después de 9 meses llegamos al momento más esperado, pero también el que más me asustaba: el trabajo de parto. Las contracciones comenzaron y nos fuimos a Luna Maya cuando se volvieron constantes.
Dar a luz con una partera
Todo el parto estuvo acompañado de homeopatía, flores de Bach y aromaterapia, con espacio y libertad para moverme de la manera en que mi cuerpo me indicara para facilitar también el movimiento de mi bebé.
Sin anestesias, procesos innecesarios y luces frías de hospital.
El proceso es duro, intenso y el dolor inexplicable en algún momento, pero lo que me quedó claro es que el acompañamiento y la empatía facilitan el proceso. Al final de todo somos mamíferos y necesitamos esa tribu, calor y contención para transitar los momentos duros.
En algún punto estaba muy cansada y le dije a Nelly, una de las parteras, que si ella creía que era un buen momento para hacerme un tacto y saber en qué dilatación iba. Ella me miró y me dijo: «Solo tú sabes si es bueno para ti y en qué momento. Tú eres dueña de tu cuerpo y solo tú puedes decidir, nosotras respetaremos en todo momento lo que tú elijas».
Con eso, me reafirmó que había tomado la decisión correcta y sé que esa frase nunca la hubiera escuchado en un hospital.
¡El nacimiento!
El parto se acercaba al final y el dolor subía de intensidad, pero ahí estábamos todos, después de 12 horas, cansados pero tomados de la mano, las 3 parteras, mi esposo y yo, esperando a Leo.
Llegó el momento en que la cabeza se asomaba y le preguntaron a mi esposo si quería recibir al bebé, él dijo que sí y se metió a la alberca conmigo.
Mi hijo nació en el agua… llegó a los brazos de papá y después me lo pasaron a mí para que me sintiera y me oliera.
Así lo había imaginado, en agua… Aunque siempre estuvieron todas las otras opciones en el cuarto: la pelota de pilates, el banquito, la cama y la alberca, al final tienes el parto en donde tu cuerpo te indica.
El momento más emotivo
Después de haber pasado 40 minutos del nacimiento, el cordón umbilical dejó de latir y mi esposo pudo cortarlo permitiendo que todos los nutrientes fueran impulsados por ese latido, desde la placenta hasta el cuerpo del bebé.
Después salió la placenta, pudimos verla y nos tomamos unos momentos para agradecerle profundamente por haber sido la casa de bebé durante 9 meses.
Luego las parteras guardaron la placenta para darme cápsulas y una tintura que se bebe en los días de posparto, esto eleva mi energía debido a la cantidad de nutrientes que tiene.
Un parto no debería de darnos miedo
Ahora estamos en casa, bebé Leo duerme y yo puedo contarles mi experiencia, porque en mi corazón deseo profundamente que todas las mujeres tengan derecho y acceso a embarazos, partos y postpartos respetados, contenidos y naturales. Que vivamos este proceso y todos los que involucran nuestro cuerpo con seguridad y no con miedo.
Que nadie nos quite el poder que tenemos para sentir y saber qué es mejor para nosotras, y que nos acompañen mujeres y hombres que respeten, apoyen y contengan nuestras decisiones para tomar fuerza y sentirnos seguras en nuestros propios cuerpos.
Esta es la experiencia cumbre de mi vida, llena de emociones y de amor, y es cumbre porque me empodera saber que al final tomé la mejor decisión para mí. Y así, sin anestesiar el cuerpo ni el corazón, pude sentir a Leo pasar por mí para llegar al mundo.