Desde que esto de casarse se volvió todo un acto social, una de las tareas más complejas, estresantes y frustrantes ha sido elaborar la lista de invitados para la boda. Un proceso que pone a prueba todo tipo de sentimientos.
La semana pasada, mi novio, E, y yo por fin cerramos nuestra lista de invitadxs y comenzamos a mandar “invitaciones”. Bueno, no son invitaciones impresas en papel blanco nacarado con palomas y corazoncitos, sino un enlace a la página web de la boda* (así en la modernidad).
Esa lista, la final, la finalísima, es más o menos el tercer o cuarto borrador. El primero lo hicimos “al aire” el mismo día que decidimos casarnos, después la escribimos en una libreta que designamos para cosas de boda, pero en ese proceso realizamos tantos cambios que ya no se entendía nada, así que pasamos a lo digital y usamos la plataforma llamada With Joy.
¿Cómo administrar tu lista de invitados?
Usé With Joy porque, de todas las plataformas gratuitas para bodas que encontré, esa fue la que me pareció más bonita, pero resulta que su sistema para administrar asistentes es muy útil. Además de permitir personalizar toda la información de la fiesta y ceremonia, tiene una sección de RSPV para confirmar asistencia y esa lista se puede cotejar muy fácil con tu lista de invitados.
También puedes hacer otras cosas que yo no voy a usar, como imprimir invitaciones e ingresar datos como las direcciones físicas de todos. Después de la fiesta, los asistentes pueden subir las fotos que tomaron a la app para que tú las descargues.
El problema que le veo (o bueno, no yo, mis tías…) es que está en inglés y aunque puedes personalizar muchas cosas, al fin y al cabo si alguien no sabe ni jota de ese idioma, se le va a hacer un poco complicado.
Por supuesto, sabemos que la lista va a seguir cambiando conforme algunas personas nos confirmen asistencia, otras avisen que no podrán ir y a nuestros papás se les ocurran más personas que quieren agregar, pero tenerla en digital hace las cosas mucho más fáciles.
Decidir a quién invitar
Aquel primer borrador estaba por debajo de nuestro plan de cien personas… hasta que nos dimos cuenta de que no nos habíamos incluido a nosotros mismos. La lista actual es de 112 y me siento muy orgullosa de ella.
No fue tan difícil, porque al ser solo cien invitados, entre familia y amigos cercanos se llenan todos los lugares. La primera en poner en papel las cosas fui yo, porque soy la más obsesionada con el orden y porque quería saber si era posible incluir a todas las personas que tenía en mente. Casi toda mi familia vive en Mérida, donde será la boda, así que yo invité a diez personas más que él en la categoría familia.
Ya después hemos hecho algunos ajustes con las peticiones de nuestras mamás, pero el porcentaje inicial no cambió mucho. Hay 35 invitados de mi familia y 25 de la de E, lo que significa que el porcentaje amigos-familia quedó en 50-50. Creo que, de haberlo planeado, no hubiéramos llegado a una división tan limpia. Ah, y acabo de checar y yo invité a 15 amigxs (algunxs con pareja, otrxs no) y E a 13. O sea, que acabamos siendo bastante equitativos aún sin poner reglas previas. Siento decepcionar a alguien si admito que en este proceso no hubo sangre y nadie acabó durmiendo en el sillón esa noche.
Decidir a quién NO invitar
Sí hay algunas personas a las que queremos mucho, pero no vamos a poder invitar. Por eso pensamos hacer una “postfiesta” con quienes viven en CDMX, donde vivimos actualmente. También hay algunas personas que nos quieren mucho, pero no van a poder ir, y eso lo entendemos perfecto.
Otra decisión difícil fue no garantizar un “plus one” a nuestrxs amigxs solteros. Normalmente no me gusta esa práctica, porque las bodas pueden ser momentos estresantes o aburridos para ir sin pareja, pero fue simplemente imposible. También dejé fuera a ciertos familiares con los que no tengo mucha relación, pero eso no fue tan complicado.
Todavía faltan poco más de cuatro meses y medio para la boda, suficiente tiempo para que alguien se ofenda, muchas personas decidan no ir (por favor, no) o que alguno de los dos hagamos alguna amistad nueva y mágica a la que tengamos que invitar. No estoy cantando victoria… pero sí estoy feliz de haber terminado al menos una de las miles de cosas en nuestra lista de tareas pendientes.
Por mucho tiempo, cuando pensaba en casarme, la lista de invitados era un gran impedimento. Tengo una familia numerosa y no creía que eso llegara a ser compatible con una boda pequeña, pero sí es posible. El secreto es no clavarse tanto con qué personas se van a ofender o a quiénes “tienes que” invitar. Si todxs saben que tu presupuesto es limitado, te perdonarán porque te quieren.