‘¿Por qué no quiero tener hijos?’ Ellas nos cuentan cómo tomaron su decisión

no quiero tener hijos
Foto. Joe Gardner

Hay quien las considera una especie rara, personas que parecen no haber entendido “el ciclo de la vida”, que tienen alterado el reloj biológico y que son ególatras y egoístas. Así algunos prejuicios hacia las mujeres que un día dijeron en voz alta “no quiero tener hijos”, y entonces las opiniones, la preguntas y las miradas juzgonas les cayeron encima.

Este fenómeno comenzó a ser más notorio en Europa, pero ahora en América también. México es parte de esta tendencia en la que cada vez más mujeres deciden no tener hijos. Mundialmente se le conoce como el no-mom o NoMo. El término NoMo fue acuñado en 2011 por Jody Day, una escritora inglesa que no pudo tener hijos por problemas de fertilidad y a raíz de ello creó una gran comunidad online para mujeres en sus mismas circunstancias.

Hasta grupos de Facebook donde mujeres con la misma decisión comentan todo lo que les pasa cuando se atreven a decir que jamás serían madres, hacen memes, videos, comparten testimonios y se dan apoyo mutuo. Comentan incluso sobre decisiones drásticas antinatalidad como esterilizarse voluntariamente y seguir fielmente una filosofía childfree.

El perfil de las NoMo en nuestro país, según el INEGI, es así: Existe un 11% de la población apta para ser madres que, por distintas causas, no lo es (las no-mom están aquí, pero no quiere decir que todo ese porcentaje sea de ellas). La mayoría de quienes no tienen hijos trabaja en empresas (53.1%) seguido por aquellas que laboran en el sector informal (18.5%) y en instituciones públicas o privadas (18.8%).

El rostro de no-mom

Ya sabemos de los prejuicios y de cifras, pero démosle voz a algunas mujeres que han dicho “no quiero tener hijos” y las razones que las llevaron a tomar esa decisión. Para saberlo, le preguntamos directamente a las protagonistas de este tema.

¿Por qué has decidido no tener hijos?

Pamela. No tengo alguna razón en particular ni radical como quienes dicen que «ya somos muchos en el mundo» ni que «qué irresponsabilidad tener hijos». Simplemente no es lo que busco para mí, no siento esa necesidad ni instinto o como se diga.

Tuve una niñez muy feliz, con relativa estabilidad económica y una mamá que se dedicó a mí mis primeros años y siempre trabajó cerca de casa o medio tiempo hasta que fui a la prepa. No es que crea que así debe ser, pero sí me gustaría poder ofrecer, mínimo, lo mismo, pero no tengo ni el tiempo ni el dinero ni las ganas.

Mariana. Simplemente no siento la necesidad de traer un niño más a este mundo. Amo a los niños, amo a mis sobrinos, y tal vez eso ha influido en mi decisión. Creo que un niño merece todo el amor y tiempo del mundo y siempre he pensado que si algún día quisiera ser madre, mi opción sería la adopción.

Graciela. Quizá porque no vengo de una familia tan tradicionalista, en la que había muchas mujeres divorciadas, con varios matrimonios, criando hijos que no eran suyos o solteras, viviendo las vidas que querían en la medida que podían, y porque en parte fui criada por una tía que no tuvo hijos, pero nos cuidó a muchos de sus sobrinos como madre. Por todo eso, entendí desde muy chica que el parto no necesariamente significa la piedra angular del universo femenino.

Además, considero que el mundo no está para traerle más gente y aventársela criada y educada como mejor podemos (que a veces es bastante peor, por más ganas que se le echen), pero sí está para hacer lo mejor posible con quienes ya están aquí (la adopción me parece un camino perfecto para quien tiene el amor, el deseo, el tiempo y la capacidad emocional y económica de tener un hijo).

No creo en los hijos biológicos como algo que yo haría porque me parece un acto egoísta, me aterra pensar que «mi aportación al mundo» sea otra versión de mí misma. Me aterra más ver cómo la gente que sí tiene hijos no cuida nada el mundo que les está dejando ni cómo los educa, o sea, tampoco cuida qué hijos le está dejando al mundo.

Lilián. Creo que la maternidad no es una experiencia para el todo el mundo. En mi caso, creo que me interesa más vivir otro tipo de experiencias de vida.

¿Alguna vez te viste como madre? Si sí, ¿cómo era ese panorama?

Pamela. Nunca. No sé si cuente que cuando era chica hasta decía cómo se iban a llamar mis hijos.

Mariana. No, realmente nunca he sentido esas ganas de tener hijos.

Graciela. No recuerdo haber tenido nunca ni siquiera las fantasías infantiles del embarazo y la maternidad. Si acaso pensaba nombres de mis hijos para ver cómo sonaban con el apellido del que me gustaba, pero esa fantasía era romántica, no maternal, y creo que así la entendía. Es ahora, a los 35, que sí me veo como madre, que sí me «ilusiona» la idea de una familia, de crear tradiciones, de enseñar y aprender, pero me parece inconcebible crear una vida sólo para satisfacer ese deseo.

Lilián. Cuando era niña, sin duda. A través de los juguetes para las niñas, la sociedad se encarga de meterte en la cabeza que las mujeres sólo estamos hechas para ser mamás y que es el único vehículo de realización. Sólo me visualicé como madre cuando era pequeña. Cuando entré a la adolescencia y comencé a descubrir que tenía otro tipo de intereses. También me fui dando cuenta de que existen más opciones en la vida.

¿Qué es lo que sueles escuchar cuando dices a alguien ‘no quiero tener hijos’?

Pamela. No suelo estarlo diciendo, pero sí me han dicho frases como «te ves bien» (cuando cargas al sobrino bebé) o «ya dale un nieto a tu papá». Como si sólo fuera el nieto para él y mío nada o que me digan «cuando tengas hijos…» como si dieran por hecho que todo el mundo quiere tenerlos.

Mariana. “¿Y quien te va a cuidar cuando estés grande?”.

Graciela. Que no se conoce amor más grande que el de los hijos (a lo que yo pienso «pues qué corazón tan chiquito tienen»). Que es bueno tener hijos para que alguien te ayude cuando envejezcas (excelente y por demás altruista razón para la maternidad, además como si los hijos no se fueran nunca, eh, un plan infalible).

Lilián. Lo que más escucho es que sería una gran mamá. También intentan convencerme bajo el discurso de que las personas con “otro tipo de conciencia” (lo que sea que esto signifique) son las que tienen la responsabilidad de reproducirse.

¿Cómo ha sido este tema con tu pareja?

Pamela. Por alguna extraña razón, desde que llevábamos muy poco tiempo, y yo ni sabía si quería o no, él dijo que no quería hijos. Yo pensé que si algún día eso era problema para mí, le diría. Casi 10 años después, todavía no llega ese día (ni creo que llegue).

Mariana. Con mis parejas anteriores, tal vez porque estaba más chica, era algo que discutimos y decían comprender, pero creo qué tal vez nunca lo creyeron por completo. Con mi pareja actual lo hemos hablado con frecuencia, principalmente porque desde el principio yo quería dejar claro que por el momento no está en mis planes tener hijos y es posible que eso nunca vaya a cambiar.

Graciela. Siempre intento ser clara con que no quiero tener hijos biológicos, y no es algo que cambiaría por el deseo de una pareja, de ninguna manera.

Lilián. Fácil. Lo discutimos mucho y lo hablamos todo el tiempo. Ambos llegamos a la conclusión de que, en este momento de nuestras vidas, necesitamos experimentar otras situaciones que no tienen que ver con la crianza de niños.

¿Crees que existe un estigma en la sociedad con las mujeres que no quieren tener hijos?

Pamela. Sí, y tristemente mucho de ese estigma se propaga por las que no tenían hijos y tuvieron y «la vida les cambió» y creen que todas las personas somos iguales. También hay muchos que siguen sacando el tema de «el reloj biológico» y creen que debes tener quieras o no, porque si quieres tenerlos cuando ya no puedas… Afortunadamente, en mi círculo cercano he encontrado gente con mi misma postura y con postura diferente que respeta mi decisión.

Mariana. Muchísimos. Antes, cada que me preguntaban cuándo iba a tener hijos, siempre respondía que no quiero tener. Intentaba explicar mis razones, pero siempre terminaba justificándome porque me respondían cosas como: «¿No le vas a dar nietos a tus padres?» o «Es el sueño de toda mujer».

Ahora me da infinita flojera, estoy cansada de intentar explicar y defender mis decisiones, así que prefiero evadir el tema y no esperarme a que me respondan una tontera.

Graciela. Claro, pero su intensidad depende del lugar. En los círculos que frecuento en el DF no he visto este problema. La mayoría o piensan en tener hijos en algún futuro (que no es que nos quede tanto tiempo fértil, por suerte) o también creen que no es ni buena idea ni buen momento. En Guadalajara, de donde soy, la cosa es diferente. Sí hay más estigma, la gente cree que no quieres tener hijos por egoísmo o hedonismo o flojera o las tres, pero, al menos en mi caso, justo no los tendría por todo lo contrario: por amor al mundo y a los mismos hijos (a los que ya están aquí y los tienehijos no están haciendo nada por ellos, y a los que no van a venir a llenarse de problemas).

Lilián. Existe, pero creo que cada día hay más apertura. La sociedad en conjunto ha ido creciendo y se ha percatado de que abundan las mujeres cuyo máximo en la vida no es estar amamantando ni cambiando pañales.

¿Crees cambiar de opinión en un futuro?

Pamela. Yo también aplico la del reloj biológico y digo «cuando quiera ya no voy a poder», jajaja. No creo cambiar de opinión pero tampoco es que sea tan radical de «voy a ir hoy a ligarme las trompas».

Mariana. No lo sé, creo firmemente en el cambio. No soy la misma persona que era a mis 20 años, y definitivamente no creo ser la misma en cinco años, no creo que cambie, pero, todo puede suceder.

Graciela. La claridad de que no quiero tener hijos es algo que he tenido desde adolescente, y con el tiempo sólo se ha ido reafirmando.

Lilián. Claro. Ahora tengo 36 años, no descarto que en un par de años me pegue ese reloj biológico mágico del que tanto hablan. Pero lo dudo.

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