Craftivismo, la lucha social que se hace por medio de artesanías

craftivismo
Foto. Magda Sayeg

En vez de manifestarse contra la violencia sexual, ellxs hacen bordados con mensajes antimachistas. En lugar de pararse afuera de una oficina de gobierno para pedir el trato igualitario a las personas LGBT, tejen una cobija con los seis colores de la bandera y la ponen sobre un obelisco. Este movimiento se llama craftivism o craftivismo e intenta visibilizar problemas sociales por medio de artesanías como el bordado o el tejido.

Es un arte que se ha creado sin reglas, pero con un fin único: alzar la voz ante injusticias, buscar una conversación sobre problemas incómodos. Cada quién decide cómo ocupa su talento para lograr un mundo mejor. “El craftivismo es lo que tú haces de él, ya que nació de las raíces del punk DIY”, explica el colectivo craftivism.com, añade que “es una herramienta para crear un mundo más cálido, más amistoso y más colorido que queremos ver en el futuro”.

“A menudo, el oficio manual ha sido visto como pasivo y benigno, al subvertir estos estereotipos, los craftivistas convierten el oficio manual en una herramienta de protesta”, dice el manifiesto de craftivism. Ejemplos de este movimiento se pueden ver en todo el mundo, tal vez hasta te has topado con él y no te has dado cuenta.

El término craftivism es atribuido a la artista y activista Betsy Greer, de Carolina del Norte. Su interés por el arte hecho a mano por causas benéficas surgió por su abuela, quien tejía gorritos para bebés de un hospital de su localidad. Después de ampliar su educación en el arte activista —estudiando a las mujeres que tejieron ropa para las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial—, Betsy decidió hacer su propia lucha.

A la fecha, ella ha creado diseños en punto de cruz antiguerra y actualmente está trabajando en «You Are So Very Beautiful», una serie de frases bordadas para aumentar la autoestima de las mujeres y las niñas. En diversos talleres que imparte, hace ver que las manualidades no son solo un hobby, sino que combina un objeto hecho con sus propias manos con el comunicar alguna inquietud.

Punto de cruz contra la violencia sexual

Una de las craftivistas con más popularidad en los últimos días es Shannon Downey, conocida en Instagram como @badasscrossstitch, donde uno de sus bordados se volvió viral en esta red social. Con el lema “Boys will be boys (con este último tachado), held accountable for their fucking actions” (“los hombres son responsables de sus jodidas acciones”), ella quiso llamar la atención acerca de los abusos sexuales en Hollywood, en específico el caso Harvey Weinstein.

Famosas como Willow Smith, Adriana Lima, Emily Ratajkowski o Martha Hunt compartieron este bordado que resumía en pocas palabras —y de una forma «linda»— lo que pasaba con el productor de Miramax.

La cuenta de Downey está repleta de bordados activistas. Ella cuelga consignas feministas, antiarmas, pro diversidad sexual, antirracismo, entre otros temas que apasionan a esta bordadora que ha usado sus telas e hilos para enviar mensajes de paz y justicia.

Tejedorxs de consignas

Se parece al graffiti, pero este está hecho con estambres. Este movimiento conocido como yarn bombing arropa —literalmente— un problema social para luego tejer, tejer y tejer y colocar el resultado en algún punto clave que visibilice dicha problemática.

La creadora del yarn bombing (“bombardeo de hilos”, “graffiti de lana”, “asalto de lana”, “urban knitting” y “guerrilla knitting”) es la estadounidense Magda Sayeg quien comenzó a hacerlo dese 2005 con su colectivo Knitta Please, creando grafitis de estambre como intervención pacífica.

Sin embargo, el movimiento pasó a ser masivo con Lauren O’Farrell con arte de tejido callejero en Londres, donde fundó el colectivo Knit the City en 2009. Ya en la segunda década de los dosmiles, este se había extendido por otros países de Europa, América y hasta en países más lejanos como Australia.

De ser solo una expresión artística a modo de instalación o intervención, el movimiento tomó forma de protesta. Magda Sayeg lo mismo monta tejidos en museos y galerías que en monumentos, puentes, parques u objetos cotidianos. Por ejemplo, en la Ciudad de México puso un tejido de crochet a todo un camión instalado en la Colonia Condesa

Foto. Magda Sayeg

El significado del yarn bombing va hacia tomar una forma artística tradicional (propia de mujeres, aunque no exclusiva) y llevarla de lo privado a lo público, del hogar a la calle con el objetivo de recuperar un espacio significativo.

Basta entrar a las redes sociales y colocar el hashtag #yarnbombing para ver que este movimiento es algo mundial. Mujeres y hombres tejen suéteres a los árboles para recordarnos que ahí están y son importantes. Pueden cubrir un hospicio con metros y metros de tejidos para hacer notar que existen niños sin hogar o colocar fundas de tejidos coloridos sobre esculturas que presentan armas de fuego.

Tejido mexicano

Una de las representantes del  yarn bombing en México es Victoria Villasana, (Guadalajara, 1982). Ella es una artista textil interesada en las culturas y el espíritu humano, analiza cómo las personas se relacionan entre sí en un mundo fragmentado y su arte urbano va encaminado también a mostrar una feminidad rebelde.

El dinamismo de su trabajo se deriva de la forma en que el hilo se deja sin cortar, muy por debajo del marco, dando una estética surrealista que refleja en la aceptación de la transitoriedad y la imperfección. Actualmente residente en México, su trabajo se exhibe en exposiciones e instalaciones públicas en todo el mundo.

Por medio del tejido o el bordado, quienes integran el movimiento del crafstivismo han encontrado una forma de expresar de forma bella una inconformidad. A la par, resulta una terapia porque, al hacer estas manualidades, se conoce gente con intereses afines y en conjunto lograr un proyecto en común y construir: conciencia, arte, protesta, pero construir.

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