Muchas de las cosas que hacemos en nuestra rutina diaria son costumbres heredadas, hábitos que aprendemos de las personas que nos rodean. Tal vez por conveniencia o tal vez porque de plano no tenemos alternativa. Sin embargo, a veces pasa algo que nos abre los ojos. De repente tenemos más preguntas que respuestas y, si seguimos nuestra curiosidad, podemos hacer descubrimientos muy interesantes. Justo eso fue lo que me pasó cuando conocí la filosofía que los coreanos tienen sobre el cuidado de la piel.
Para muchos es una moda pasajera, para otros una obsesión (una que puede llegar a ser muy costosa). Para mí, este tema no pudo haber llegado en mejor momento, justo cuando empezaba a interesarme por todo lo asiático y sí, justo también cuando mi piel comenzaba a salirse de control.
Nunca tuve problemas serios de acné, pero tampoco podría decir que mi piel tuviera un buen aspecto. Y a pesar de haber seguido algunos tratamientos dermatológicos y probar desde remedios caseros hasta productos especializados, el exceso de grasa, los puntos negros y los brotes ocasionales seguían ahí. ¿Qué estaba haciendo mal?
No recuerdo bien qué fue lo primero que vi de los productos coreanos, pero sí que llegó un momento en el que a diario salía algo al respecto en mi timeline de Twitter. Y de repente en Facebook, y así hasta que simplemente estaba en todos lados. ¿Qué tenían de especial? En ese entonces no lo sabía, pero todos los coreanos y coreanas que seguía en Instagram parecían tener la piel perfecta, así que valía la pena probarlos.
Lo primero que intenté fue una sheet mask de Missha. Fue divertido, pero honestamente no vi una gran diferencia. Es obvio y lo sé, ningún producto (por más bueno que sea) tiene un efecto instantáneo, pero con todo el hype sobre el tema creo que muy en el fondo esperaba ver un cambio drástico. Aun así seguía con curiosidad por probar otras cosas, algo que tuviera un efecto más notorio. El segundo producto que compré fue una esencia de The Face Shop… Ya sé, suena a una copia de The Body Shop. Además, ¿qué es una esencia?
En su momento todos estos detalles eran interesantes, pero no importaban mucho. Lo realmente interesante fue que con el paso de los días empecé a notar una mejora en el aspecto de mi piel. Los puntos negros ahí seguían, la grasa todavía no se controlaba, pero la piel se sentía más suave y se veía más uniforme.
Ahora, varios meses después, mi piel se ve mejor que nunca (también he estado usando un tónico de Innisfree y un hidratante de TonyMoly). Lo digo con emoción, aunque no quisiera que creas que me veo como los coreanos de Instagram. No. Todavía queda mucho por hacer, como por fin hacerme al hábito de usar protector solar a diario y encontrar algo que me ayude a eliminar por completo los puntos negros (tónico de COSRX, tengo mucha fe en ti).
Oriente Vs Occidente
Además de la satisfacción de, por fin, ver mejoras en mi piel, mi experiencia con los productos coreanos me llevó a darme cuenta de otra cosa, algo más profundo. Lo primero, es que hay muchas cosas que nadie te enseña respecto al cuidado personal (no solo de la piel). Lo que hacemos lo aprendemos de una forma no consciente, y obviamente eso nos lleva a un punto en el que hay muchas acciones que no nos funcionan (nadie tiene las mismas necesidades y preocupaciones).
Lo segundo, que el enfoque que tenemos en Occidente respecto al cuidado personal es algo inadecuado. Esto último no lo digo por mi fascinación asiática, pero después de probar productos, investigar, leer reseñas y ver videos en YouTube, es clara la diferencia.
En Occidente todo se trata de cubrir y arreglar, por eso es que existen tantos tratamientos para aclarar manchas, disimular arrugas, eliminar ojeras, bolsas, etc. No digo que esto no exista en Oriente, pero allá el enfoque es holístico. Se trata de mantener el buen aspecto de la piel SIEMPRE. No buscan solucionar «problemas», lo que quieren es prevenirlos. Y por eso es tan fácil encontrar esencias, sueros, tónicos, sheet masks, sleep packs, etc.
Otra gran diferencia es que los productos occidentales tienden a ser formulados con un carácter más químico/farmacéutico, mientras que los orientales integran ingredientes naturales tradicionales con fórmulas innovadoras de alta tecnología. Esta mezcla entre lo tradicional y lo futurista está presente en todo en Asia.
Además, es más fácil que encuentres buenos productos coreanos sin fijarte mucho en la marca, ya que la competencia es impresionante y los consumidores asiáticos son más exigentes. En nuestro lado del mundo, las marcas parece que se dan el lujo de crear 9 productos malos y 1 bueno (¿Alguien me explica por qué hacen esto?).
Sé que como filosofía esto suena muy bonito, pero ¿cómo se aplica esto en la vida diaria? Lo que hice fue alejarme de todas esas soluciones mágicas que son tan comunes en los productos de farmacia (y hasta en los de las marcas especializadas) y empecé desde cero, integrando la parte holística de Oriente con el enfoque práctico de Occidente. Mi intención era mejorar el aspecto de mi piel, pero sabía que no había un atajo, lograrlo iba a requerir paciencia y dedicación (como todo en la vida).
En todo este proceso no me limité a utilizar sólo productos coreanos, pero sí me volví más exigente con las marcas que consumo. Ahora, antes de comprar algo, leo reseñas –tanto especializadas como de otros usuarios– y hasta aprendí sobre los ingredientes de sus fórmulas (la niacinamida es muy buena para la piel). Pero, sobre todo, me abrí a la experimentación.
Pude haber seguido la rutina a la que estaba acostumbrado, pero eso no me funcionaba. Mi única solución fue buscar por mi cuenta lo que nadie me enseñó sobre el cuidado personal.