Seguramente has escuchado la frase de «para ponerte un bikini solo necesitas un cuerpo y un bikini». Si bien es genial que existan este tipo de mensajes que nos invitan a usar la ropa que queramos y romper los estereotipos de que ciertas prendas solo son para determinados tipos de cuerpo, ponerte un bikini por primera vez no siempre es fácil y en realidad puede ser todo un proceso sumamente personal.
En esta viñeta, junto con Mich Dersdepanian, exploramos cómo hemos llegado a sentirnos cuando nos ponemos un bikini. Quizá te identifiques con el sentimiento. A veces, predomina la angustia por sentir que tu cuerpo está siendo fiscalizado, que las demás personas ven con recelo tu panza, tus estrías…
Pero la realidad es que no importa lo que los demás piensen de ti o de nosotras. Y cuestionar justamente eso es abrir camino, poco a poco, para que esta sociedad reconozca que la diversidad corporal existe y está bien.
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Sin embargo, aún reconociendo eso, hacer las paces con ciertas prendas o partes de tu cuerpo puede ser un proceso lleno de altibajos. El punto es saber que tienes derecho a ir a tu ritmo y, en caso de que sea necesario, recibir ayuda (por ejemplo, alguna psicóloga especializada en aceptación corporal).
Te compartimos este consejito para que comiences a hacer las paces con el bikini:
Y recuerda que tienes derecho de habitar libre y feliz tu propia piel. Que no eres tú el problema, sino esta sociedad y sus estándares de belleza que sistemáticamente han discriminado a personas de cuerpos no normativos.