6 historias de Bumble sobre amor, amistad y sensualidad

Hay quienes encuentran al amor de su vida y quienes viven aventuras que jamás imaginaron. Checa estas historias de Bumble sobre «Matchingones», esos encuentros que son inolvidables.

A veces conocemos a alguien y sentimos la energía: esta persona nos complementa de alguna manera, nos hace mejores, nos ayuda a ser la mejor versión de quienes somos o simplemente logra que cada minuto sea placentero. Puede ser que la conexión dure una noche o toda la vida, pero siempre es poderosa y mágica. 

Bumble, la aplicación que te permite conectar con personas para citas, amistades o networking profesional, llama a este tipo de encuentros Matchingones, esos que logran una química increíble y que llegan cuando menos los esperamos. 

Platicamos con algunas personas que son parte de la comunidad Malvestida para conocer sus mejores historias de Bumble y esto fue lo que nos dijeron.

Historias de Bumble

Joaquina: una conexión musical

En plena pandemia time me preguntaba “¿qué es el ligue?, ¿alguna vez voy a ver gente?, ¿voy a volver a dar un beso?”. Decidí bajar Bumble y empecé a hablar con varios chavos, pero hubo uno que resaltaba: platicábamos súper chido sobre música y nos mandábamos un buen de videos musicales muy clavados.

De pronto un día me deja de contestar, así que le escribí “¿Qué onda? Me caes bien, estás guapo. Nos gusta la música…” Y él me responde “Tú a mí también, nada más que soy un frito, mejor mándame tu cel” y ¡pum! nos pasamos a Whatsapp.

Platicamos dese abril hasta junio por chat y mensajes de audio, hasta que un día sugirió vernos. Lo invité a mi depa (porque #pandemia, no podíamos ir a ningún otro lugar) y platicamos horas y horas.

Resultó que teníamos varios amigos en común y de hecho hubo momentos en los que íbamos a estar en los mismos lugares y no se daba, o habíamos ido a la misma boda y no nos conocíamos. Cosas muy raras.

De ahí nos empezamos a ver todos los fines de semana, hasta que en septiembre nos fuimos a Cuernavaca a casa de su hermano y le llegué. Ahora andamos muy enamorados.

María: amor de verano

Un verano me fui a pasar unas semanas a Colorado. Recientemente había terminado una relación (con un hombre) en la que había perdido mucho la confianza que tenía en mí misma y en el amor.

Seguía cargando la espinita de el romance que había terminado y justo cuando estaba decidiendo que quería estar sola para siempre bajé Bumble y empecé a hablar con una chica.

Fue la historia de romance de verano más bonita. Nuestra primera cita fue un picnic en un parque, lo mas cursi y bonito posible. Ella llevó su ukelele y toda la cosa.

Mi date era maestra en Aspen, entonces nos topamos a muchos de sus alumnitos y la saludaban, lo cual se me hizo muy tierno. Fue de esas citas que empiezan a las 12pm y se acaban a las 12am.

Después de eso solamente me quedaban 10 días de visita y estuvimos saliendo casi todos los días.

Me pareció muy chistoso que es hija de un sacerdote protestante y toda su familia es muy buena e inclusiva, pero no sabían que ella era bisexual. Me quede a dormir varias veces y nada más decíamos que éramos amigas y que nos habíamos conocido en un torneo de básquet en el parque.

Toda su familia fue increíblemente linda conmigo y cuando me quedaba a dormir me empacaban lonches para la carretera (yo vivía en otro pueblo como a 40 minutos).

Creo que fue muy bonito para mí porque había pasado mucho tiempo con la mentalidad de no confiar ni creer en que había formas sanas de querer. Me di cuenta de que merecía que me quisieran bonito, de que no por querer salir de las formas feas del amor romántico tenía que dejar de creer en él.

Hasta la fecha seguimos siendo amigas y apoyándonos de lejitos. Recuerdo todo con mucho cariño.

Luza: ¿compas o ligues?

Hice match en Bumble con un tipo que en su foto de perfil aparecía con un dedo dentro de la nariz. Me causó muchísima gracia y por eso le di swipe a la derecha.

El día que lo vi fui a sacar mi pasaporte, así que quedé de verlo en la calle Regina, en la CDMX, para tomar unas chelas. 

Desde el segundo uno nos empezamos a reír porque él era un tonto y yo una simple. Como me llamo Luza, para todo me decía “iluza peluza”. Eso sí, como me trataba como a una amiga por un momento pensé que ya éramos más compas que ligues.

Finalmente nos fuimos del bar, porque ya casi cerraban el metro. Llegamos a la estación donde tenía que bajarme y como estaba vacía empezamos a correr por los andenes como niños, subiendo y bajando las escaleras. Hasta que llegó un momento en el que nos atrapamos, nos vimos y nos besamos.

Cuando nos separamos, en vez de ser un momento cursi, nos empezamos a reír a carcajadas y los dos dijimos que pensábamos que íbamos a ser solo amigos. Salimos durante un tiempo y siempre fue muy divertido. Ahora es mi mejor amigo y ya quedamos que si a los 40 no nos hemos establecido ni nada, nos vamos a casar.

Lucía: sí se puede volver a querer

Más que una historia épicamágicamísticamusical es cómo me reencontré con el amor luego de muchísimos swipes.

Asumir que conocí a mi novio por internet fue muy chocante, porque siempre me resistí a las apps de citas, o sea, me espantaba la idea de que fuera un catálogo de humanos.

Durante la pandemia no tenemos muchas opciones para conocer personas, así que decidí darle una oportunidad a Bumble, que terminó desterrando la presunción de que jamás me volvería a enamorar.

Una parte de mí disfrutaba ver la diversidad de personas que existen en un radar de 10 km y de alguna forma me divertía un poco husmeando en la vida que proyectan.

También fue muy raro darme cuenta de que, contrario a lo que siempre había pensado, sí tenía un tipo: ¡¡¡todos mis matches se parecíaaaan!!!… Hasta que hice match con alguien que no, totalmente opuesto a todo lo que creía estar buscando.

Sin duda los solo 2 kilómetros y el parque que nos separaba animaron el encuentro. Al principio no lo creía, era mi primera cita en años: con un extraño y en medio de una pandemia. Obvioooooooo estaba aterrada, pero resultó estar OK.

La segunda cita resultó estar más que OK. Y así, entre largas caminatas y desdoblar el tiempo, me enamoré de un extraño.

Con Bumble entendí dos cosas: que está bien nadar en mares inexplorados y que soy capaz de enamorarme las veces que sean necesarias.

Anabel: amor para tres

Era un domingo casual por la mañana cuando de repente vi que una de mis matches de Bumble había contestado con un “Holaaaaa” (SE SABE que en el código de las apps de citas el número de “a” que pones al saludar es directamente proporcional a las ganas que le traes al otra persona).

Pues aparece ella, bronceada, ojos miel, en bikini y sombrerito playero. Comenzamos el chat. Yo en ese entonces tenía un sex partner con el que me gustaba hacer tríos, y conforme la plática se fue calentando le propuse hacerlo con el susodicho.

Después de mucho “jiji-jaja” me dijo “a ver ¡enséñamelo!” Le mando la poderosísima foto. Silencio dramático. Después, la revelación: “NOOOOO, ¡¡¡es mi ex!!!” Y yo así de “Khá?!”

Nos reímos mucho y me dice “si tú crees que él lo hace bien tienes que conocer a mi novio”. Me mandó fotito y pues que me animo al trío. Fuera pijama, venga lencería coqueta.

Me recibieron en su casa (muy icónica por cierto) y conectamos increíble… me trataron como reina, echamos mezcalito y estuvimos toda la noche juntos.

Entre los tres hubo una química brutal, de esas veces que no tienes que usar palabras para entenderlo todo y fluir. Estuvimos en el jacuzzi y en la cama y de vuelta al jacuzzi, nos dormimos de cucharita.

Yo no había sentido una conexión así, a pesar de que no era mi primer trío. A la mañana siguiente le vi más colores al amanecer. Fuimos novios los tres durante casi medio año.

Caro: un amor a la antigüita

Abrí Bumble e hice match con una chava con la que alguna vez coincidí en otra app, pero esta vez sí «pegó el chicle». En mi bio de Bumble puse que ver «She-Ra y las princesas del poder» era lo que me mantenía sana en la pandemia, así que lo primero que ella hizo fue hablar sobre eso.

Nos agregamos a WhatsApp y empezamos a hablar todos los días todo el día, aunque según yo iba muy casual. Finalmente decidimos tener una cita en línea, pero fue un fracaso porque su internet fallaba y nos trabábamos. Me animé y mejor le hablé por teléfono y tuvimos 3 citas así, a la antigüita. Le dije que me sentía muy noventera, pero estaba padre, se siente más íntimo, no sé por qué.

Después de un mes por fin decidimos vernos. Sus amigos y los míos aconsejaron que nos viéramos en un lugar público la primera vez, y así lo hicimos, aunque después terminamos yendo a su depa y estuvo increíble. Al principio yo estaba SÚPER nerviosa, pero cuando nos vimos, nos abrazamos por varios minutos hasta que se nos pasaron los nervios tantito.

Cabe destacar que es la primera mujer con la que salgo, porque descubrí que soy bisexual muy recientemente. Nos besamos y me preguntó “¿entonces somos novias?” Y yo “… pues sí, ¿no?”. Y así seguimos.

Yo siempre había sido en mis relaciones la última en ligar, en decir te quiero, te amo y todo eso. Y aquí es lo contrario, yo le dije primero te quiero y te amo. A veces me siento medio intensa, pero también es muy padre que por primera vez estoy segura de que lo digo, porque lo siento.

¡Descarga Bumble y vive tu propia historia de Matchingones!

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