La campaña #JusticiaParaGiovanni busca que se esclarezca la muerte bajo custodia de un joven. Y nos muestra que ya es hora de un cambio más profundo.
La discusión acerca del uso de la fuerza por parte de las autoridades ya no se puede parar.
Está en nuestras redes sociales, en la protesta en las calles y en el trabajo de activistas que nos recuerdan que otra forma de vivir es posible.
Solo un día después de que el mundo se solidarizara en redes sociales con las protestas del movimiento Black Lives Matter en contra de la violencia policial hacia personas negras en Estados Unidos, surgió un video que nos muestra el caso de Giovanni.
#JusticiaParaGiovanni
El joven de 30 años fue detenido hace un mes por la policía de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco.
El video muestra que fue golpeado y ridiculizado por varios agentes, mientras su familia y otras personas grababan. En circunstancias que todavía no se aclaran, Giovanni murió en custodia policial.
Según la familia, recibieron amenazas para no publicar el video y también hubo intentos de pagarles para que no hicieran público el caso.
Mientras tanto, las autoridades se enfocan en detalles sin importancia: las redes sociales mencionaban que la causa de la detención fue no portar cubrebocas, pero el gobernador de Jalisco dijo que los reportes más bien señalan que se trataba de “una persona agresiva”.
No es un caso aislado
Sea cual sea la causa, el video y las marcas en el cuerpo de Giovanni muestran que fue tratado con violencia. La misma fiscalía lo admite y promete estar investigando, mientras que varios de los agentes involucrados siguen trabajando.
Cuando se viralizó el caso de Giovanni surgieron otros videos en redes sociales, que suceden en varios estados del país. Lo que tienen en común es la brutalidad policiaca, casi siempre hacia personas poco privilegiadas que no tienen recursos para buscar justicia.
La pandemia nos llama a permanecer en casa. Pero la rabia por estos casos sí ha generado invitaciones a salir, tomando precauciones, a manifestarnos por los casos individuales y por una realidad general:
Para muchas personas, la policía no es sinónimo de seguridad, sino de violencia.
No hay que olvidar que en 2019, hubo una ola de protestas feministas en CDMX y todo el país precisamente para decir «Me cuidan mis amigas, no la policía».
La fuerza pública y el uso de violencia
Ya varias organizaciones han señalado que, con la militarización del país, estos casos van a tender a aumentar y a ser más impunes.
Por ahora, sabemos que el 30.6% de los casos en los que hay intercambios con fuego entre civiles y fuerzas públicas, no fueron resultado de investigaciones u órdenes judiciales, sino de simple presencia de las fuerzas en las calles, de su patrullaje. Este mismo estudio denuncia que la tortura se usa como método de investigación.
Cuando Angela Davis y otras feministas (sobre todo negras y de color) nos dicen que las cárceles y la policía son obsoletas, se refieren a esto.
Puede ser muy complicado para quienes nacimos con ese sistema y nunca lo cuestionamos imaginarnos cómo sería ese mundo sin fuerzas armadas que nos prometen seguridad y orden, pero es momento de imaginar esas alternativas, de exigirlas.
Todo el presupuesto que se usa en departamentos de policía y fuerzas armadas puede usarse para prevenir el crimen mediante acceso a vivienda, educación, salud y otros derechos.
Podemos empezar leyendo sobre justicia transformativa, que busca no solo resolver conflictos sino comprenderlos de una forma distinta y cambiar las relaciones interpersonales.
Las historias como la de Giovanni son demasiadas y esas vidas valen demasiado como para no intentarlo.