Nunca es un buen momento para terminar una relación, pero definitivamente la época de coronavirus es peor. Estas son algunas historias.
Imagínate la situación: mantita, palomitas, Netflix… y un cuerpo caliente (o no) al cual abrazarte mientras te quedas dormida en el minuto 10 de la película de turno. Ahora, imagínate eso mismo durante unas cuantas semanas. ¿Paraíso o tortura?
El coronavirus ha llegado en forma de huracán de emociones a los hogares, a donde el confinamiento llegó con todo y sin aviso.
Y muchas parejas se han visto en el dilema de compartir convivencia con sus medias naranjas por obligación, o decidirse a usar segundas viviendas en aras de evitar peleas que pueden acabar en separaciones dolorosas.
Huir al último minuto
En este dilema se encontró Claudia, que decidió optar por la segunda opción e irse a casa de sus padres en lugar de pasar la cuarentena lejos de una relación que no iba por el buen camino.
Como si del cuento de Cenicienta se tratase, su historia de amor comenzó tan rápido como la introducción de la fábula, salvo que en este caso no había ni hermanastras malvadas ni ratoncitos que arreglasen vestidos, pero sí un príncipe azul que se moría por probarle zapatos nuevos y construir un futuro con ella.
Tanto es así que a los dos meses de conocerse se mudaron juntos. Otros tres más pasaron y la cosa se torció. Cuando se dieron los primeros casos de Covid-19 en China, la pobre Claudia veía que su reloj de cuento de hadas se aproximaba inexorablemente a la medianoche…
Y el coronavirus se extendió. Y la princesa dejó el castillo y volvió a casa de sus padres, que la recibieron con los brazos abiertos y un paquete de Kleenex bajo el brazo.
Un par de semanas de mensajes fríos y llamadas escasas de su pareja bastaron para que el hada madrina la dejase sola a su merced y en vez de carroza recibiese calabazas. La historia se acabó y ella tuvo que sufrir la ruptura en medio de una pandemia.
Terminar una relación por encierro es común
Pero si ya es dura una separación pre-Covid 19, mucho más es la situación de levantarse por la mañana y verle la cara a la persona que más deseas borrar de tu vista. Y es que los psicólogos, sociólogos y terapeutas lo llevan anunciando desde comienzos de la pandemia.
Ya en marzo, y según publica el diario español ABC, en la ciudad china de Xi´an se observó un despunte en el número de citas para procesar divorcios.
Contagioso o no, lo cierto es que en muchos otros países está ocurriendo lo mismo.
En México, sin ir más lejos, las advertencias de rupturas llegaron como crónicas de muertes anunciadas y la prensa se hizo eco de estos avisos a finales de ese mismo mes.
“El confinamiento pone a prueba las relaciones de pareja y genera mayores conflictos en las personas que no tienen una relación madura o bien establecida”, confirmaba la psicoterapeta de familia y de pareja, Wendy Mendieta Padilla al periódico digital El Sol De México.
No es fácil divorciarse
Sin embargo, y por desgracia, aquellos cónyuges que deseen poner fin a su historia de amor tendrán que armarse de paciencia y esperar un poco más, al menos en México.
Según la Guía por Afectaciones Derivadas del Covid-19 de la UNAM, en estos momentos de incertidumbre no se podrán tramitar los divorcios ya que los juzgados permanecen cerrados.
Para Susana (sin relación con Susana Distancia) esto no supone ningún problema. Ella decidió desligarse de una relación tóxica que solo le había proporcionado cuatro momentos felices: el nacimiento de sus hijos.
Susana respira tranquila, porque sabe que, en estos tiempos de Covid-19, no hubiese soportado compartir la misma casa con aquel que hacía que se le cayese encima. El coronavirus, de alguna manera, la mantiene a salvo.
Y luego está Julia… que lleva semanas sin quitarse el pijama y se pasa los días hablando sola y disfrutando de una soledad que hacía tiempo que no tenía debido a su ajetreada vida.
Julia es optimista por naturaleza y se encuentra feliz, pero reconoce que envidia un poco a sus amigas cada vez que hacen videocoferencias y las ve con su pijamas … acurrucadas al lado de sus medias naranjas.
¿Paraíso o tortura? Lo que está claro es que lo que para unas parejas, sobre todo aquellas que llevan poco tiempo juntas, el confinamiento puede significar una oportunidad para afianzar la relación y corroborar la compatibilidad en la convivencia.
Para otras, se convierte en un infierno en el que las peleas de almohadas ya no son un juego de niños y podrían entrever sentimientos más turbios.