Para nuestro primer Morras Malvestidas de 2020, entrevistamos a las hermanas Gladys y Regina Vega, fundadoras de Stendhal Store.
Gladys y Regina son dos apasionadas de la moda, como puede ver cualquiera que haya entrado a Stendhal Store, su tienda en CDMX. Sus estilos no son iguales, pero se complementan para lograr un espacio muy especial.
Regina estudió mercadotecnia, Gladys se fue por el interiorismo y juntas unen su sabiduría y poder de hermanas para hacer lo que más les gusta.
Esto fue lo que nos contaron sobre cómo han evolucionado sus estilos y en qué se inspiran:
Entrevista con Gladys y Regina
¿Cómo describirías tu relación con la moda?
Regina: Al principio compraba mucha ropa barata. Como que estaba un poco perdida. Pasé por mil etapas. Un tiempo fui Kawaii, otro boho, después odié todo y me pinté el cabello.
Ahora es una relación muy personal pero a la vez muy pública, porque proyecto hasta mi humor del día. Se ha transformado en algo muy bonito porque ya me supe encontrar.
Gladys: Empecé a bailar en la adolescencia y ahí fue cuando me empezó a gustar vestirme diferente. Esto era en la época de las Pussycat Dolls, esos eran mis referentes.
Ahora la moda es parte de mi día a día. No nada más en cómo me visto, sino pues… es mi trabajo. Ya lo veo como algo muchísimo más formal, pero sigue siendo divertido.
¿Cómo defines tu estilo ahora?
Regina: Divertido. Porque hay algo ahí raro. Hay caritas felices, hay flores.
Incluso cuando estoy siendo formal no me gusta caer en lo aburrido, siempre tengo que tener algo que incomode. Por ejemplo, si tengo que ir súper formal me gusta agregar una bolsa en forma de casita.
Gladys: Latino-urbano- sobrio. Me gusta que se note de dónde vengo, que soy latina y por eso uso varias referencias que me parece que son lo que nos hace distintos a todos los demás.
¿Tienes alguna prenda o accesorio que siempre te haga sentir poderosa?
Regina: Sí, mi saco de cuadritos [el que usa en las fotos] y un collarcito. Son prendas que me dan para arriba cuando me siento triste, son recuerdos y me hacen sentir bien.
Este saco es Valentino, lo compré hace 6 años y me costó tres mil pesos pero yo siento que fácil me lo hubieran podido dar en ocho, porque es de los 80 y la verdad es que no me lo quito.
A veces compro cosas que no sé cómo combinar y me pasó mucho con este saco: me lo ponía me veía mil horas al espejo, no sabía qué ponerme con él y ya después evolucionó.
Es como esa canción que no te gusta al principio y después dices “wey, es muy buena”.
Gladys: Pues me gusta mucho la joyería, cuando te lo pones te da un punch extra.
No soy tanto de tacones, de esa idea de antes de que te sientes poderosa cuando te pones tacones. Me empoderan más la joyería y mis uñas.
En la joyería tengo piezas súper especiales, que dicen algo diferente, o que las encontré en algún lugar raro. Les agarro cierto afecto porque sé que solo yo las tengo.
Me gusta mucho mi primer body, que es de GCDS. Lo compré antes de pensar traer la marca y hasta hoy sigue siendo mi prenda favorita de GCDS.
Y me gusta mucho también encontrar colaboraciones de las marcas porque le mete más factores que hacen diferente y única a la pieza.
¿Qué marcas o diseñadores son tus favoritos?
Regina: Es muy difícil elegir, pero Mancandy hace las cosas muy bien. Toma las tendencias y las hace muy a su modo, o hay veces que incluso le gana a las tendencias.
También me gustan mucho Boyfriend’s shirt, porque el patronaje está muy interesante y Ocelote, porque sus prendas duran muchísimo.
Con marcas internacionales estoy obsesionada con una marca que se llama Helmstedt que es de Copenhague y está hermosa y tiene muy buena calidad.
Gladys: Me inspira mucho Margiela, su forma de pensar en la moda y su proceso de diseño.
Actualmente me gusta mucho GCDS porque se me hace una marca súper divertida.
¿Dónde compras normalmente tu ropa?
Regina: No tengo un patrón repetitivo, siempre estoy chismeando y en internet, pero sí me gusta comprar en físico y tener la experiencia de ir a las tiendas.
Gladys: Soy muy específica. Si me gusta esa bolsa, busco especificamente esa, no otra.
Cuando viajamos y hacemos scouting, me gusta apoyar a tiendas que sean del lugar. Y por ejemplo, si hay una concept store, compro para ver cómo es la experiencia
Con Instagram parece que ya nada te sorprende porque ya todo lo viste. Cuando encuentras algo en algún bazar o en una tiendita o mercado, dices como “ay que bonito, nunca lo había visto”.
¿Cuáles son tus fashion icons?
Regina: Floricienta (risas) No, yo creo que Miranda Makaroff, Devon Carlson y Emili Sindlev, que es una blogger de Copenhague, yo creo que definitivamente ella es mi style icon del momento
Gladys: Me gusta mucho cómo se visten las italianas, siento que son como las latinas de Europa, muy bronceadas, muy elegantes y muy risky.
También me gusta el estilo de Gilda Ambrosio, Patricia Manfield y Shadee. Y Rihanna, todo lo que está haciendo con Fenty.
¿Qué cuentas de Instagram te inspiran?
Regina: Uy, hay una morra que amo que se llama Katie Merchant, que es lo máximo.
También estoy obsesionada con los pasteles coreanos y hay una morra que se llama Banana Haruki y son pasteles súper sencillos pero hermosos.
Gladys: Me gustan todas estas girl bosses que hacen cosas diferentes, sigo a Business Of Fashion, y a cuentas de salud mental y empoderamiento.
También otras un poco más noticiosas como las de Man Repeller, Refinery29 y a Malvestida. Medios para saber qué está pasando, es lo que hace que me inspire.
¿Cómo las une la moda como hermanas?
Gladys: Yo creo que a mi hermana y a mí nos une todo lo que hacemos durante nuestros días pero a la vez somos muy diferentes.
Y la moda es justamente esta combinación en la que podemos expresar nuestras diferencias pero llegamos a un punto en común.
Eso pasa en Stendhal Store. Ella tiene una idea muy distinta a la que yo tengo y el chiste es llegar a un equilibrio en el que nos complementamos las dos.
Regina: La moda nos une como ritual porque siempre es de qué “¿qué te vas a poner?”; «acompañame a comprar esto”; “¿cómo se ve esto?”
Gladys: Cuando éramos chiquitas, jugábamos a hojear las revistas y cada quien tenía que tocar lo que más le gustaba y no podíamos tocar la misma cosa. Y en el Buen Fin nos pasó lo mismo. Veíamos por internet y decíamos “y si compramos esto”; “no, mejor esto” y así.