Soy morena y así vivo la discriminación en México

A largo de mi vida, ser morena ha representado diferentes cosas. Es mi color de piel y lo amo, pero también vivo discriminación.

No voy a mentir y decir que siempre estuve orgullosa de mi color de piel, porque no fue así. Durante mucho tiempo ser morena me hacía sentir, sí, menos.

Hablar de un tema así nunca es fácil, y antes que nada tengo que reconocer mi privilegio. El nivel de discriminación que sufro por ser morena no se compara en lo absoluto con lo que otras personas con mi mismo color de piel sufren en este país.

Hay millones de personas que no son privilegiadas como yo, personas invisibilizadas, personas en las calles, mujeres sin recursos o sobre todo pertenecientes a comunidades indígenas.

El racismo en México es una pesadilla y aunque mi realidad es diferente a la de otras mexicanas, también puedo denunciar lo que yo he vivido por tener piel morena.

Todo empezó en el kínder

Mi mamá siempre me cuenta la historia de cuando le pregunté muy triste el por qué yo no era “rosita” como todos mis amigos en el kínder (sí, en el KÍNDER).

Siempre me sorprende pensar que desde pequeña eso ha estado en mi cabeza, lo que significa que de alguna forma u otra afectó mi autoestima y autoconcepto mientras crecía.

En mi infancia, mis papás tuvieron los recursos necesarios para inscribirme en escuelas privadas. En la mayoría de estos espacios, había pocas personas morenas.

Siempre me rodeé de amigas rubias y personas con piel blanca. Todas mis mejores amigas siempre fueron blancas y yo siempre me sentí menos.

Recuerdo escuchar que niñas no querían ser mis amigas o que no le gustaba a los niños que me gustaban en la primaria porque era morena. Me llamaban “naca” por tener mi color de piel.

No me amaba a mí misma

Recordar todo eso duele, no por los constantes insultos sino porque yo solo quería ser diferente y no me amaba a mí misma. Me encontraba en una sociedad que me decía una y otra vez que no debía hacerlo por ser morena.

En la adolescencia yo solo quería sentirme bonita como todas mis amigas blancas lo hacían. No quería tener mi piel porque eso representaba para los demás que yo no valía lo suficiente.

Siempre sentí que una persona blanca iba a ser más bonita, interesante e iba a tener más oportunidades que yo.

Sí vivo discriminación

Pero no estaba solo en mi cabeza, era una realidad. Las personas me ven diferente y tienen prejuicios sobre mí.

Recuerdo la vez que visité la tienda de una marca en un centro comercial y las señoritas me preguntaban una y otra vez si compraría algo, no paraban de checarme de arriba abajo y me decían que mejor me fuera si no iba a comprar nada, como si tuviera la intención de robarme algo de la tienda.

También recuerdo las veces que a mi papá (moreno también) y a mí nos dejaban al final de la fila en las aduanas para entrar a Estados Unidos por ser morenos. Al resto de mi familia, que no es morena, la dejaban pasar primero y sin mayores complicaciones.

Y no se diga de las múltiples veces que no me dejaron pasar a antros en zonas especificas de la ciudad por ser morena. Los cadeneros me decían que ya no intentara pasar porque en esos lugares no dejaban entrar a mujeres como yo que no daban con el “perfil del establecimiento”.

¿Parece broma no? parece broma que esto pase en nuestro país en donde el 64% de la población, según datos del Conapred, tiene la piel morena.

El racismo está normalizado

Al mismo tiempo, en la preparatoria tomé consciencia de muchas cosas. Entendí que yo era extremadamente privilegiada y que no entrar a un antro no se comparaba en lo más mínimo con la mierda por la que personas pobres o indígenas con mi color de piel estaban pasando.

Basta con notar cómo todos los días podemos escuchar palabras como nacos, delincuentes, indios, pobres o mierda, dirigidas a miles de personas con mi color de piel.

Lo que más me llena de rabia es que todos esos insultos están normalizados dentro de nuestra cultura: el racismo está normalizado en México.

Mi color de piel es mi historia

Lo que veo ahora es que mi color de piel representa a mi papá, a la piel de mi abuelito que nació y vivió en los campos de Yucatán. Representa a mis antepasados y mi familia, mi historia.

Amo mi color de piel, me siento feliz por tenerlo, por brillar cada vez que me da el solecito. Pero desgraciadamente en este país ser morena es vivir discriminación todos los días y representa tener menos oportunidades y menos espacios que las personas blancas.

México es racista y tenemos que hablar de eso.

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