Los años 90 nos dejaron moda altamente cuestionable: estampados de dragón, camuflaje, clips de mariposa, backpacks de peluche, peinados horribles, boy bands y un montón de películas cliché como: Clueless, She’s All That, Never Been Kissed, American Pie o 10 Things I Hate About You.
Pero entre todas ellas hubo una película que impresionó a muchas adolescentes excluidas, como yo, porque abordaba la sexualidad, el machismo, el poder interior, la amistad —y la enemistad— y la magia: Jóvenes Brujas (1996).
Teen movie sobrenatural
La película se centra en 4 adolescentes rechazadas que se interesan en la brujería, la cual les da identidad, las llena de poder, las une y luego las confronta.
Las protagonistas están lejos de ser las heroínas típicas de las películas para adolescentes. Sarah tiene tendencias suicidas; Nancy es pobre y con una familia disfuncional, además es acosada por sus padrastro; Bonnie tiene baja autoestima debido a las quemaduras en su cuerpo, y Rochelle es discriminada por el color de su piel.
Estas brujas no son como la rubia y adorable Sabrina, tampoco consiguen amigos ni encuentran el amor al final, bueno, ni la virginidad pierden. En cambio, sus ritos de paso incluyen excursiones en la naturaleza, levitar en pijamadas e invocar espíritus.
Siempre en la hoguera
Los principales defectos de la película son evidentes: las mujeres no podemos ser amigas, pues todas nos envidiamos [no tan] secretamente y siempre terminamos peleadas, por un hombre o por el liderazgo. Si como Nancy eres una mujer ambiciosa, fuera del canon, el poder te enloquecerá sin posibilidades de redención.
Esta idea respecto a brujas y mujeres en general continúa vigente. Por ejemplo en la película The Witch (2015) —lamento el spoiler— Thomasin se libera una vez que destruye y deja atrás todo lo que ama, lo que, al igual que Nancy, la lleva a la maldad y a la locura total.
Para las mujeres todo tiene consecuencias inmediatas y en su contra, no hay Boys will be boys o «es que así son los hombres». En la época de la cacería de brujas no importaba cuánto rezaras, ni qué tan pura fueras, en cualquier momento podías ser acusada y ejecutada.
Algo similar ocurre con la sexualidad de Sarah y Nancy, quienes son juzgadas debido a los rumores que el capitán de futbol esparce sobre ellas. Ante el reclamo de la primera, la respuesta de Chris es el impecable reflejo de los absurdos roles de género: «como hombre hay cosas que se esperan de mí».
Lo anterior no es tan distinto para nosotras, aún en la actualidad, nuestras actitudes suelen ser juzgadas y vivimos amenazadas por la condenación, siempre más cerca de la hoguera que de la salvación.
Miedo al poder femenino
Pese a sus fallas, Jóvenes Brujas se distinguió de otras cintas por sus elementos sobrenaturales y por reflejar el miedo que siempre ha causado la hermandad, que las mujeres adquieran autonomía y poder sobre sí mismas.
Además tocó temas que otras películas adolescentes ignoraban: racismo, pobreza, acoso, slut shaming, violación, suicidio, heridas físicas y emocionales, ah, y amistades tóxicas.
A más de una nos dieron ganas de encontrar nuestro propio aquelarre, nos mostró la fuerza de la amistad entre mujeres y como encontrar personas similares a ti te transforma, alquimia pura.
Hizo que más de una se interesara por la brujería, la magia, la Wicca. Además, hay que decirlo, sus uniformes eran mucho mejores que cualquier atuendo de la simpática, pero extremadamente hueca, Cher Horowitz de Clueless.
Las brujas han pasado de ser mujeres de rostro verde y nariz puntiaguda a gozar de una popularidad inimaginada. Jóvenes brujas les dio parte de eso y nos hizo saborear esa sensación única de ganar poder sobre nosotras mismas e intentar controlar nuestras vidas. Después de todo, nuestra es la magia y nuestro es el poder.