Se ven como diamantes, brillan como ellos, son tan duros como ellos, tienen la misma composición química (fundamentalmente de carbono) y cuestan lo mismo, pero la realidad es que los diamantes sintéticos han sido cultivados en un laboratorio.
Entonces, ¿podríamos decir que son lo mismo? A simple vista, las piedras sintéticas son imposibles de diferenciar de las surgidas en el subsuelo. Para poder hacerlo se necesita tecnología especial. Y ¿cómo saber ahora que lo que estás viendo es un diamante?
Por 130 años, el Grupo De Beers se ha convertido en la empresa de diamantes más grande y poderosa del mundo. Esta misma tiene todos los engranes de producción: excavación, venta y comercialización. De acuerdo con el sitio Racked, gana más de 6 mil millones de dólares anuales. Y puede producir entre 12.5 a 15 millones de quilates de diamantes por año.
Hasta ahí todo bien. Lo curioso surge al saber que De Beers ha sido un fuerte oponente de los diamantes sintéticos o piedras artificiales que se cultivan en los laboratorios. A ellos les debemos el slogan de “un diamante es para toda la vida”; también, es esta empresa la que ha apoyado la campaña «Real Is Rare» (que mediante videos deja ver la valía de estas piedras preciosas). Con este pasado, se esperaría que la empresa despreciara los diamantes salidos de un laboratorio… pero no.
El valor de una gema natural
Además de ser una piedra costosísima que figura en artículos de joyería exclusiva, su valor como material radica en que los diamantes tienen la dureza más alta y la mayor conductividad térmica de todos los materiales conocidos por el ser humano.
Algo que suma valor a su rareza es que solo se pueden encontrar en ciertos lugares del mundo. Según un informe de las Naciones Unidas, cerca del 49% de los diamantes provienen de África central y del sur, aunque se han descubierto fuentes significativas del mineral en Canadá, India, Rusia, Brasil y Australia.
Extraer diamantes de 140 o 190 km de profundidad necesita de maquinaria especializada, pero también la mano humana. De ahí que —en muchos casos— traer a la superficie estas piedras preciosas también se asocie con explotación y trabajo riesgoso.
Todo esto, sumado al brillo, al fenómeno de reflexión y a su tradición en la cultura pop da ese costo elevado a una de estas piedras. Que la empresa casi monopólica de la extracción de diamantes decida sumarse al mercado de los hechos en un laboratorio es lo que asombra.
Del otro lado, los diamantes sintéticos se forman al calentar carbón a 2,760 ºC y aplicando presión extrema con una prensa hidráulica pesada, un método llamado HPHT. Mientras que un diamante minado se forma en el transcurso de miles de millones de años, la tecnología avanzada de cultivo de laboratorio puede crear ahora diamantes en unas 500 horas de trabajo.
¿Sumar o restar?
Element Six es la compañía que hasta ahora ha estado fabricando diamantes sintéticos utilizados en herramientas industriales para los sectores de petróleo y gas, y con fines de investigación. Y ahora De Beers ha anunciado que será parte de su imperio. En 2015, la compañía le dijo a Bloomberg que nunca haría nada que «canibalice» a la industria (ya que una cantidad incontrolada de diamantes reduciría su valor).
En 2016, el sitio Racked escribió un reportaje sobre la industria de los diamantes cultivados en laboratorio. En dicho texto, un representante de De Beers dijo que la compañía ve los diamantes sintéticos como «bisutería». Ahora es parte de esta industria que vende una pieza artificial pero idéntica a una natural a partir de 200 dólares para un cuarto de quilate.
«Un diamante (extraído) de 1 quilate puede costar varios miles de dólares (Blue Nile enumera piedras de 1 quilate a partir de 3,500), mientras que los diamantes sintéticos tienen un precio mucho más bajo; Brilliant Earth, por ejemplo, vende un diamante de 1.5 quilates por 1,500 dólares», especifica el mismo sitio.
Lo que declara De Beers es que mucha gente merece tener un diamante en sus manos, de ahí que tener una pieza idéntica, aunque hecha de forma artificial, sea válido.
Si se desarrollan diamantes sintéticos que son iguales a los naturales, pero evitan la extracción de las piedras (con su respectiva contaminación y explotación laboral) y se venden a precios más «asequibles». ¿Entonces la industria está avanzando, no? Dinos qué opinas.