“Recuerdo la intensa profundidad de esa experiencia, pero no lo recuerdo todo, es imposible de explicar».
Esa frase la escuché en uno de los miles de episodios que me he aventado de The Joe Rogan Experience, el podcast creado por Joe Rogan, quien se describe a sí mismo como un “comediante de stand up/fanático de las artes marciales/aventurero psicodélico”. En ese episodio en particular, Joe habla sobre su experiencia con la molécula N,N DMT, algo que resonó muchísimo conmigo.
Hace un par de meses tuve mi primera experiencia con la molécula, la cual –algunos estudios aseguran– se encuentra endógenamente en el cuerpo humano y es elaborada naturalmente por nuestro organismo.
Entendiendo el DMT
Para entender un poco mejor cómo funciona esta molécula, hay que tomar en cuenta que el DMT o dimetiltriptamina es un compuesto psicodélico de la familia de las triptaminas. Este produce efectos psicodélicos excepcionalmente poderosos y efímeros cuando se administra en dosis mucho más elevadas a las que solemos segregar naturalmente.
Antes de someterme a la experiencia hice una investigación minuciosa de la sustancia. Suelo hacer eso cuando necesito tomar cualquier decisión en mi vida, así se trate de comprar una lavadora, cambiar de régimen alimenticio o hasta decidir si salir o no con alguien.
Y sí, si piensan probar una sustancia nueva, es muy importante estar 100% segurxs de que saben lo que hacen.
El bufo alvarius
Si te tomas el tiempo de googlear DMT encontrarás infinidad de información acerca de los efectos y variaciones de la molécula, la cual existe en forma sintética y orgánica.
La que yo probé fue la conocida como “Medicina del sapito”, la cual es extraída de un sapo llamado bufo alvarius que habita en el desierto de Sonora, México. De sus glándulas se extrae un líquido que contiene una toxina llamada bufotenina, la cual al ser combustionada se convierte en la sustancia activa 5MeO DMT orgánico.
Tras un par de horas de investigación sobre el 5Meo DMT –que se dice es el psicodélico más potente conocido por el hombre– y de darle vueltas en mi cabeza, decidí tomar la Medicina del bufo alvarius. Aunque todo sonaba bastante intenso, el hecho de saber que la sustancia también la producía mi organismo me tranquilizaba un poco y calmaba el miedo de “quedarme atorada en el viaje” o simplemente no regresar.
Lo cierto es que llevaba varios meses en terapia, sesiones de meditación y otras actividades que me estaban ayudando a salir de una etapa de profunda depresión y ansiedad. Vengo de una familia un tanto disfuncional (¡y quién no!), pero he dedicado la mayor parte de mi vida a tratar de permanecer del lado de la luz, estar en paz conmigo y el mundo, por lo que quería sacar el mayor provecho a la medicina.
Mi objetivo no era solo experimentar «un viaje», pues aunque no tenía ni idea de lo que estaba por suceder, algo en mi interior me decía que esto iba a cambiar mi vida.
Abrir nuevas puertas
Finalmente hice mi cita con una facilitadora de la medicina del bufo alvarius. Desde que llegué al lugar y la conocí vi que compartíamos gustos musicales y de moda, y eso me hizo sentir mucha tranquilidad. Ella me platicó sobre el procedimiento y sin más me senté sobre un colchón en el piso para inhalar la medicina.
Durante la experiencia, la facilitadora fue guiando mi viaje con música de relajación, incienso y cuencos tibetanos.
En un viaje de tan solo 15 minutos algo cambió en mí, algo me hizo despertar.
Mi lenguaje no podría alcanzar a explicar todo lo que pasó por mi cerebro, corazón y alma, pero podría decir que ha sido de las mejores y más lindas experiencias que he vivido a mis apenas 31 años. Como bien dice el antropólogo Jeremy Narby en el documental From Neurons to Nirvana: The Grate Medicines, «When you see you can’t unsee».
Un despertar del alma
Hoy, meses después de haber probado la medicina del bufo alvarius me siento mucho más tranquila y en paz. Es cierto que no hay solución definitiva a nada, simplemente es una puerta a una nueva forma de vivir.
Sigo teniendo altas y bajas, pero ahora sé que lo único de lo que tengo control es de cómo reacciono ante esto, y decido responder siempre desde el fondo de mi corazón. Aunque sigo tropezando y aprendiendo, sé que soy un ser humano en constante evolución.
Vengo de una familia de mujeres depresivas y con trastornos de ansiedad que han luchado con eso por generaciones. Vi sufrir a mi papá a causa de un cáncer que le quitó la vida y que, hoy sé, que la marihuana en su uso medicinal hubiera sido de mucha ayuda.
Hoy es tan común y triste escuchar que hay miles de personas en el mundo que viven gracias a los antidepresivos y ansiolíticos o sobrellevan difíciles tratamientos con medicinas controladas por la industria farmacéutica y/o gobierno y ocultan los efectos secundarios.
Terapias alternativas
Siento que es momento de soltar todas esas tontas creencias y prejuicios acerca de las drogas naturales y los psicodélicos. Estas moléculas que están en la naturaleza y en nosotros, están ahí para ayudarnos. Y tal vez no para entender nuestra propia existencia, sino para despertar y darnos cuenta de que la vida es movimiento, que todo es impermanente y todos somos uno.
La información es poder. Y si lo que escribo resonó en tu corazón y quieres saber más al respecto, existe una organización educativa y de investigación sin fines de lucro que desarrolla contextos médicos, legales y culturales para que las personas se beneficien de los usos cuidadosos de los psicodélicos y la marihuana. Se llama Maps y este es su sitio.
Pienso que debemos enseñar el uso consciente de estas substancias a las siguientes generaciones y pasar al siguiente nivel. No estamos separados, somos parte de todo. Estamos hechos de drogas.