Ser feminista genera más preguntas que respuestas, te enfrenta a tu educación, a tus seres queridos, a la sociedad entera. A veces el camino se ve muy solitario y lleno de obstáculos, así que siempre sirve tener a una role model, una mujer que tenga éxito y congruencia, que su activismo no esté peleado con su sentido del humor, que alce la voz cuando todo va mal. Quería una Mamá del Feminismo, básicamente.
Pero ninguna mamá es perfecta y eso se aplica a las Mamás del Feminismo. Igual que muchas, yo hago corajes cuando celebridades y figuras públicas responden que no son feministas cuando les preguntan, porque sus razones suelen estar plagadas de clichés y malentendidos («es que yo quiero mucho a los hombres», «es que no quiero quemar mi bra», «es que más bien soy humanista»), pero cuando analizo lo que le pasa a las mujeres que sí se ponen la etiqueta, entiendo que otras no quieran pasar por el mismo escrutinio.
Feministas famosas
Desde Beyoncé hasta Taylor Swift, pasando por Amy Schummer, Tina Fey y Lena Dunham (¿notan que casi todas son blancas?), estas celebridades son cuestionadas a cada paso, como si decir «soy feminista» fuese lo mismo que afirmar «soy perfecta». Todas sus decisiones personales y profesionales son analizadas bajo la lupa de la etiqueta y obviamente ninguna puede salir ilesa del análisis, porque eso sería imposible.
Una de mis mejores amigas suele preguntarme qué cosa horrible han hecho las personas a las que admira, para que la decepción llegue lo más pronto posible antes de ilusionarse demasiado, como quitarse una curita.
No es seguro encumbrar a ninguna feminista famosa porque, sin duda, va a caer de ese pedestal, mientras que los medios y el público se regodean: otra mujer que resultó ser un ser humano de carne y hueso, que no siempre es congruente, que tiene puntos ciegos que a veces son cráteres enteros.
De la admiración a la decepción
La verdad es que yo soy parte de este ciclo mediático. Todas las mujeres que mencioné antes me han decepcionado en algún momento. Amy Schummer y Lena Dunham reciben tantas críticas que son incapaces de aceptar cuando algunas son acertadas. Taylor Swift parece solo preocuparse por la equidad de género cuando recibe una afrenta, pero no se ha pronunciado sobre causas que afectan a mujeres menos privilegiadas. Tina Fey tiene un serio problema de slut-shaming. Bey permitió que Jay-Z incluya un verso misógino en Drunk in Love. Y así podría seguir…
Así que he estado pensando mucho en qué le pediría a una Mamá Feminista ideal. No es que no cometa errores, sino que sepa reconocerlos, que sepa cambiar y evolucionar su discurso, que demuestre que quiere no solo ser La Feminista Famosa sino elevar a otras mujeres que no cuentan con la misma plataforma.
No hay feministas perfectas
No creo que nadie tenga que ser perfecta, pero sí estoy convencida de que, como le dijo el tío Ben a Spiderman, tener una voz implica una responsabilidad para con todas las que no la tienen, sobre todo cuando el feminismo se convierte en parte de la «brand» de una celebridad.
Si está ganando dinero y oportunidades con base en un discurso promujeres, es justo que éste sea cuestionado. Lo que no es justo es pensar que las metidas de pata «le quitan legitimidad al movimiento». El feminismo no es unas cuantas mujeres en vestido de diseñador hablando sobre equidad, el feminismo somos todas las que lo construimos día y con día y nadie nos lo puede arrebatar.
En mi búsqueda por una Mamá Feminista, lo que he encontrado es que quienes en verdad me inspiran son mis amigas que escriben con sinceridad sobre su cuerpo, las que todos los los días batallan contra trolls y amenazas, las que desmenuzan con maestría y humor los argumentos machistas, las que organizan eventos contra el odio, las que no tienen los reflectores encima pero me hacen sentir acompañada y esperanzada.
Ya no necesito a una feminista modelo, porque tengo una comunidad. Está bien que las mujeres poderosas pongan al feminismo en los medios masivos, pero yo dejaré de ver hacia arriba para fijarme en quienes están a mi lado.