Texto. Anónimo
Desde que tengo quince años he estado involucrada en relaciones monógamas y “estables”, hasta hace unos 9 meses (ya va a nacer mi bebé de la soltería) que terminé con mi último novio. En el intermedio de cada relación estuve “soltera” por un máximo de cuatro meses.
Sí, podría parecer que estoy loca, lo sé, pero así ha sido, de alguna u otra manera mi ingenuo cerebro se convencía de que comenzar una nueva relación era la respuesta para cerrar un círculo vicioso del que ya no quería formar parte. Pero no, estimados lectores y lectoras, esas eran puras mentiras y trampas mentales. Como si la respuesta obvia no fuera “intenta estar sola, a lo mejor y te gustas… y mucho”.
Sin embargo, henos aquí calificando caras y cuerpos en Tinder cada madrugada de aburrimiento y soledad. Inventándonos cada día nuevos pretextos para no mirar hacia adentro, porque siempre habrá algo más “atractivo” a lo que prestarle atención ahí afuera.
De uno a tres amantes…
Hoy en día tengo un promedio de tres parejas bastante regulares, diría yo. Y sí, la pasamos bien, todos están enterados de la situación y los términos y, de hecho, ellos igual cuentan con las mismas libertades que yo y pueden ver a cuantas personas más quieran. Claro que esto trae sus propias complicaciones.
De entrada, si incluso teniendo una relación de pareja estable y monógama tenemos la responsabilidad de usar condón, imagínate con las relaciones polígamas en las que además tus amantes viven bajo el mismo régimen que tú. No puedes fallar. Nunca. No lo hagas.
Además de esta básica cuestión del cuidado de tu salud y la de tus amantes, también hay otros temas que diariamente tienes que malabarear. Pareciera que no, pero eventualmente te das cuenta de que unos te gustan más que otros y las razones pueden ser muchas. Hay que saber organizarse para repartir los días de la semana equitativamente y que nadie se queje demasiado por tu ausencia, porque, en efecto, si uno se ausenta por un tiempo “largo» alguien terminará por resentirlo.
¿Y los celos?
En cuanto a los celos, nada. Hasta el día de hoy nada, de verdad, nada. En este ámbito, honestamente, tener varias relaciones polígamas no se parece en nada a tener una relación monógama estable. Nadie te reclama por pasar tiempo con otros amantes. Y ni siquiera te surge a ti la inquietud de meter tu queja con algún amante porque vea a otras personas. Si esto llegara a pasar, cuidado, puede ser que alguien se esté interesando en cambiar el formato de la relación, y la dinámica tendría que replantearse para llegar a nuevos acuerdos.
Hasta hoy no he llegado a la etapa final de un amante en la que lo tengas que depurar para dar paso a los que siguen. Me parece que estoy cerca pero todavía no arranco el proceso, así que no puedo dar muchos detalles de cómo creo que funcionan los cierres en este tipo de relaciones.
Supongo que se trata, básicamente, de decir las cosas como son, friendzonear de todo corazón y poner nuevos límites en los que te puedas sentir más cómoda. Y si la otra persona no accede con facilidad, quizá lo mejor sea pedir espacio y dejar que las cosas se acomoden solas.
Relaciones polígamas incomprendidas
También debes considerar que a pesar de que nuestra cultura se ha ido abriendo lentamente a aceptar, o tristemente “tolerar” nuevos formatos de relaciones, las polígamas ni siquiera han comenzado a formar parte de la discusión. Digo esto porque existe la posibilidad de que no todos estén de acuerdo o puedan entenderte, y puede ser que, para variar, alguien a quien no tengas que darle explicaciones te las quiera pedir.
Yo no me preocupo demasiado, tampoco es algo que le vaya contando a todo el mundo, pero al menos mis amantes están al tanto. Con eso estamos, hasta ahora, cómodos todos. No es un tema que divulgue entre mi familia o en mi oficina, y esto es simplemente por falta de ganas de dar una explicación lo suficientemente clara para que puedan entender mi punto de vista sin querer convencerme de que estoy cometiendo un error y que me puedo hacer daño (como si eso no pudiera pasar con absolutamente cualquier decisión que tomes).
Encontrando el equilibrio
A decir verdad, cuando empecé con todo esto, sí tenía una sensación de “estarme metiendo en problemas”. Bastó con ser honesta conmigo misma y con los demás para dejar de sentirme culpable. A veces me siento algo egoísta por sobreponer mis ganas de ver más a uno que a otro, o cancelar porque prefiero dormir, pero luego recuerdo que puedo hacer lo que yo quiera con mi tiempo libre.
Otra peculiaridad que he experimentado en estos meses es que sigo sin encontrar el equilibrio emocional (si es que éste se llega a encontrar). Es cierto que tengo ligeramente más tiempo para regalarme a mí misma, para cuestionarme, para escucharme, para alinearme con mis más profundos anhelos, pero sigo perdiendo los ánimos de vez en cuando y extrañando mi última relación estable de pareja.
Y no porque piense que haya sido la relación perfecta, porque por supuesto que no lo fue, pero el corazón no entiende razones y como se ha dicho siempre, lo que se necesita es tiempo. Y, por otro lado, también una enorme dosis de paciencia. Porque ni con 3 o 25 amantes vas a conseguir cambiar un sentimiento que no te has dedicado a observar y trabajar. Esa es la verdad, esa es mi verdad. Digamos que no soy menos feliz ahora pero tampoco soy más feliz por tener varios amantes.
No hay una sola forma de vivir relaciones polígamas
Así que no, no tengo una receta para encontrar el equilibrio en las relaciones románticas o sexuales monógamas o polígamas y no creo que nadie la tenga.
Me parece que la única salida es probar, atreverse a nuevas dinámicas, darse de topes, quizá, pero continuar y abrir bien los ojos y el corazón para en el camino poder ir aprendiendo qué es lo que quieres y qué no. Y así mismo tener la capacidad de reconocer, con humildad, que nuestra condición humana siempre estará ligada al cambio. Así que no hay que obstinarse con ninguna respuesta, pues ninguna es definitiva.