Son las 7:30 de la mañana y mientras sirves tu cafecito de confianza empieza a vibrar tu celular. Es tu jefx en WhatsApp pidiendo que por favor le mandes un reporte cuando entres a las 9am. ¿Tu mañana? Arruinada, porque ahora estás pensando en el trabajo antes de tu hora de entrada.
Muchísimas personas viven esto de manera cotidiana, pues pareciera que algunas empresas no han entendido que necesitamos –y es nuestro derecho– desconectarnos del trabajo, así como usar herramientas que nos permitan dividir claramente nuestra vida personal de la profesional.
Por eso el comité para existir suavecito de Malvestida preparó esta guía políticamente incorrecta, pero necesaria, para poner límites en el trabajo.
Puedes enviarle esta guía a tu jefx de manera indirecta compartiéndola en tus redes sociales. Caballo de Troya di. Procede con precaución.
Guía para poner límites en el trabajo
1. Tu adicción al trabajo no es mi problema, ansory
Todxs hemos conocido a esa persona adicta al trabajo que contesta mails a las 10 de la noche o manda recordatorios los sábados. Y aunque de verdad esperamos que esa persona encuentre paz en su corazón para validarse más allá de su chamba, hay que entender que no es nuestra responsabilidad cargar con su obsesión laboral o ir a su ritmo.
Puede ser tentador contestar con un “ok” a ese mail nocturno para quedar bien con tu colega, pero resiste la tentación. Rompe el ciclo de abuso. Mejor puedes sugerirle que programe los mails o mensajes para que lleguen en tu horario laboral.
2. No quiero ver presupuestos en la misma app que sexteo
Con tantas herramientas increíbles, prácticas e incluso gratuitas para gestionar el trabajo digital, que tu oficina se empeñe en seguir organizándose en grupos de WhatsApp no es aceptable. Nadie quiere hablar de presupuestos y reportes en la misma red social en la que sextea y manda nudes. Basta.
Una solución es migrar a un sistema como Slack, Trello o Asana, por nombrar algunas.
¿Hay una curva de aprendizaje? Pues sí, pero te prometemos que va a valer la pena cuando descubran que pueden encontrar todo lo que necesitan en un solo lugar y además organizado por fecha, persona responsable y hasta colorcito personalizado.
3. No me fui “temprano”. Es mi hora de salida
Esa cultura tóxica de no irse de la oficina hasta que se vaya la persona de mayor rango es nefasta. No autorizamos, amistad.
A algunas personas se les ha hecho tan natural nunca salir a la hora en la que termina su horario que cuando logran hacerlo piensan que salieron “temprano”. Basado en hechos 100% reales. Pero ya no más. Tu horario laboral debería ser suficiente para cumplir con tus tareas laborales.
Entendemos que en ciertos momentos pueden existir eventualidades, pero deberían ser excepciones a la regla.
4. Después de mi horario no estoy disponible
No tienes obligación de contestar ningún mensaje después de tu hora de salida, y si te dicen lo contrario les sacas la NOM-037-STPS-2023 publicada en el Diario Oficial de la Federación en junio de 2023.
En ella se establece el derecho a la desconexión, definido como el “Derecho de un trabajador a apartarse del trabajo (incluida la desconexión de las tecnologías de información y comunicaciones de manera digital) y abstenerse de participar en cualquier tipo de comunicación con el centro de trabajo al término de la jornada laboral, en los horarios no laborables, vacaciones, permisos y licencias”. O sea que ni el mail, ni el mensaje. Fuera de horario no es tu obligación responderle a nadie.
Para dejarle un amable recordatorio a tus colegas puedes programar mensajes de ausencia. En WhatsApp, por ejemplo, la versión business te permite establecer un horario de trabajo, para que cuando alguien que no esté en tu círculo selecto te escriba le llegue la notificación de que no estás disponible.
Poner límites en el trabajo es cuidar tu salud mental
Sabemos que muchas de las cosas que proponemos en esta guía para poner límites en el trabajo quizás no dependan de ti. Es más, es probable que tus colegas giren los ojos cuando se las platiques, pero es súper importante entender que estas no son exigencias descabelladas o caprichos, sino derechos laborales que permitirán que hagamos nuestro trabajo y cuidemos nuestra salud mental.
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