¿La moda de la hiperdelgadez de los 90s y 2000 está de regreso?

Advertencia. Este texto contiene menciones sobre Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA).

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Tenía 10 años cuando por primera vez estuve en una «plática especial» sobre la anorexia y bulimia. Fue en un campamento de verano, en donde los organizadores invitaron a un médico que nos contó lo peligrosos que podían ser los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Era 2001 y, en los siguientes años, estas «pláticas» se volverían cada vez más recurrentes.

A finales de los 90 e inicios de los 2000, la delgadez era la norma explícita. En la televisión, revistas, pasarelas, publicidad solo se veían los cuerpos de mujeres muy delgadas. Incluso se hablaba del cuerpo heroin chic, una moda controversial que marcaba la delgadez extrema, haciendo referencia a personas adictas a la heroína, como algo aspiracional.

Mis caderas comenzaron a ensancharse durante la misma época en la que Jennifer Lopez era objeto de crueles burlas por tener nalgas y caderas pronunciadas. Y Kate Moss ya se había consolidado como una supermodelo y también como ideal de delgadez.

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Una frase de la supermodelo: «nothing tastes as good as skinny feels (nada sabe tan bien como se siente estar delgada)» se volvió un mantra y mandato para una generación, consciente o inconscientemente.

Sin olvidar los pantalones a la cadera. Esa prenda que, después de su auge en los años 70, regresó con todo en el 2000. Con horror, las niñas y adolescentes de ese entonces descubrimos que nuestros estómagos, con sus texturas y pliegues, no entraban en el estándar que esa moda establecía de un abdomen súper plano.

Personalmente odiaba mi cuerpo. No se veía igual al de las actrices, modelos y cantantes que estaban en todos lados. Al parecer no tenía remedio y lo único que podía hacer era ocultarme detrás de ropa más o menos holgada y evitar a toda costa usar un traje de baño.

Pasé muchas noches llorando, sintiéndome inadecuada, insuficiente por no tener un cuerpo delgado, y repitiéndome al mismo tiempo: «mi cuerpo es perfecto como es».

La aspiración por la delgadez y los TCA en los 2000

En medio de ese bombardeo de imágenes de mujeres flacas, mayoritariamente blancas y por lo tanto hegemónicamente «bellas», algo pasó. Entre mis compañeras de la escuela y amigas era cada vez más común saber de alguna que pasaba mucho tiempo sin comer o que comía «muy raro» para estar más delgada.

Sabíamos que existían blogs enfocados a dar consejos sobre cómo bajar de peso rápido sin que tus papás se enteraran. En algunos foros de internet había términos y siglas para hablar de la anorexia y bulimia en una especie de código.

Los trastornos de la conducta alimentaria no eran algo nuevo, ni surgieron propiamente en los 2000. Sin embargo, los cánones de ese entonces parecían haber detonado un auge en la conversación sobre los TCA.

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Por ejemplo, entre 1997 y 2003 en la Ciudad de México, en ese entonces Distrito Federal, hubo un incremento de las conductas alimentarias de riesgo en adolescentes entre los 12 y 17 años (de 3.4% en 1997 a 9.6% en 2003 para las mujeres; y de 1.3% en 1997 a 3.8% en 2003 en hombres), de acuerdo con un estudio basado en la Encuesta Mexicana de Salud Mental del INEGI.

En 2007, la película mexicana Malos Hábitos, dirigida por Simón Bross, presentaba la anorexia y bulimia como punto central de conflicto. Además, el director usó como giro narrativo el rumor de que las tuberías de las secundarias y prepas capitalinas estaban muy dañadas a consecuencia del vómito de las estudiantes.

La conversación también se comenzó a amplificar en los medios. En 2007, la modelo francesa Isabelle Caro posó completamente desnuda en una campaña de Benetton para alertar sobre los peligros de los trastornos de la conducta alimentaria. Ella vivía con anorexia y cuando posó pesaba 31 kilos, midiendo 1.65.

En su blog, Isabelle compartía fuertes mensajes en contra del mundo de la moda que glamouriza a mujeres híper delgadas a costa de su salud. «Pude asistir a distintos desfiles y constatar tristemente los picos de los huesos que sobresalen entre las ropas, la tez enfermiza de las modelos (…) la delgadez no rima con la belleza sino con la muerte», escribió en 2008.

La llegada del body positivity y la transformación del ideal femenino

Conforme pasó el tiempo, las expectativas fueron cambiando… más o menos. Gracias a las redes sociales, había personas (famosas y no tanto) que comenzaron a confrontar los discursos, prácticas y contenidos gordofóbicos en los grandes medios.

Tess Holliday, modelo y activista, lanzó en 2013 @EffYourBeautyStandards que surgió como respuesta y desafío a las imposiciones de la delgadez y a los estándares eurocéntricos de la belleza. En 2014 se popularizó el movimiento body positivity desde un discurso que propone que amemos nuestro cuerpo tal como es. En 2016 Mattel sacó una línea de Barbies con cuerpos diversos.

Enero sin dietas: la resistencia en el mes de la gordofobia

Poco más tarde, con la popularización del feminismo en la cultura vinieron olas de denuncia contra la gordofobia, incluyendo el hashtag #MiPrimeraDieta en 2018 y las confesiones de miles de mujeres sobre lo que hicieron con tal de mantenerse delgadas y cumplir con la presión de serlo.

Parecía que ya no le debíamos belleza ni tallas a nadie. Pero parafraseando True Detective (2014), el tiempo es un círculo plano y todo lo que hemos hecho o haremos pasará una y otra vez. Y es así como vemos ahora el regreso de una moda que para quienes la vivimos en el 2000 detona algunas inseguridades.

Los crop-tops diminutos, los pantalones a la cadera y minifaldas, tal y como las llevan Olivia Rodrigo, Sydney Sweeney, Gigi Hadid y Willow Smith.

A mis 31, veo las señales y no puedo evitar pensar que se impondrá de regreso el modelo de cuerpo híper delgado. ¿O en realidad nunca se fue?

Por ejemplo, para la MET Gala de este 2022, Kim Kardashian —una de las mujeres más ricas, poderosas y famosas del mundo, según Forbes— reconoció que hizo una dieta extrema para bajar de peso en el menor tiempo posible para poder usar el vestido nude de Marilyn Monroe, y en posteriores entrevistas dijo que estaba dispuesta a comer mierda con tal de mantenerse joven.

El regreso de los pantalones a la cadera se encuentra con la resistencia antigordofóbica

Sin embargo, ahora el contexto es diferente. El poderoso activismo contra la gordofobia y a favor de la justicia corporal nos ha enseñado que nuestra reticencia a ver cuerpos diversos es sistémica y estructural; que un cuerpo gordo no es sinónimo de enfermedad, que los cuerpos atléticos no son sinónimo de delgadez y que es la ropa la que tiene que ajustarse a nuestros cuerpos y no al revés.

En febrero de 2021 Paloma Elsesser apareció fabulosa mostrando su abdomen en la portada de la revista I-D, vestida con una falda acaderada Miu Miu. Y en redes sociales, como nunca antes, podemos ver esta moda en cuerpos de todas las tallas y edades.

Sí, los pantalones a la cadera se aferran a su regreso. Los diminutos crop-tops ya están aquí. Pero esta vez no son exclusivamente para los cuerpos delgados.

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