Seguramente ya has visto en tu feed de Instagram fotos que muestran el antes y después de personas que decidieron pasar por algún proceso para perder kilos: ir al gimnasio, hacer dieta, probar algún producto «milagroso» o incluso cirugías.
Estas fotos son una estrategia de mercadotecnia frecuente en la industria fitness y de la belleza como una forma de «motivar», pero también son utilizadas por los especialistas para «validar» sus conocimientos o productos, garantizar resultados y prometer que, así que a otras personas les ha ido, a ti también.
Recuerdo mi primera foto de antes y después. Fue cuando me inscribí a un gimnasio con mucha ilusión de obtener ciertos resultados. Frente a un muro, posé como la persona que jamás quería volver a ver frente a un espejo. Tres meses después posé nuevamente, pero ahora con una gran sonrisa y sosteniendo un letrero que decía «perdí X kilos en X meses».
«Las fotos del antes y después son la representación de la posibilidad, de lo que supuestamente tú puedes lograr con suficientes ganas y disciplina. Sin embargo, normalizan varias conductas que social e individualmente son nocivas»
Noris V. Garicaguirre
Mi foto del antes y del después quedó exhibida en ese mismo muro frente al que posé. Me llenaba de mucha satisfacción y orgullo, había logrado mi meta y sólo me había tomado tres meses. Pero, después, eso ya no me fue suficiente y decidí llevar mi propio registro fotográfico de mis avances. Mes con mes juntaba las fotos y hacía un collage que me permitía apreciar cada cambio de mi cuerpo… esto ocurrió por dos años.
Con el paso del tiempo, lo que empezó como un ejercicio de motivación se convirtió en un motivo de frustración y obsesión: anhelaba ver cambios en cada foto y cuando esos cambios no eran visibles me sentía avergonzada, fracasada y culpable. ¿Quién era yo en medio de una foto del antes y una del después? Qué importaba.
En eso momento no me percaté de lo que estaba pasando, es ahora cuando veo la razón de mi malestar: compré entera la historia de que entrenar sólo se refleja en cambio físicos y que estos cambios son la mejor evidencia de que estoy entrenando adecuadamente. La historia más vieja de la cultura del fitness tóxico: solo se trata del resultado, no hay un durante, no hay un después del después, no hay un cómo, ni un por qué.
Bye, fitness tóxico: ¡hola, vida activa con compasión y amabilidad!
¿Por qué las fotos de antes y después son problemáticas?
Las fotos del antes y después son la representación de la posibilidad, de lo que supuestamente tú puedes lograr con suficientes ganas y disciplina. Sin embargo, normalizan varias conductas que social e individualmente son nocivas. Estos son cinco puntos problemáticos de las fotos del antes y después.
1. Las fotos del antes y después alimentan la idea de que la salud es algo que se puede juzgar a simple vista.
El camino entre un antes y un después puede estar lleno de conductas autodestructivas, como entrenamiento excesivo, seguir dietas extremas, trastornos alimenticios, descanso insuficiente…, ¿entonces por qué asumimos que el resultado es definitivamente más saludable?
En esta sociedad gordofóbica, celebrar cuerpos delgados o, en este caso, cuerpos que han adelgazado, sólo es un síntoma más de lo normalizado que tenemos hacer lo que sea con tal de tener un cuerpo más delgado. Pero contrario a lo que se vende, no hay garantía alguna de que el cuerpo que estamos viendo en la foto del después sea más sano que el del antes.
«El camino entre un antes y un después puede estar lleno de conductas autodestructivas, como entrenamiento excesivo, seguir dietas extremas, trastornos alimenticios, descanso insuficiente…, ¿entonces por qué asumimos que el resultado es definitivamente más saludable?»
Noris V. Garciaguirre
Las personas somos diferentes y la salud abarca algo enorme, no es que se tenga o se pierda y definitivamente no es algo que se pueda diagnosticar mediante una foto o una talla. La salud es multifactorial, es decir, depende de cuestiones sociales, ambientales, económicas, genéticas y, por supuesto, en alguna medida individuales.
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Entonces, es atroz, falaz e irresponsable promover «salud» mediante solo fotos y programas de pérdida de peso.
2. Estigmatizan la diversidad corporal.
Em Smyth cuenta que a través de las fotos del antes y el después lo que se está diciendo es que la persona que está en la foto del después es más valiosa que la persona que está en la imagen del antes, y lanza la pregunta «¿por qué debo sentirme como un fracaso en mi propio cuerpo sólo porque representa el antes de alguien más?»
Es muy comprensible que sintamos el deseo de vernos como en esas fantásticas fotos del después, y es que todo a nuestro alrededor nos grita constantemente que nuestra existencia sólo es válida, o que sólo se puede ser feliz, teniendo determinado cuerpo.
Esto deshumaniza y margina a las personas cuyos cuerpos no entran en esas normas. Entonces, las fotos del antes y el después son el epítome de la celebración de la homogeneidad corporal, pues todas y cada una de ellas tienen la misma narrativa de un cuerpo acercándose a la norma (cueste lo que cueste).
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«Por supuesto que esto no se trata de señalar a las personas que deciden llevar a cabo estos procesos de transformación o que se toman fotos del antes y el después para registrar los cambios en su cuerpo. Es su cuerpo y es su decisión, todos nos merecemos habitarnos en paz y tomar las decisiones que nos permitan lograrlo. Sin embargo, igual podemos reflexionar sobre la manera en que contribuimos a un sistema que violenta la diversidad corporal».
3. Las fotos del antes y después simplifican e invisibilizan el proceso y todo lo que hay en él.
En estas prácticas la única protagonista es la pérdida de peso. Esto simplifica el proceso e incluso puede llegar a ocultar información con el puro objetivo de vender. Generalmente reducen todo a «ve al gimnasio y entrena» o «haz dieta»; muestran un camino lineal que es falso bajo la premisa de que «si alguien más pudo, yo también puedo».
Pero cuando inicias un proceso de entrenamiento hay varias cosas que debes tener en cuenta para que el proceso sea sostenible, amable y llevadero. No sólo se trata de hacer ejercicio, dieta y tener disciplina; estas son solo tres variables en medio de un universo.
También es importante entender que no todas las personas pueden invertir tiempo, dinero y recursos emocionales. Cada persona atraviesa una situación de vida diferente.
«En los procesos de entrenamiento y de iniciación a la actividad física hay altibajos, hay curvas de aprendizaje, hay tiempos y esfuerzos diferenciados entre personas, e incluso aunque estos tiempos y esfuerzos fueran iguales nuestros resultados no serían idénticos, tenemos que dejar de pretender que sí».
Pero sobre todo, cada cuerpo es diferente. Como dije en este texto: «podríamos entrenar lo mismo, comer lo mismo y dormir lo mismo y nuestros cuerpos aún así serían diferentes».
4. Lo reducen todo a la responsabilidad individual
No hablar del proceso omite por completo la existencia de otros factores y situaciones de vida que hacen que estas transformaciones corporales sean más accesibles para algunas personas. Michael Hobbes ha hecho una investigación exhaustiva en torno a cómo, en general, los factores sistémicos son más relevantes en estos procesos que la responsabilidad individual.
Esta fórmula de nula información que siguen las fotos del antes y el después no es accidental. Estas fotos, engañosamente, nos dicen que hay un «algo» que no estamos haciendo para cumplir esa transformación en nosotres mismes.
La falta de información en estos procesos es precisamente para mantener la ilusión de que si falla es porque tú hiciste algo mal. La prueba es que a otras personas sí les ha funcionado (supuestamente).
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Lo cierto es que quizá el producto no falló (o quizás sí, para qué negar que muchas de estas cosas son castillos en el aire), pero tú no fallaste, tu cuerpo no falló, no hiciste nada mal, seguiste el proceso tal como te lo presentaron y no te dijeron que no se trataba sólo hacer ejercicio, dieta y tener disciplina, sino de que hay muchos otros factores involucrados en esas transformaciones.
5. Dan la ilusión de un final
¿Y ya que llegaste al «después»? Nuestros cuerpos no se quedan congelados y estáticos en una talla y en una forma, como sí lo puede hacer una foto del después. No somos un producto acabado.
Tal como en algunos cuentos, la historia termina cuando la princesa se casa con el príncipe y no sabemos más. Esta es la misma historia que nos cuenta la industria del fitness tóxico: que hay una versión final de nosotres mismes y que a partir de eeso todo sera fácil y feliz, pues ya pasamos por lo más difícil (habitar nuestro cuerpo gordo, no-normado).
Pero nuestros cuerpos no tienen una forma final, en realidad la única constante es el cambio. Cada minuto, nuestro cuerpo cambia, nos atraviesan ciclos hormonales, ciclos de sueño, lo que podemos comer en un momento u otro de nuestras vidas, niveles de estrés y nuestra situación en general, hay momentos de nuestra vida en los que podremos entrenar con intensidad y habrá otros en los que tal vez no nos sea posible ni entrenar un poco.
El después que vemos en la foto es un instante, un instante posado, editado, controlado y presentado para contar una historia pero no la realidad.
En medio de todo este mito de que «un cuerpo más delgado es nuestra razón de ser» se encuentra de verdad nuestra vida andando; proyectos, historias, tristezas, alegrías, familias, aventuras, carreras y un sinfín de cosas más ocurriendo, nuestros sueños, añoranzas, nuestras ambiciones y en general nuestra existencia no se detiene ni se congela por la posibilidad de un cuerpo delgado, somos seres maravillosos llenos de instantes infinitos; el antes y el después solo son dos de esos instantes.