Me aferro a ser madre: racismo y maternidades

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Por desgracia, el racismo está presente en cómo pensamos las maternidades. No todas las madres valen lo mismo para la sociedad ni todas son juzgadas igual. Para algunas mujeres, ser madres es una manera de resistir.

Por: Marycarmen Lara-Villanueva

Para muchas mujeres Negras, Indígenas y racializadas, ser madres es un acto revolucionario. La lucha por nuestra maternidad supone resistir sistemas racistas, clasistas y otras formas de violencia estructural e interseccional. 

Estas matrices de opresión y violencia algunas veces terminan impidiendo nuestras maternidades. Es el caso de las madres migrantes que pierden a sus hijas al cruzar el Río Bravo o en el traicionero océano Atlántico. O las madres racializadas y precarizadas que pierden a sus hijos a causa de la brutalidad policial y la violencia del estado. 

Nosotras sabemos que maternar es cuidar la vida, poner a nuestras comunidades al centro y procurar el bienestar de todas, todos y todes, incluyendo a los niños y los hombres de nuestras comunidades. 

Me aferro a elevar la experiencia maternal de las mujeres Negras y racializadas, Indígenas, migrantes,  precarizadas, discapacitadas, enfermas, neurodivergentes, etc. en un mundo que no procura nuestra existencia,  ni  la de nuestras crías. Es así, que a pesar de ello, insistimos en ser madres: porque nos aferramos al futuro.  

Para nosotras, la maternidad es una lucha por la vida. Y siempre lo ha sido.

Feminismos y maternidades

Aunque memes como los de de Karen y #CállateBlaca han sido herramientas que facilitan dialogar acerca del racismo que ejercen las mujeres blancas, nos falta hablar más de las madres blancas y de las feministas blancas que se adscriben al discurso feminista antimaternal.

El análisis de la maternidad siempre va a iluminar procesos políticos. Desde una perspectiva feminista, generalmente ser madre se articula como una institución patriarcal y un sitio de opresión. Sin embargo, otros feminismos nos permiten otras posibilidades de análisis.

Como muchas mujeres y madres racializadas, me alejo del feminismo con un poco de dolor. Sandy Grandre ((Sandy Grande, “Whitestream Feminism and the Colonialist Project: A Review of Contemporary Feminist Pedagogy and Praxis,” Educational Theory 53, no. 3 (2003): 330, https://doi.org/10.1111/j.1741-5446.2003.00329.x.)) se refiere al feminismo o feminismo mainstream como feminismo whitestream, haciendo alusión al feminismo hegemónico que se articula alrededor de la experiencia de mujeres blancas. Sin duda, el proyecto colonial que oprime a las madres Negras, migrantes y racializadas de forma global, no se hubiera podido materializar sin la participación de mujeres y madres blancas(( Las criticas al feminismo Blanco han sido lideradas por mujeres Negras, Indigenas y racializadas, como Gloria Anzaldua, Patricia Hill Collins, Cherrie Moraga, Audre Lorde, Angela Davis, Thrin Minh-ha, bell hooks, Cherrie Moraga, Barbara Smith, y muchas otras)).

Me identifico como madre migrante de niños racializados y Musulmanes. Aunque no soy feminista, valoro las contribuciones que el feminismo aporta a algunos análisis sociales. Por otro lado, el Pensamiento Feminista Negro y el Feminismo Descolonial son corrientes que innegablemente informan mi praxis maternal. 

Por ello, la justicia reproductiva es imprescindible para pronunciar radicalmente nuestro derecho a ser madres. Reivindicar nuestro derecho a ver crecer a nuestros hijos Negros, nuestras hijas prietas, nuestros jovenes precarizados, libres de violencia policial, estatal y racista.

Maternidades castigadas

Históricamente, las mujeres racializadas han sido castigadas y estigmatizadas por ejercer su derecho de maternar. 

Durante la época colonial, las mujeres Negras eran arrebatadas de sus crías, al mismo tiempo que algunas eran obligadas a ser ‘amas de leche’ o ‘nodrizas’, no solo en Estados Unidos y Canadá: también en México, Brasil ((Christianne Silva Vasconcellos, “Fotografías de amas de leche en bahía. Evidencia visual de los aportes Africanos a la familia esclavista en Brasil,” Nómadas (Bogotá, Colombia) 18, no. 2 (2011): 119–37)), Venezuela ((José Marcial Ramos Guédez, “LAS ‘AYAS Y NODRIZAS’ AFRICANAS Y SUS DESCENDIENTES: APORTES CULTURALES TANTO EN LA VENEZUELA COLONIAL COMO DURANTE EL SIGLO XIX,” The Observer (London) 92, no. 367 (2009): 97-.)), Argentina ((Florencia Guzmán and Florencia Guzmán, “¡Madres negras tenían que ser! Maternidad, emancipación y trabajo en tiempos de cambios y transformaciones (Buenos Aires, 1800-1830),” Tempo 24, no. 3 (December 2018): 450–73, https://doi.org/10.1590/tem-1980-542x2018v240303)), Perú, Colombia y más. 

El impacto que continúan teniendo estas prácticas coloniales se manifiesta, por ejemplo, en la disparidad que existe entre madres y personas lactantes Negras y blancas. En Estados Unidos y Canadá, las comunidades Negras son las que menos lactan((“Black Women Are Breastfeeding Less Than Any Other Group, But Why? A Pediatrician Weighs In – Essence,” accessed May 5, 2021, https://www.essence.com/lifestyle/parenting/black-women-are-breastfeeding-less-than-any-other-group-but-why-a-pediatrician-weighs-in/)).

Maternidades interrumpidas

Por otro lado, desde Canadá ((La Esterilización Forzada a Mujeres Indígenas Canadienses: Un Asunto Muy Reciente | Sociedad | EL PAÍS,” accessed May 5, 2021, https://elpais.com/sociedad/2018/11/19/actualidad/1542617481_896389.html)) hasta el Perú((“‘Me abrieron la barriga cuando aún no estaba dormida’: la incansable lucha de las mujeres peruanas que fueron esterilizadas a la fuerza,” BBC News Mundo, accessed May 5, 2021, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56243650.)), las madres Indígenas y Negras han sufrido esterilizaciones forzadas a cargo del Estado, teniendo como cómplice al sistema médico racista.

Hoy día, miles de madres migrantes se ven forzadas a dejar a sus crías en sus países del Sur Global en busca de oportunidades laborales que les permitan proveer para sus familias. A este fenómeno se le conoce como maternidad transnacional.

Es común que las madres migrantes hagan  trabajos de cuidado, muchas veces como niñeras, criando hijos e hijas de mujeres Blancas del Norte Global. Mientras tanto, en sus países de origen se colectiviza el cuidado, creando redes de solidaridad intergeneracional donde tías, abuelas, y hermanas mayores queden a cargo de las crías.

Por todo esto, es imprescindible pensar en la maternidad y lo maternal fuera de los parámetros occidentales y coloniales de ser madre

Mujer blanca: madre global

Como muchas mujeres de mi generación, de niña jugaba con mi hermana a ser madre. En nuestro juego nos convertíamos en madres solteras y mujeres que cuidaban. 

Nuestros hijos, muñecos Nenucos, eran bebés rubios y nosotras, niñas morenas de una vecindad en un barrio al norte de la Ciudad de México. Desde niña aprendí a fantasear con la maternidad blanca, a desearla. 

¿Y cómo no dejarse seducir por la maternidad blanca, si esta siempre recompensa?

Patricia Hill-Collins ((Story, K. A. (2014b). Motherhood as a praxis, institution, and lived experience: A brief introduction. In K.A. (Ed.), Patricia Hill Collins: Reconceiving motherhood (pp. 1–12). Bradford, ON: Demeter Press.)) explicó que el racismo tiene una influencia profunda en el contexto maternal. Claramente, no es lo mismo ser madre blanca que ser madre prieta indocumentada o madre Negra con discapacidad. 

La buena maternidad es un estatus que se le otorga indudablemente a las madres blancas, mientras que el resto estamos siempre bajo sospecha. Somos juzgadas por ser flojas, o pobres, o migrantes, o trabajadoras, o putas, o algo más. Somos vistas desde un lente de déficit. 

Sin duda, las madres blancas también son juzgadas, pero el modelo de maternidad referente siempre está de su lado. 

Se espera que las mujeres se ajusten a los estándares hegemónicos de maternidad prescritos por las mujeres blancas, de clase media y en núcleos familiares heteronormativos. Esta narrativa maternal domina las representaciones en los medios de comunicación y marketing, desde revistas para mamá, libros y guías prenatales, hasta las imágenes publicitarias de productos para infantes y nuevas madres.  Las mujeres blancas son retratadas como el epítome de la maternidad. 

Maternar es imaginar nuevos mundos

Aspiro a la maternidad como acto de desobediencia porque me aferro a poner la vida en el centro en un mundo capitalista que se niega a hacerlo. Colectivizar el cuidado y preservar la vida es trabajo maternal. 

Las abuelitas, tías, hermanas mayores también forman parte del eslabón maternal. A ellas también hay que honrarlas. 

La maternidad como institución patriarcal refleja los valores e intereses de la clase dominante y sus coyunturas de raza y clase. Por ello, las madres racializadas, precarizadas, y/o migrantes ocupamos un lugar central e imprescindible en la articulación de otros mundos. Nosotras creemos en el potencial transformacional del cuidado. Nosotras maternamos al servicio de la liberación. 

Este Día de las Madres propongo que sigamos imaginando futuros antirracistas a través de diálogos que nos permitan entender porque la maternidad racializada también es un acto revolucionario.

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