Hiyab, islamofobia y feminismos hegemónicos

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Por desgracia, la islamofobia está muy arraigada tanto en muchos gobiernos como en los feminismos. Te contamos cómo el hiyab se ha convertido en un símbolo de lucha.

Por: Marycarmen Lara-Villanueva

El velo o hiyab, ha adquirido diferentes significados conforme a distintos contextos políticos e históricos. Si bien es un símbolo de fe y modestia, también se ha convertido en una insignia de identidad y resistencia.

Esto es más evidente cuando hablamos de lo que está pasando en Francia. En este país, el Senado votó a favor de una enmienda para prohibir el uso del hiyab por menores de edad en espacios públicos. Las madres que lleven el velo también tendrán prohibido participar en excursiones escolares con sus menores.  

Aunque estas leyes no han entrado en vigor y es muy probable que sean rechazadas en la Asamblea Nacional, develan la historia colonial y racista del Estado francés.

Usuarias de redes sociales se han movilizado una vez más para visibilizar un tema que no ha recibido la atención que merece en los medios de comunicación tradicionales. Con el hashtag #HandsOffMyHijab, musulmanas alrededor del mundo han expresado justa indignación. 

Es necesario preguntar: ¿qué pasaría si fuera la autonomía de mujeres blancas la que estuviera siendo transgredida? ¿Cuál seria la indignación mediática, si fueran hombres musulmanes lo que estuvieran vulnerando los derechos de las mujeres musulmanas?   

Islamofobia institucional

Islamofobia: miedo infundado, odio y prejuicio contra el Islam y las personas que lo practican.

Francia no es el único estado europeo en emprender un ataque intrusivo e injusto en torno al hiyab o niqab ((Hijab es el velo que usan las mujeres muslmanes para cubrir su cabeza en espacios públicos. Niqab es el velo que cubre el rostro de las mujeres y deja descubiertos los ojos)) y las mujeres musulmanas que deciden llevarlo. 

En marzo de 2021, Suiza aprobó una enmienda que prohíbe a las mujeres musulmanas llevar niqab o burqa ((La burka es el velo de una sola pieza que cubre todo el cuerpo, cara y ojos con una malla)) en lugares públicos. Y en  2019 la provincia canadiense de Quebec también prohibió a las personas servidoras públicas llevar el velo. A estas leyes racistas les precede una historia de violencia colonial e islamofobia.

Tratar de controlar el cuerpo de las mujeres musulmanas bajo la narrativa de salvación no es más que una medida patriarcal y parte del legado colonial.

El hiyab: símbolo de fe, modestia y resistencia

El discurso occidental en torno a las mujeres musulmanas tiene una larga historia colonial y política. 

El filósofo,  psiquiatra y pensador anticolonial Frantz Fanon ((Decker, “Terrorism (Un) Veiled.” )), quien participó en la revolución argelina, explicó cómo el velo se transformó en campo de batalla colonial. A través de campañas agresivas, los franceses intentaron despojar a la sociedad argelina y alentaron a las mujeres a que rechazaran el velo en nombre de la liberación. 

Durante la revolución, las mujeres usaban o no el velo de manera estratégica. Por ejemplo, algunas se lo quitaban para infiltrar en espacios y obtener información, mientras que otras se lo ponían para esconder armas. Así, el hiyab se convirtió en un instrumento de revolución y resistencia.

El hiyab también ha sido utilizado para movilizar políticamente y para muchas mujeres el velo ha sido un símbolo de liberación. En Egipto, durante la década de 1970, aumentó el número de mujeres musulmanas con educación formal que adoptaron el velo como símbolo en contra del consumismo y materialismo occidental ((Fadwa El Guindi (1999), ‘Veiling Resistance’, pp. 51-80, in Fashion Theory, vol. 3, no. 1)). 

Más recientemente, después del 11 de septiembre, se usaron imágenes de mujeres musulmanas en Afganistán para justificar la guerra. Como respuesta, muchas mujeres musulmanas en Occidente acogieron el hiyab como una manera de asumir su identidad públicamente. 

Mujeres oprimidas, opresores incivilizados y salvadoras blancas

Históricamente, las mujeres musulmanas han sido blanco de ataques islamófobos disfrazados de empoderamiento y liberación. Por lo general, estos ataques son sistémicos y niegan la agencia y autonomía corporal de quienes eligen llevar el hiyab o niqab. 

El discurso orientalista va así: las mujeres musulmanas son víctimas de sus opresores barbáricos y necesitan ser rescatadas—por salvadoras blancas, claro. 

En los medios de comunicación, por ejemplo, la imagen de la mujer musulmana oprimida, está representada por su cuerpo oculto y su presunta inhabilidad de hablar por sí misma. Feministas musulmanas como Nawal El-Saadawi, Leila Ahmed, y Sara Ahmed, han explicado cómo el feminismo hegemónico  ha insistido en homogenizar e ignorar la diversidad de las mujeres musulmanas y la totalidad de sus experiencias. 

En realidad, el feminismo blanco ha sido cómplice en la normalización y justificación de la Islamofobia a través de discursos que universalizan ideas de libertad y autonomía. 

Asumir que las mujeres que eligen llevar un velo—ya sea como símbolo de fe, identidad o resistencia—no tienen agencia es patriarcal y mayormente falso.

Un feminismo que pretende imponer ideas y valores occidentales y generalizar la experiencia de ser mujer no busca desmantelar el patriarcado, sino perpetuarlo. 

Las mujeres y niñas musulmanas que eligen llevar el velo en cualquiera de sus modalidades deben de poder ejercer ese derecho.

El feminismo hegemónico y sus silencios

La feminista egipcia Leila Ahmed ((“Leila Ahmed — Muslim Women and Other Misunderstandings.”)) explica que para desmantelar la figura de la mujer musulmana oprimida, es fundamental interrogar supuestos básicos. 

Por ejemplo, Ahmed pregunta por qué, como académica musulmana, recibe constantes preguntas sobre si el Islam oprime o no a las mujeres, pero jamás se le preguntan cosas como por qué el Islam hay producido siete Primer Ministras o presidentas, mientras que Europa solo ha elegido a tres y Canadá y Estados Unidos a ninguna. 

Estas interrogaciones develan la perspectiva de déficit con la que se les ve a las mujeres musulmanas, lleven o no el velo.

El estado francés está haciendo un despliegue patriarcal e inaceptable de racismo e islamofobia. Para solidarizarnos, es importante poder identificar estas injusticias, así como las formas en las que involuntariamente perpetuamos feminismos hegemónicos.

Lo que puedes hacer

Sin duda, los medios de comunicación tradicionales no están prestando atención a la injusticia a la que las hiyabis están siendo sometidas en Francia y Europa. El silencio mediático en torno al tema está ligado a la indiferencia que sentimos por el dolor y la opresión de personas otras y racializadas. ¡Pero tú puedes empezar a interrumpir ese silencio! 

Por ejemplo: platica con familiares y personas en tu comunidad que quizá no tengan acceso a redes sociales y puedan aprender sobre este tema. Haz un esfuerzo por desmitificar y desmantelar los estereotipos sobre las personas musulmanas en tus círculos. En redes sociales, sigue activistas musulmanas como @miriamhatibi y @themostmona. Si escuchas un comentario o broma antimusulmán ¡No guardes silencio! ¡Di algo! 

Es imprescindible desmantelar la narrativa occidental respecto al Islam y las comunidades musulmanas. Es necesario, ahora más que nunca, estar en radical solidaridad con nuestras compañeras musulmanas, así como nos hemos pronunciado en solidaridad con las comunidades Negras, afrodescendientes e Indígenas. 

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