En los últimos días, el abuso sexual infantil ha estado presente en el discurso nacional en México. Sin embargo, tenemos que ser mejores y tomarnos estos casos mucho más en serio.
¿Qué separa a un chisme de una noticia?, ¿por qué importa que las víctimas puedan contar sus historias en un ambiente de seguridad, confianza y ética? Son preguntas que me hago todo el tiempo.
En el primer caso, creo que la respuesta es el contexto. Una mujer puede decir que su abuelo, un hombre famoso, abusó de ella cuando era niña y el público siente que debe decidir si “le cree o no”. Pero ahí no acaba la historia, porque esta mujer no está sola en su denuncia y, desgraciadamente, tampoco en la duda.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones de los Hogares (ENDIREH) de 2016, en México, 1 de cada 10 mujeres reportaron haber sufrido alguna forma de violencia sexual antes de los 15 años. Los agresores son en su enorme mayoría conocidos de las mujeres, y en un 3% de los casos, fueron los abuelos.
Por su parte, Unicef destaca que el 65% de los agresores son familiares o personas cercanas a los menores, que a 1 de cada 3 víctimas no le creyeron y 1 de cada 4 se quedaron calladas por temor.
Entonces, ¿qué hacemos con las denuncias?
Es responsabilidad de las autoridades contar con mejores datos, con avenidas de denuncia que no revictimicen y con servicios de apoyo para sobrevivientes.
Pero los medios de comunicación también tenemos un papel: el de dar a conocer estos datos y servicios gubernamentales y siempre dar contexto a las declaraciones de las víctimas. Los casos de abuso sexual infantil suceden en familias famosas y con dinero, pero también en todo tipo de comunidades en el país y en el mundo.
La objetividad no está peleada con la perspectiva de género y de derechos humanos y el silencio ante la violencia que viven las infancias en nuestro país no es una opción.
Y finalmente, todas las personas somos parte de crear un ambiente más seguro para las víctimas de abuso sexual. Esto empieza con no crear “teorías” en línea o convertir la historia de quienes denuncian en una burla o un misterio que debe ser resuelto, como si se tratara de un juego.
Se vale que tengamos dudas de un testimonio, al final somos seres humanos. Lo que no se vale es pretender que la víctima sea perfecta o que haga el trabajo de las autoridades y presente un caso impecable.
Toda la sociedad se beneficia con más información y menos silencio. Que sean temas incómodos, tristes o frustrantes no significa que debamos hablar menos de ellos, sino que nos toca hacerlo con información y empatía.
¿Cómo ayudar?
Este dossier de Unicef está enfocado en Ecuador, pero incluye muchos datos y consejos que son aplicables a cualquier lugar del mundo.
En CDMX, el gobierno incluye esta guía para saber cómo denunciar y acceder a terapia. Aquí se pueden ver otros recursos para todo el país, compilados por la organización Alumbra, que también incluye información para padres y para docentes.
Para apoyo legal y psicológico en México, en esta nota tenemos varias opciones.