Cómo y por qué usar el lenguaje incluyente. (Tip: ¡no solo es agregar x o e!)

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Este es un tema polémico que no tendría por qué serlo. Te contamos cómo usar el lenguaje incluyente de diferentes maneras, para realmente cumplir su función.

En lo personal, siempre me ha dado mucho placer ver cómo las personas se enojan tanto cuando cambio una “o” por una “e”. O sea, relaaax.

Lo cierto es que el lenguaje incluyente siempre ha causado muucha polémica, y justo por eso creo que es súper importante hablar de ello.

Hace un tiempo, vi un post de Tilde Taller en donde se daban tips sobre cómo utilizar este tipo de lenguaje sin necesariamente usar la “e” o la “x”, y no puedo evitar querer que todeees lo lean.

Cómo dice su creador David Loría, el lenguaje es político y tiene efectos materiales en la vida, en las emociones y los cuerpos. Es por eso que quise platicar con él sobre este tema,  para entender por qué el lenguaje incluyente va más allá de cambiar una letra.

¿Cuál es la importancia del lenguaje incluyente?

Puede que algunas personas piensen que el lenguaje incluyente es solo un capricho, que no sirve para nada y que de ninguna manera va a hacer un cambio. La realidad es que el lenguaje incluyente sí tiene una razón de ser, y quien piense lo contrario es porque probablemente lo dice desde su privilegio de sí ser representado por el lenguaje.

Como nos dice David, el lenguaje incluyente tiene varios propósitos, no solo existe una manera de emplearlo, y puede conllevar distintas cargas políticas.  

“En principio, el lenguaje incluyente y no sexista (LINS, según los manuales) cuestiona el androcentrismo lingüístico y, por lo tanto, desea nombrar a las mujeres. En segundo lugar, y más recientemente, sirve para hacer visible la existencia de otras identidades y expresiones de género que se salen del par binario hombre/mujer.”

Además, nos dice David, toda elección lingüística conlleva una perspectiva ideológica, seamos conscientes de ello o no, y aunque esto ponga incómodas a algunas personas, es necesario empezar a verlo así. 

“Las palabras son perspectivas del mundo y del trato intersubjetivo en miniatura. Todas las personas deben tener la posibilidad de ensayar (literalmente, a prueba y error) con qué palabras quieren que se les nombre e identifique”.

El porqué a tantas personas les molesta una letra

Como ya mencioné, el no querer que ni una letra en el lenguaje cambie refleja un privilegio del que muchas personas gozan:  el no ser excluidos por este mismo. 

A lo largo de mi corta vida he visto muchísimos argumentos del por qué está “mal” usarlo, y aunque sabía que no tenían mucho sentido, tampoco sabía poner en palabras el por qué.  

Gracias a diosita, existen personas como David que no pueden ser más claras explicando esto. Aquí algunos argumentos en contra de este tipo de lenguaje y sus aclaraciones:

  • La lengua no es machista en sí misma: tampoco un arma de fuego es “asesina”, pero la lengua la hicimos las personas y la sociedad… que sí es machista.
  • El masculino es neutro: ¿tú imaginas un grupo diverso cuando escuchas “todos”, “alumnos” o “cudadanos”?
  • Esta lucha no es tan relevante como otras: esto es subjetivo. Claro que no es relevante para quienes no necesitan esta representación. Además, ¡podemos tener varias luchas al mismo tiempo!
  • El español se desvirtúa: el vocabulario está vivo, deja entrar y salir palabras todo el tiempo. No hay tal cosa como “desvirtuarlo”.

Cómo usar lenguaje incluyente sin cambiar letras

Ahora sí, lo que me llevó en un principio a escribir este texto, ¿Cómo podemos usar el lenguaje inclusivo sin necesariamente utilizar una “e” o una “x”? 

Como mencionó David, aunque parezca algo nuevo, el lenguaje incluyente en realidad no empezó ayer. Antes se ocupaba la @ (arroba) y tampoco era como que pasara mucho.

Sin embargo, se puede ser incluyente de otras maneras que no implican salir de las fronteras gramaticales . David nos dio algunos tips:

  • Desdoblamiento: emplear los términos en su parte femenina y masculina a la vez (lo que hizo Vicente Fox, sí, ajá): “Los alumnos y las alumnas”. 
  • Sustantivos neutros o colectivos: decir “personas”, “estudiantes”, “personal médico”, “la ciudadanía”, “la comunidad universitaria”.
  • Pronombres relativos: decir “quienes requieran un permiso” en vez de “los que requieran…”.

Cómo incluir de verdad

Por último, David quiso dejar dos cosas muy claras. La primera es que el lenguaje inclusivo puede ser excluyente, por más paradójico y contradictorio que esto suene.

“Si yo digo “todes” nada más, pretendiendo englobar a un grupo de personas diverso, estoy de nuevo invisibilizando a las mujeres. Recaigo en lo mismo que quiero abolir. Sé que no toda la gente que habla de LINS piensa así, pero al menos yo prefiero desdoblar en “triple”: todos, todas y todes.”

Lo segundo es que debemos de aprender a preguntar.

 “Siempre preguntar a las personas cómo les gusta que las nombremos. Mucha gente puede estar experimentando transiciones identitarias o estar reevaluando (estar en el ensayo-error que mencioné) su ser, su género, su expresión. Nada es obvio, nunca. No nos saltemos el paso de preguntar antes de nombrar.”

Así que sí amigues, no nos cerremos a la posibilidad de intentar ser más incluyentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Como dice David, es cuestión de pensarle un poquito, aprender y no cerrarnos nada más porque algo nos suena raro.

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