Te contamos qué es la amenorrea y un testimonio acerca de cómo recuperar el ciclo menstrual y con ello sanar la relación con nuestro propio cuerpo.
Por: Karla Patricia Vásquez, @karlapatriciavr
Nunca me imaginé estar rogando al universo para que por favor me bajara.
Por lo regular, cuando estamos menstruando nos quejamos de lo incómodo y molesto que resulta, pero después de ver todo lo que hace por nosotras el ciclo menstrual y lo importante que es en cuanto a salud, autoestima y poder, las cosas empiezan a cambiar.
Lo aprendí cuando tuve amenorrea.
Qué es la amenorrea
¿Ameno qué?, preguntaban las personas cuando les contaba lo que me pasaba. La palabra significa falta de sangrado. La mía era de tipo secundaria, la ausencia del periodo menstrual por más de 3 meses consecutivos.
Existen otros tipos y causas, como la primaria, que es cuando una mujer no ha menstruado nunca antes y tiene una edad considerada reproductiva.
Con la amenorrea secundaria, lo primero que llega a la mente por supuesto es un embarazo, pero al descartar esa posibilidad, probablemente hay algo que no está bien. También hay quienes no tienen la regla por métodos anticonceptivos, pero ese es otro tema.
Cómo empezó todo para mí
Durante mucho tiempo, escuché a personas cercanas opinar sobre mi cuerpo. Siempre atentos a cómo lucía y cómo eso era tan importante para poder ser una chica aceptada, linda y amada. Así lo hacían ver, así lo entendí de niña.
Realmente nunca vi algo malo en mí. Fue hasta que comencé a creer en lo que los demás decían cuando comenzaron los problemas.
Ya tenía una rutina de ejercicio: al principio por gusto, por las endorfinas, el buen humor y la relajación que se logra después del movimiento. Pero una vez, saliendo de entrenar fuertísimo, me encontré con una persona que me dijo “que triste, porque se ve que le echas muchas ganas”. No entrenaba para cambiar mi cuerpo, pero esas palabras me destrozaron.
Decidí investigar sobre cómo bajar de peso, leí algunos libros que prometían acelerar el metabolismo y lograr así tener un six pack súper definido. Además, descargué una app para contar calorías y comencé a pesarme en una báscula que medía el porcentaje de grasa, agua y músculo cada semana.
Todo estaba funcionando. Me decían que me veía muy bien, que era muy dedicada y disciplinada. Eso me gustó y seguí. Pasaron dos meses y perdí mi regla: no me bajó y no le di importancia.
En el gimnasio me tronaban las articulaciones y me esguinzaba con facilidad, pero seguí ignorando las señales de que algo no estaba bien. Después, el cabello empezó a quebrarse más fácil, a lo que siguió un desinterés tan grande en los chicos que me hizo pensar que quizás era asexual.
Seguí con ese ritmo hasta que comencé a sentir una baja energía y desconexión total conmigo misma. Me preocupé por cómo estaba viviendo, tratándome y por las cosas en donde ponía mi valía.
Comenzar a sanar
Pienso que las personas somos seres integrales, que el alma nos habla a través del cuerpo y que las emociones se traducen en síntomas físicos. Como es adentro es afuera.
Gracias al trabajo interno y a mi terapeuta, descubrí que por supuesto estaba desarrollando un TCA (trastorno de la conducta alimentaria) y que además sería bueno analizar otras cosas.
Comencé a hacerme algunas preguntas, ¿qué tanto vivía mi feminidad?, ¿qué tanto disfrutaba ser mujer?
Decidí dar un clavado a mi interior para buscar las creencias interiorizadas sobre lo que para mí representaba ser mujer y me di cuenta de que lo identificaba con sumisión o debilidad. Además de no estar conectada conmigo, era autoexigente y quería siempre tener el control.
Encontrar las causas de la amenorrea
Después de sentir que no era yo la que estaba dentro de mi cuerpo, decidí hacer algo. Primero fui con una ginecóloga que después de diagnosticarme con “ovario poliquístico” me dio la solución de tomar pastillas anticonceptivas junto con metformina.
Le dije que quería tener un ciclo saludable y regular, y me contestó “¿pero no quieres embarazarte, o sí?”.
Si bien no era esa la idea, claramente no solo por el hecho de querer procrear merezco un aparato reproductor funcional, porque además de dar esa función, también ayuda a mantenerme saludable, con huesos fuertes, una personalidad auténtica, entre muchas otras cosas.
Después, encontré el libro No Period. Now What?, una lectura que me cambió completamente el chip y que recomiendo ampliamente a cualquier persona que busque mejorar la relación con su cuerpo o que haya perdido la regla.
Aprendí que el cuerpo de la mujer necesita niveles de grasa más altos, a diferencia de los hombres, que hay que estar atentas a las señales que nos manda nuestro cuerpo y por supuesto a buscar una forma de vivir con menos estrés.
A la par, busqué a una endocrinóloga para que me ayudara a saber cómo estaban mis hormonas. Encontramos que estaban desbalanceadas y que desde hace 5 años tenía hipotiroidismo.
Esto, junto con el bajo aporte calórico que le daba a mi cuerpo, el ejercicio intenso y mis ideas sobre lo que significaba ser mujer, causó la amenorrea, que duró más de un año.
Recuperar mi ciclo menstrual
Vivir cosas tan fuertes me dejó un aprendizaje impregnado, me lo imagino como una yerra caliente que marca el cuerpo de un caballo.
Cuando el cuerpo no recibe las calorías necesarias, la infertilidad y la desmineralización de los huesos son solamente una parte del precio que se paga.
Personalmente las consecuencias que tuve al dejar pasar estas señales, fueron lesiones en el cuerpo (que aún no he sanado en su totalidad), relaciones carentes de empatía y una pérdida de mí misma. Además, por ese tiempo, el cabello, las uñas, mi piel y mi libido estaban más tristes que los tres tristes tigres.
El tratamiento para recuperar mi regla fue integral, comenzó por comer mejor, y con comer mejor me refiero a comer lo que se me antojara, sin juzgar si era o no “bueno”. Si se me antojaba un helado estaba perfecto y si se me antojaba una pechuga de pollo con verduras, también.
Gracias a este cambio mental, logré comenzar a comer sin miedo y culpa, a escuchar a mi cuerpo y a saber reconocer lo que necesitaba. Además de crear mi propia definición de lo que significa ser mujer para mí, dejando a un lado el rechazo y juicio hacia las mujeres que habían definido mi concepto de mujer en un principio.
El proceso resultó doloroso en un principio, veía mi cuerpo diferente y me resultaba frustrante que no regresaba mi regla. Intenté centrarme en disfrutar el camino, llevando el tratamiento que me dio la endocrinóloga, descansando, comiendo más y cambiando el ejercicio intenso por algo de yoga dos veces por semana.
Comencé a ver una luz en mis ojos distinta, como si estuviera volviendo quien soy, también comencé a tener mejor humor y energía, esto me dio la esperanza de que recuperaría pronto no solo la regla sino, lo más importante, mi ciclo menstrual.
Un nuevo significado para mi sangre
Después de siete meses en tratamiento, pasé una semana con un dolor abdominal intenso. Por un momento me espanté, pero después confié en que era mi cuerpo avisándome que estaba a punto de reglar.
Así una mañana me desperté y efectivamente, había recuperado mi regla. Lloré, me emocioné y agradecí.
¿Qué loco, no?, ¿cuántas veces fue al revés antes?, quejándome de que me bajaba. Bien dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
A la persona que esté pasando por una amenorrea, le diría que no deje pasar un día más para buscar ayuda con un profesional que cuente con los valores necesarios para ayudar a sus pacientes con sinceridad, empatía y respeto, porque el tratamiento depende de reconocer las causas únicas de nuestra amenorrea.
En mi caso particular, también ayudó hacerme preguntas como ¿qué tan estresada vivo?, ¿me alimento lo suficiente?, ¿estoy haciendo cosas que me gustan?, ¿cómo me llevo con mi cuerpo?, ¿me permito descansar?, ¿qué me exijo y por qué?
Creo que la relación más importante es la que mantenemos con nosotras mismas. Hoy mantengo una relación amable y amorosa conmigo, me respeto y conozco cada día más.
Si bien no he llegado a donde quiero, he tenido un avance impresionante y creo que reconocerlo es muy importante, muchas veces nos subestimamos y en esa posición no hay crecimiento.