Cómo el amor puede ser un paso hacia otro tipo de justicia

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Más allá del amor romántico, el amor es una práctica constante que puede ayudarnos a construir otro tipo de justicia… y un mundo en el que no tengan cabida el colonialismo, el punitivismo, la misoginia ni el racismo.

Disfruto mucho reflexionar sobre el amor y todas sus posibilidades. Para mí, el día de San Valentín es una oportunidad para hacer una especie de autoretrospectiva del amor, para detenerme y evaluar qué tan amorosa he sido hasta el momento. 

Amar no es fácil y mucho menos cuando nos han hecho daño. ¿Cómo amar a un racista? ¿Cómo amar al hombre que tanto me lastimó? ¿No se suponía que debía dejar de amarlo para poder desengancharme de aquel dolor? Son preguntas que me hago todo el tiempo. Cuando las repito en voz alta, me siento contradictoria, absurda, cursi y hasta tonta.

Y si amar a quienes nos han dañado parece imposible, tampoco es fácil amar a quienes queremos.

El amor romántico impregna absolutamente todas las relaciones que establecemos con las personas, no solo con la pareja. Idealizamos tanto a la otra persona que, cuando su imagen no corresponde a la expectativa que hacemos de él o ella, todo se quiebra.

La frustración que genera el primer desencuentro es insoportable, la idea perfeccionada en nuestra mente se desvanece, sentimos una gran decepción y en muchas ocasiones, nos resistimos a cortar por lo sano, tomar distancia y despedirnos.

Mis referentes en el amor

Los debates que el feminismo trajo sobre el amor son importantísimos, porque descubrimos que necesitamos lecciones urgentes sobre cómo establecer límites, sobre consentimiento, independencia emocional, autocuidado y amor propio.

Cada vez que me siento perdida sobre una relación, que me enredo tratando de definir lo que el amor es, intento tocar el piso regresando a algunas lecturas fundamentales para comprender el significado verdadero del amor.

Ya he hablado antes de cómo bell hooks teoriza que el amor es un verbo, una acción, no un sustantivo. También muchos líderes políticos hablaron de la potencia revolucionaria del amor. Por ejemplo, Martin Luther King en Ser un buen prójimo hace una grandiosa exposición sobre la inminente necesidad de una revolución espiritual que contemple acciones amorosas.

Igualmente, la filosofía del amor eficaz del sacerdote y guerrillero colombiano Camilo Torres es una propuesta radicalmente amorosa y transformadora.

Cómo amar en nuestra vida diaria

Pero como dice la canción, el papel lo aguanta todo… ¿Cómo amar? ¿Qué acciones concretas para el amor podemos realizar?

Para empezar, tendríamos que partir de una base compartida en la que todas las personas entendamos que el amor. Mucho más allá de lo romántico, es una ética y una política diaria que puede organizar nuestras sociedades de maneras muy distintas a las que conocemos ahora.

Desde una ética del amor, propongo que rediseñemos estrategias de justicia que sean menos violentas y punitivas hacia las personas que nos han lastimado.

Yo me pregunto cosas como ¿Y si comenzamos a hablar de reparación más que de castigo? ¿Y si nos empezamos a preguntar sobre las maneras en las que exigimos que se castiguen a los machistas y a los racistas? ¿El escrache construye, sana, repara?

Desde mi completa subjetividad y con temor a no ser entendida, considero que el punitivismo, en todas sus expresiones (desde los escraches en redes sociales hasta las prisiones), hace parte de los mecanismos violentos por los cuales el sistema patriarcal, colonial y blanco se reproduce. Por lo que, entonces, sería contrario al amor.

¿Y si inventamos mecanismos amorosos para pedagogizar, sanar, generar conciencia y garantizar la no repetición de los hechos?

Me sigo sintiendo un poco ridícula cuando le llamo amor a esta propuesta no punitivista de justicia. Ustedes pueden llamarlo por el nombre que más les parezca, lo importante es que revisemos en cuáles circunstancias actuamos desde el enojo, la rabia y el dolor, sentimientos legítimos que indican que tenemos un profundo sentido de justicia, pero que por sí solos, sin la compañía de una ética y política amorosa, pueden alimentar al gran monstruo de la colonialidad y el racismo. 

Apostar por el amor no es todo

Vale la pena aclarar que para que existan sociedades donde el amor prevalezca necesitan cambiar muchas cosas. Amar es imposible cuando aún existen el hambre, las desapariciones, los desplazamientos forzados, los feminicidios, los conflictos armados, el extractivismo y el despojo territorial.

El amor tiene que acompañarse de acciones restaurativa. Por ejemplo, en el caso de las poblaciones afrodescendientes en América Latina y el Caribe, debemos reparar el daño que sigue causando el racismo derivado de la trata esclavista.

Pero también el amor dentro de las comunidades ha sido clave para resistir a años de ocupación y dominación. Las comunidades han resistido con amor a la violencia.

Amar ética y políticamente es una tarea pendiente, urgente y difícil, pero posible.

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