Amamos los cosméticos, pero es importante conocer su lado más serio: estos son dos ingredientes del maquillaje son un problema. Te contamos por qué y cómo contribuir al consumo más responsable.
Por: Por: Ximena Navarro E.
¿Has pensado en qué y quiénes están detrás de tu lipstick favorito o de tu sombra más usada?
Afortunadamente cada día más personas conocen que la producción de fast fashion está acompañada no solo de contaminación al medio ambiente, sino también de abusos a los derechos humanos.
Pero todavía se ha dicho muy poco sobre situaciones similares que ocurren en la obtención de dos ingredientes indispensables para la gran mayoría de los cosméticos: el aceite de palma y la mica.
La mica y la mano de obra infantil
Si amas los iluminadores y las sombras brillantes, tal vez sepas que lo que les da ese aspecto lustroso es la mica. Lo triste es que este mineral es extraído en condiciones muy irresponsables.
Según un reportaje de Reuters en 2016, la demanda de este mineral se ha incrementado considerablemente. La industria de la mica vale 500 millones de dólares anuales y su principal productor es la India.
A pesar de que claramente genera recursos económicos que podrían permitir un pago digno, Reuters calcula que al menos 20 mil menores de edad que no acuden a la escuela se dedican a la extracción de mica, por un sueldo menor a los 25 centavos de dólar.
Así como con la ropa, la opacidad en las cadenas de sumistro es un factor importante en esta situación: como muestra un vídeo publicado por Refinery29, una vez extraída la mica, es transportada a otra mina diferente, en la que no hay rastro de labor infantil. De tal modo que los compradores de este mineral desconocen que fue extraído por niñas y niños.
Las mismas multinacionales de cosméticos admiten que no conocen exactamente quiénes son sus proveedores de un mineral básico para la creación de sus productos.
El caso del aceite de palma
Por otro lado, en noviembre de 2020, la AP publicó un extenso reportaje acerca de las condiciones laborales de las trabajadoras de los plantíos de aceite de palma en Indonesia y Malasia.
Varios años antes, Greenpeace había llamado la atención sobre este ingrediente, que se usa en muchas industrias, desde la alimenticia hasta la de cosméticos. En esta última, lo puedes identificar con alguno de los 200 nombres distintos con los que aparece en la etiqueta de incontables productos. Sirve, por ejemplo, para evitar que las barras de labios se derritan o para generar espuma en los shampoos.
Además de los daños a ecosistema que causa el sembrar el aceite de palma, las mujeres que trabajan en los plantíos se enfrentan a desigualdad en forma de prácticas como falta de seguridad laboral y social, paga condicionada, abuso sexual por parte de sus compañeros y supervisores y esclavitud. Ah, y también hay casos de trabajo infantil, según AP.
Además del silencio absoluto de las autoridades malayas y a la inacción del gobierno de Indonesia, las trabajadoras también se encuentran con las evasivas de los grandes compradores de aceite de palma: los fabricantes de cosméticos. Muchos no respondieron ante los cuestionamientos de AP o usan, de nuevo, la excusa de no conocer su cadena de suministro.
¿Se ha hecho algo al respecto?
La verdad, no se ha hecho suficiente, teniendo en cuenta la magnitud del problema, pero sí hay algunos avances.
Como respuesta al reportaje de Reuters, compañías como L’Oréal, Chanel o Shiseido participan activamente en la Responsible Mica Initiative.
Esta “coalición global por la acción” tiene por objetivo general erradicar el trabajo infantil en la obtención de mica. Entre las maneras en las que buscan lograrlo son: identificar a todas las minas de mica, otorgar recursos a las comunidades para que mejoren sus condiciones de vida e impulsar la creación de leyes y regulaciones en la obtención de este mineral.
Respecto al tema del aceite de palma, el conglomerado Estée Lauder emitió un comunicado. Entre otras cosas, presentó un código de conducta al que deben apegarse todos sus proveedores, quienes también deben garantizar un entorno de trabajo libre de abuso físico, sexual, verbal o psicológico”.
Finalmente, creó una coalición llamada Action for Sustainable Derivatives, que busca generar una producción más sostenible de aceite de palma y sus derivados. Forman parte de ella empresas como L’Oréal y The Body Shop.
¿Y qué hago como consumidora?
Es difícil solucionar un tema que compete directamente a los fabricantes de nuestros cosméticos favoritos. Pero, al igual que ocurre con el fast fashion, existen formas de atenuar esta situación.
La más sencilla es reflexionar acerca de nuestro consumo de maquillaje: ¿realmente necesitas agregar un labial rojo a tu colección?, ¿segura que no puedes vivir sin esa paleta nueva?
Alejarse de esta mentalidad de consumo constante es básico. Te recomendamos, por ejemplo, checar los videos de anti hauls en YouTube. Este género busca analizar los lanzamientos cosméticos para hacer lo contrario a una lista de compras: una lista de cosas que no necesitas.
También existen grupos de ayuda para las consumidoras compulsivas de cosméticos en Reddit. El subreddit Makeup Rehab tiene más de 90 mil miembros, quienes han formado comunidades electrónicas de apoyo ante la adicción a las compras de maquillaje.
Otra opción es seguir en redes a cuentas que te inspiren a usar lo que ya tienes, no a comprar más. El maquillaje es acerca de expresión personal, diversión y creatividad, no de tener todo lo más nuevo.
Por último, exigir que las marcas transparenten sus cadenas de producción es otra forma en la que los consumidores podemos incidir para que paren los abusos en la extracción de mica y en la obtención de aceite de palma.
No podemos acabar con el problema, pero sí podemos ser parte de la solución.