Morras que pintan: arte urbano y graffiti hecho por mujeres en la pandemia

El graffiti hecho por mujeres no paró durante la pandemia. Platicamos con artistas urbanas en CDMX para conocer más de su trabajo y cómo se adaptaron a esta época.

Por: Mercedes Martínez

A inicios de la pandemia, muchas cosas pararon. En especial muchas formas de arte parecieron desvanecerse en el aire, para luego renacer distintas, como los espectáculos escénicos, por ejemplo. 

¿Qué pasó con otras formas creativas? En Malvestida nos dimos a la tarea de platicar con cinco exponentes del arte urbano en la Ciudad de México para conocerlas un poco y saber cómo han vivido la pandemia.

Primero quedamos con Alina Kiliwa y Cristina Maya, aprovechando que participaron en el festival de graffiti Meeting of Styles (MOS) – Nezahualcóyotl, que este año se llevó a cabo a puerta cerrada por la pandemia. 

Apertura sin equilibrio

Alina Kiliwa estudió diseño y comunicación visual. Se dedica a hacer lettering, caligrafía y rótulos. También hace paste up de vez en cuando y forma parte de la colectiva Paste Up Morras

Prefiere trabajar sólo de forma legal porque se estresa cuando no hay permiso. Además de hacer rótulos, le gusta dar talleres. 

Estuvo en casa durante los primeros tres meses de la pandemia y tuvo tiempo de dedicarse a cosas personales, pero ahora ya está saliendo a trabajar: “Para trabajar y pintar, tienes que estar todo el día en la calle. Ahora que empiezo a salir un poco más, puedo volver a trabajar con amigas, como hoy”.

Alina y Cristina se conocieron aproximadamente hace cinco años en el Museo del Juguete; ahora son amigas y trabajan juntas: “como antes había menos morras que pintan, en todos los eventos a los que iba, me la encontraba. Así empezamos a hablar”.

graffiti hecho por mujeres
Imágenes. Mercedes Martínez

En cuanto a este tema de las mujeres que intervienen la calle, nos contó lo siguiente: “Sigue habiendo eventos como el de ahorita (MOS) en los que apenas hay cinco mujeres pintando al lado de un buen de vatos (89). Hay más apertura pero sigue sin haber equilibrio. Por otro lado está padre que han empezado a haber espacios para mujeres por mujeres, como en la colectiva en la que estoy. Que entre nosotras también nos apoyemos, eso está chido”.

En ese sentido Cristina Maya, quien hace murales sobre feminismo y contra la violencia, opina que en un futuro cercano habrá más equilibrio en eventos mixtos: “Los más jóvenes, de menos de 25, ya piensan distinto. Entonces creo que sí va a haber una igualdad o equidad más adelante. Traemos cargando cientos de años de tradición machista, pero va a pasar y lo vamos a ver”. 

Todo tiene un mensaje

Unos días después quedamos con Mujer de Tepexpan en la Roma para platicar con ella mientras pegaba unos carteles. Su acercamiento al arte urbano es reciente: nunca ha tomado una clase de arte. 

Todo lo que hace en la calle lo aprendió de manera autodidacta; de internet en un principio y después aprendizaje colectivo, dentro de Paste Up Morras, colectiva de la que forma parte igual que Alina. 

Practica tanto graffiti como paste up, pero para ella son disciplinas diferentes: “Cuando hago un tag o una bomba, no tiene significado alguno más que ‘yo estuve aquí’. Sin embargo, todos los carteles que hago tienen un mensaje que quiero transmitir: en contra del racismo, a favor de la despenalización del aborto, o algún mensaje por lo general feminista o de lucha social en diferentes ámbitos”. 

Su rutina no cambió mucho durante la cuarentena porque tuvo que seguir trabajando, aunque sí notó un cambio en el espacio público: «había más oportunidad de pegar, de pintar y de hacer prácticamente lo que una quisiera. El problema fue que la vigilancia por parte de la autoridad se intensificó mucho”. 

Cuando pega en la calle le han tocado reacciones tanto positivas como negativas de la gente: “Por lo general la reacción es positiva. Sin embargo, otras veces los mensajes que ponemos, incomodan a las personas. Dibujo mujeres desnudas, morenas, gordas. Con que una sola morra pase por el lugar, vea el cartel y se sienta acompañada y apoyada, vale la pena”.

Para ella es importante que en el arte urbano, las mujeres creen vínculos: “Trabajar juntas y no estar siempre en competencia; sino colaborar, tener procesos de aprendizaje colectivo, apoyarnos”.

Dibujar mujeres

La entrevista con Sanv nos llevó al Skatepark Cuitlahuac, donde además de platicar tuvimos la oportunidad de verla patinar un rato. Sanv tiene 23 años y estudia Artes Visuales en La Esmeralda. 

Su placa es una flor que ha ido llenando las calles de la ciudad poco a poco: “Lo que yo siempre dibujaba eran mujeres, tal vez porque es lo que más conozco. Había partes del cuerpo que no me salían, entonces se me hacía más fácil hacer sólo un círculo, y luego ya lo junté con las flores. Y así fue como nacieron las morritas que hago”.

A veces les pone unas pezuñitas en lugar de pies, apelando a lecturas de brujas y a una feminidad más liberada: “también por eso las hago desnudas. Porque realmente no debería existir morbo al ver chichis y nalgas”.

Sanv nos cuenta que vivió la pandemia de forma un poco más relajada y con más libertad para pintar: “un tiempo estuvo padre porque justo no había tantas personas en la calle, entonces podías pasar y zúmbale, hacer una florecita, un cuerpo, algo efímero”. 

Tiempo de experimentar

La última charla que tuvimos fue con Tierraytinta, quien nos invitó a su casa y nos mostró su lugar de trabajo. 

Ella empezó a realizar arte callejero por una cuestión de liberación; para sacar la frustración que tenía guardada de no haber estudiado Artes: “Siempre me gustó dibujar pero no me la creía. Me di cuenta que notaba mucho el arte callejero y un día tomé un cambio radical en mi vida: decidí hacerlo yo”.

Algunas personas acusan a Tierraytinta de apropiación y exotización por pintar mujeres negras, siendo que ella es morena: “Mi mensaje va hacia volver a tu raíz, a tu origen. Gracias a eso que me dijeron, me arriesgué: tenía ganas de pintar chicas de colores como rosa, morado, azul y llegó el momento de hacerlo”.

Para ella la pandemia ha sido de altibajos, de salir de zonas de confort y experimentar. Nos contó de una reacción que tuvo a los carteles que decían cosas como “a este cartel le importa más tu vida que a ti”, “quédate en casa”: “Cuando los vi esos letreros, dije “está horrible esto”, entonces decidí rayarlos y los estuve interviniendo en la Roma. Rallé los que pude para protestar. Fue la manera en la que pude desahogarme de la pandemia y del miedo que se estaba generando en la calle”.

El arte urbano ya es de las mujeres

Las charlas con Alina, Cristina, Mujer de Tepexpan, Sanv y Tierraytinta fueron muy enriquecedoras: pudimos conocerlas un poco más, ver la forma en que han vivido la pandemia y cómo se han adaptado; cada una a su manera y estilo, que se refleja en la manera en que intervienen la calle. 

Después de platicar con estas morras tan chidas, podemos concluir que el graffiti y el arte urbano han sido tomados por las mujeres. 

Así es como la calle, en la que todavía no podemos caminar seguras, se convierte en plataforma para reivindicarnos y hacernos presentes. 

Para visibilizar temas como el amor propio, la liberación, la despenalización del aborto, el feminismo en sus diversas facetas, el racismo, la violación. Pero también para expresarse, divertirse y poder decir “yo estuve aquí” con y sin Covid.

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