Vivirse lesbiana en cuarentena es resistencia

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¿Por qué es diferente ser lesbiana en cuarentena? Porque no todas tienen una casa a la cual regresar para sentirse cómodas y a salvo.

Por: Miranda Villalobos

Ya han pasado casi tres meses desde que estoy en cuarentena en casa de mi madre después de cuatro años viviendo sola. Y nadie me dijo que el vivirse como lesbiana, particularmente en cuarentena, podría llegar a ser una batalla más de resistencia. 

Una vez leí que “La construcción de la identidad lésbica, sáfica o de una mujer que se relaciona con mujeres sexoafectivamente, puede llegar a ser un proceso largo y doloroso, pero a su vez liberador. Para que una mujer se considere lesbiana tiene que tener conciencia de la existencia de la categoría ‘lesbiana’ y luego re-significarla para poder identificarse con ella”.

Y esa cita me recuerda que cuando era niña sentía que era distinta. ¿Por qué de pronto estaba tan enamorada de Britney Spears y no de Nick Carter?

Sé que no hay una sola forma de llegar a ser lesbiana, bisexual, pansexual o una mujer que ama a otras mujeres en la praxis, pues todas tenemos vivencias, realidades y afectos diferentes dentro de una fluidez.

En mi caso, tuve que cuestionarme y vivir varias experiencias antes de llegar a considerarme a mí misma como lesbiana. Al principio no podía hacerlo porque no estaba familiarizada con el término, hasta que conocí a otras personas con el mismo sentir que yo y logre darle contenido positivo a mi identidad.

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Regresar a casa. O más bien, a la idea de lo que un día fue tu casa

El nombrarme a mí misma lesbiana fue todo un proceso de reconocimiento doloroso y resignificación que ya había vivido. Pero en esta pandemia, como muchas otras mujeres, lo he tenido que atravesar de nuevo.

Regresar a casa de tus padres es regresar a ese lugar que te vio crecer, donde hay paredes que guardan tus secretos, tus sonrisas, tus tristezas, y que también te hicieron sentir que debías irte para poder ser tú.

No es fácil volver a un lugar con una rutina, con un espacio, con una energía e ideal del que te fuiste porque ya no te habitabas. Y lo que pasa con habitarse es que es tan importante como respirar.

En la casa donde me encuentro pasando el confinamiento residen mi mamá, mi hermano, mi tía y sus tres hijes pequeños. 

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Hablar o no hablar de lenchitudes en la sala

Un sábado de abril hice un livestream en Instagram para entrevistar a una ilustradora acerca de las lenchitudes (lenchitudes= relaciones sexoafectivas de todo tipo entre mujeres cis, trans, bisexuales, no binaries, queer, etc.)

Por cuestiones de sonido y conexión quería realizarla en la sala, hasta que recordé que mi familia podría escuchar lo que íbamos a discutir, así que decidí encerrarme en mi cuarto para que no pudieran escucharme.

Ese momento me recordó al día en que salí del clóset con mis amigas y les dije “las quiero mucho, no quiero que me vean diferente”.

Después, un domingo de mayo, puse una película lésbica y mi prima de seis años se sentó a verla. Me sentí incómoda al saber que las escenas de sexo la harían sentir confundida.

Durante el transcurso de la película me preguntaba cosas como: ¿Por qué si son mujeres se están besando? ¿Ella es un niño o una niña? ¿Por qué esos niños tienen dos mamás?

No puede evitar pensar que si su mamá me escuchaba explicar eso podría causar un conflicto, así que me quedé callada.

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Cuidarse del contagio y de todo

En casa, aparte de cuidarme del contagio cuando salgo por las compras, también tengo que cuidar cómo vestirme.

Para mi mamá es muy importante la “feminidad” establecida. A pesar de ser una gran mujer que me ama, me acuerpa, me acepta, el tema de que su hija utilice gorra de vez en cuando y que los vestidos no estén en su cotidianidad todavía le causa un conflicto interno que no expresa para no herirme, pero que se nota.

No es que quiera pintar a mi familia como conservadora, porque me aceptan con los brazos abiertos. Pero así como es importante hablar de la labor y los procesos de deconstrucción que los padres tienen para aceptarnos, es mucho más importante hablar de cómo esos procesos nos lastiman. 

Los microviolencias que generan hacia nuestra identidad lésbica/sáfica dentro del espacio en el que convivimos, me llevan más que nunca a resistir, a querernos libres en toda situación. 

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Hay casas que te abrazan y hay casas que no

El vivirse lesbiana puede tener muchas connotaciones y realidades diferentes: hay casas que te abrazan y hay casas que no lo hacen.

Estamos transitando a una nueva normalidad llena de incertidumbre, en donde lo más valioso y seguro es tener un hogar donde resguardarte

¿Qué pasa cuando el único lugar donde puedes estar segurx no lo es porque atenta contra tu salud mental y reprime tus sentimientos y deseos? 

La pandemia ha llegado a visibilizar muchos problemas que hemos enfrentado toda la vida, así sean grandes o pequeños.

En la nueva normalidad amar a una mujer seguirá siendo revolucionario, seguiremos existiendo porque resistimos, seguiremos reivindicando. En la nueva normalidad no quiero que nos escondamos en nuestros cuartos. 

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