Pobreza menstrual: el acceso a la higiene no debería ser un privilegio

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Aunque la gran mayoría de las personas con útero sangramos, la pobreza menstrual es la clave para entender que no todas lo hacemos en las mismas condiciones

¿Te has puesto a pensar que vivir nuestro periodo menstrual es muy distinto para todas?

Para muchas significa no tener acceso a los productos sanitarios básicos, sin agua, a ser excluidas de las actividades diarias y a no contar con la información necesaria para conocer más sobre la menstruación.

Desde el 2014 ,la organización Wash United promovió el 28 de mayo como Día Internacional de la Higiene Menstrual.

Su objetivo es «romper el silencio, crear conciencia y cambiar las normas sociales negativas que rodean a la menstruación».

Por eso es necesario que cuando hablemos de menstruación, también se hable de las desigualdades sociales que viven las mujeres, niñas, personas no binarias y hombres trans que impiden que su periodo lo vivan sin tabúes, en libertad y sin exclusión.

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Importante hablar de la pobreza menstrual

La pobreza menstrual es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, inodoros, instalaciones para lavarse las manos y/o gestión de residuos.

Por eso hablar sobre pobreza menstrual hace visible que existen desigualdades al acceder a productos vinculados a la gestión menstrual y que por ello es importante que se reconozca como un asunto de salud pública y de derechos humanos.

De acuerdo con UNICEF, 1.800 millones de niñas, mujeres y personas no binarias menstrúan, pero no todas pueden hacerlo bajo condiciones dignas y saludables, ¿por qué el Estado tendría que dejar un proceso fisiológico fuera de sus políticas públicas de salud?

Los servicios públicos y la menstruación

En México, por ejemplo, hasta el 2018 se tenía documentado que hay 25.7 millones de mujeres en situación de pobreza.

De estas, 12.6 millones no cuentan con acceso a los servicios básicos en la vivienda como agua potable o servicio de drenaje. Además, 9 millones de mujeres no tienen acceso a los servicios de salud.

Todo esto impide que las mujeres vivan su menstruación sin riesgos de salud o bajo la misma comodidad para todas. ¿Te imaginas estar en tus días sin poder hacerte un té de manzanilla, sin poder lavarte las manos o sin un baño adecuado?

Y claro, es importante reconocer que muchas familias no pueden pagar los productos menstruales, por lo que usan ropa vieja u otros materiales que pueden perjudicar a la salud.

Los tabúes y la exclusión sobre nuestra sangre

Otro de los puntos que es necesario abordar cuando hablamos de nuestra sangre es la educación menstrual.

Se debe educar a niños y niñas sobre la menstruación desde una edad temprana y proporcionarles información amigable que ayuden a romper los tabúes.

Vivir sin exclusión mientras menstruamos también es súper importante. Muchas niñas no asisten a la escuela mientras menstrúan, no salen a jugar y viven con desafíos relacionados con el manejo de la menstruación en lugares públicos.

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La menstruación debe garantizarse en plena pandemia

Durante la pandemia, las mujeres no dejamos de menstruar y se tiene que garantizar el acceso a todos los recursos para vivir nuestro periodo plenamente.

Sobre todo cuando está presente la desigualdad menstrual de la que hablamos antes y cuando el impacto económico por el Covid-19 es muy fuerte para las mujeres que viven con precariedades sociales.

El informe «Mitigating the impacts of COVID-19 on menstrual health and hygiene» de la UNICEF explica que aunque no hay evidencia de los impactos de COVID-19 en el ciclo menstrual, el estrés, la ansiedad y la desnutrición pueden afectar la salud reproductiva.

Además, la desigualdad de género, las normas sociales discriminatorias, los tabúes culturales, la pobreza y la falta de servicios básicos a menudo hacen que las necesidades de salud e higiene menstruales no se cumplan.

En emergencias sanitarias como la pandemia, desastres naturales o áreas afectadas por conflictos, estas privaciones pueden hacerse más graves.

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Las mujeres son la primera línea de batalla contra Covid-19

En México, el 79% de las personas que se dedican a la enfermería son mujeres. A nivel mundial, las mujeres representan el 70 por ciento de la fuerza laboral de salud y tienen más probabilidades de estar en primera línea trabajadores de salud, especialmente enfermeras, parteras y trabajadores de salud comunitarios.

Por eso, la UNICEF y ONU Mujeres señalan la importancia de “garantizar la disponibilidad de productos de higiene menstrual, como toallas sanitarias y tampones, para las cuidadoras mujeres y las intervinientes de primera línea como parte del equipo de protección personal.”

La sangre llega cada 28 días aproximadamente y todas las personas que la experimentamos tenemos derecho a saber que podremos manejar nuestro periodo sin aumentos de precios, escasez ni falta de higiene.

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