Feminismo en el norte de México: la apuesta al cambio en el desierto

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Descubre cómo se vive el feminismo en el norte de México a través de la experiencia de cuatro colectivas de Tijuana, Culiacán, Chihuahua y Monterrey.

Por: Gabriela Martínez

En el norte de México, la voz del feminismo lleva años alzándose en medio de una sociedad que presenta riesgos añadidos y distintos a los que se viven en el sur y el centro del país.

La experiencia quienes somos del norte incluye normalizar la posibilidad de morir en un fuego cruzado en carretera, como lo que se vivió en la frontera entre Sonora y Chihuahua, o bien, estar sitiada en tu propia ciudad, como en hechos recientes en Culiacán.

A eso se añade el tener conciencia de quién se dedica a qué exactamente, para no hablar o molestar a la gente equivocada; toques de queda o que el desfile de un convoy por las calles de tu pueblo sea parte del panorama.

Dependiendo de la ciudad, hasta ir a la tienda de conveniencia o salir a comer mariscos, por un ejemplo, se convierten en actividades de alto riesgo debido a la posibilidad de un enfrentamiento: no es exageración, es la experiencia.

Para entender un poco mejor cómo es la lucha feminista en estas circunstancias, platiqué con integrantes de cuatro colectivas feministas del Norte de México. Ellas nos contaron cómo se vive el feminismo en sus ciudades, cuáles son los temas que les parecen más urgentes y las acciones que están tomando.

Féminas 

Tijuana, Baja California

Andrea Valenzuela, una de las fundadoras de esta colectiva en Tijuana, cuenta que tras ver la película Las Elegidas, la cual narra el tráfico de personas en esa ciudad, descubrieron y se replantearon problemas tan importantes como la explotación sexual que ocurre y de la que nadie estaba hablando.

“Féminas nació de una necesidad, al sentirnos frustradas y querer crear soluciones nosotras mismas. La idea era tener de punto de partida una película o documental, pero poco a poco empezamos a hacer más cosas, como recaudación de fondos para albergues, talleres de ginecología, DJ sets, screenings de películas y cortos, charlas…”, me explicó Andrea. 

Feminismo en el norte de México
Imagen. Féminas

“Ser feminista en Tijuana es saber que hay una calle en el Centro en donde decenas de mujeres y niñas son víctimas de trata de personas y es una zona protegida por el crimen organizado, es resistir a la hegemonía conservadora en una ciudad abstracta y diversa, es luchar por tener un discurso al unísono y no repetir todo lo que se dice en el centro: es luchar por tener una identidad propia”, añadió”, añadió.

Entre las actividades que lleva a cabo esta colectiva se encuentran el Festival Niñas Salvajes y la Escuelita Feminista para Niñxs, ya que les da oportunidad de darles a conocer a las más pequeñas otro tipo de perspectivas.

Hacer comunidad es uno de los mayores intereses de la colectiva: “Hacer festivales o reuniones o pijamadas de día y conversatorios es algo que nos ha ayudado a encontrar y apoyar una comunidad feminista a nuestro alrededor. No estamos solas y tenemos muchxs aliadxs con quienes buscar el cambio”.

Imagen. Féminas

Feministas Alteradas Sinaloenses 

Culiacán, Sinaloa

“Decidimos crear Feministas Alteradas Sinaloenses como un grupo multidisciplinario en el que, desde diferentes trincheras, procuramos disminuir la violencia contra las mujeres”, me cuenta Mariel Yee, miembra de esta colectiva.

“Lo que nos une es que somos morras enojadas y hartas de que la perpetuación de violencia sea tan frecuente, tan visible, tan a la luz del día y que nadie haga nada, que somos un estado en alerta de género y que al final no están realizándose las acciones de acuerdo a la agenda”, me explica.

Las actividades que esta colectiva lleva a cabo van desde las manifestaciones, sobre todo en eventos protocolarios o de gobierno, hasta el ejercicio de la toma del espacio público, charlas y exposiciones de arte.

Imagen. Feministas Alteradas Sinaloenses

Sobre su nombre, Mariel me dijo: “Somos feministas ‘alteradas’ porque el contexto en el que estamos nos invita a tener una actitud subversiva y contestataria, porque todavía en el norte ha sido más complicado organizarnos como colectiva y como agrupaciones”.

“Ser feministas en Sinaloa es saber que acá no solo actúa la estructura de violencia machista y heteropatriarcal, sino cómo incide el narcotráfico: que no sabes a qué te estás enfrentando a veces. Que (algunos) feminicidios son perpetrados por estos narcos y al momento de andar averiguando y andar visibilizando esas cosas, no sabes con quién te estás metiendo”, dice Mariel sobre sus retos locales.

Entre los avances que la colectiva ha ganado está el que ya se esté hablando en congresos de Sinaloa sobre la despenalización del aborto, lograr el pronunciamiento de la alerta de género, la oportunidad de impartir charlas o ponencias en coloquios y eventos. Pero, sobre todo, ser inspiración para la creación y unión de más colectivas dentro del estado.

Imagen. Feministas Alteradas Sinaloenses

Movimiento Malinche 

Chihuahua, Chihuahua

Esta colectiva nació en el 2017 bajo el contexto histórico de los feminicidios en el estado, el repunte de la inseguridad para las mujeres así como la necesidad de un espacio creado por y para mujeres.

“Movimiento Malinche es una colectiva que trabaja principalmente el autocuidado individual y colectivo, además de concretar rutas de acción en torno a actividades feministas: con ellas tomamos espacios públicos y nos hacemos escuchar”, me explicó Daniela Morales, miembra de la colectiva.

“Ser feminista en un estado como el nuestro, donde la impunidad es parte del día a día, nos crea la necesidad de tener (estos) espacios; no solo trabajamos por cambiar la situación actual, sino para protegernos y proteger a nuestras hermanas, generar redes que nos hagan sentir ligeramente seguras en las calles”,  agregó Brenda Soto, otra de sus integrantes.

Movimiento Malinche actualmente forma parte de la mesa de trabajo ‘Retos y fortalezas en la provisión de servicios esenciales de atención de violencia’ de la Iniciativa Spotlight, un proyecto contra la violencia hacia las mujeres de la ONU y la Unión Europea, que se va a aplicar en la capital de ese estado.

La colectiva también organiza asambleas públicas que son punto de encuentro para mujeres que habitan diferentes contextos de la ciudad. 

Además, convocan a rodadas, publican un femzine bimensual y hace poco solicitaron al congreso de Chihuahua una audiencia pública en torno al tema del aborto.

Hablemos de Aborto 

Monterrey, Nuevo Léon

“La creación de Hablemos de Aborto surge de la necesidad de socializar el conocimiento integral en torno al aborto en Nuevo León. De abordarlo con enfoque científico, salud pública, justicia social y reproductiva, derechos humanos de las niñas y mujeres, violencia de género, entre otros”,  me explicó Stefanía Bárcenas, enlace en ese estado de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México.

Entre las actividades que llevan a cabo están talleres, pláticas, presentaciones de libros, mesas de discusión, conversatorios y encuentros. También dan capacitaciones a mujeres sobre acompañamiento y  de mejores prácticas a personal de salud.

Además, en marzo de 2019 arrancó la primera generación de la Escuela Comunitaria Hablemos de Aborto, con sesiones mensuales por un año.

Esta escuela tiene como objetivo formar integralmente a mujeres en el tema, a través de herramientas e información científica que les ayuden a ejercer el libre derecho sobre sus cuerpos y a su vez, replicar el conocimiento dentro de sus redes y espacios, quitando el estigma hacia el aborto.

“El movimiento social feminista joven en nuestro estado es parcialmente reciente, inició organizadamente en 2011 bajo el contexto de la guerra contra el narco y diversas violencias que vivimos las mujeres”, me contó Stefanía.

También me explicó que es un estado con poca movilización ciudadana: “La población en nuestro estado es en su gran mayoría apática y no está muy politizada, por lo que a veces es complicado que los mensajes lleguen”

Pero las cosas están cambiando: “de 2011 a la fecha, el movimiento feminista se ha agrandado exponencialmente en comparación con otros movimientos sociales: cada vez somos más mujeres organizadas para darnos voz y exigir nuestros derechos”, concluyó Stefanía

Este es solo un ejemplo del trabajo que las colectivas y organizaciones feministas están haciendo en el Norte del país: son cada vez más las mujeres norteñas que se organizan, buscando soluciones y llevando a cabo acciones que respondan al contexto particular de sus estados. 

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