Sí, hay reggaetoneras afrolatinas y su música, además de ser excelente para el perreo, es una lección en educación sexual, colonialismo y más.
Por años fue común escuchar que el reggaetón es intrínsecamente machista. Sin embargo, con la reciente incursión de mujeres como Karol G, Natti Natasha, Becky G o Rosalía se popularizó la opinión de que el reggaetón ahora sí es feminista. Ahora sí.
En ese contexto, hace algunos meses se hizo viral un tweet de una playlist que intentaba visibilizar a las mujeres en el reggaetón. Al revisarla, me pregunté: “¿y las afrolatinas dónde están? ¿Dónde están Glory Glow, Amara La Negra y Farina?”. Noté que los referentes femeninos actuales del reggaetón no eran las pioneras del género, sino artistas como Ximena Sariñana o Beatriz Luengo, más cercanas al pop que al reggaetón.
A raíz de mi interés por las afrolatinas en el reggaetón, hice un hilo en Twitter sobre el tema. Así pude darme cuenta que ¡desde los noventa! las mujeres negras en sus canciones ya hablaban sobre placer sexual femenino, trabajo doméstico no remunerado, trabajo sexual, sobre los mitos del amor romántico y del príncipe azul, el consentimiento, el acoso callejero, el antirracismo y otros ejes de debate en los feminismos contemporáneos.
Desde el inicio, las mujeres negras han sido partícipes en la historia del reggaetón, no sólo como “musas” sino también como coristas, vocalistas, bailarinas, productoras y compositoras. Escuchar a estas mujeres seguro hará que se replantee el argumento trillado de que el reggaetón, de por sí, es machista.
Un poco de historia, ¿de dónde viene el reggaetón?
El ritmo del reggaetón viene del dancehall que, a su vez, está emparentado con el reggae tradicional jamaiquino. El género está compuesto por una cantidad inimaginable de toques rítmicos, entre ellos el dembow, la base rítmica del reggaetón. El dancehall se popularizó a tal punto que llegó a Estados Unidos, Europa y Asia.
El Chombo (famoso cantante y productor panameño) dice que el dancehall es el mayor precursor de la música urbana, lo escuchamos todos los días en las canciones que están de moda.
Artistas como Big Boy de Puerto Rico, Latin Fresh de Panamá y Shabba Ranks de Jamaica son recordados como los precursores del reggaetón. Sin embargo, el Chombo en este video menciona que si de música urbana en español vamos a hablar, debe recordarse a La Atrevida, a Lisa M y a Francesca, las mujeres afrolatinas que también sentaron las bases musicales para el desarrollo del reggaetón como género musical.
¿Por qué las reggaetoneras afrolatinas son invisibles?
Pareciera que la tendencia de la cultura machista es esconder las contribuciones de las mujeres para no reconocerlas en la historia, en la música, en el arte y en la política. La poca visibilidad que tienen las mujeres negras en la música urbana en español frente a los hombres y actualmente, con la aparición de otras mujeres en la escena musical, evidencia las desigualdades estructurales de un sistema heteropatriarcal y racista.
Esto ha ocurrido en otras ocasiones en la historia de la música. Alice Coltrane (fabulosa pianista de jazz, esposa de John Coltrane) y Betty Davis (una de las voces más influyentes del funk, compañera de Miles Davis) son mujeres que, a pesar de su talento extraordinario, no tuvieron la misma visibilidad que sus compañeros hombres.
No quiero culpar directamente a John Coltrane o a Miles Davis por esto, tampoco quiero señalar a los géneros musicales en sí. El reggaetón por sí mismo no es culpable –así como tampoco el jazz o el funk– de que las mujeres tengan menor visibilidad en la escena musical. El problema, creo yo, es de una cultura que sistemáticamente privilegia a los hombres sobre las mujeres.
Afrolatinas: mujeres con agencia
Creer que el reggaetón es machista porque coloca a las mujeres en una posición de subordinación y completa sumisión es negar que ellas también participan, resisten y luchan.
Así mismo, considerar que el reggaetón ahora sí es feminista porque Paloma Mami y Rosalía, mujeres blancas, recientemente han aparecido, es reproducir la ideología colonial del feminismo hegemónico que piensa a las mujeres de la “periferia” como objetos y no como sujetos de su propia historia (Mohanty en Curiel, 2009).
El papel de las mujeres en el reggaetón no se restringe al de objeto sexual. Las afrolatinas son un gran ejemplo de cómo las mujeres son sujetos con agencia, dueñas de sus decisiones y sus autorepresentaciones.
Sin tapujos ni tabués, las afrolatinas abiertamente hablan de sexo: la pista de baile es una alegoría de la cama, las rimas que lanzan en cada canción tratan sobre el goce de sus cuerpos, de su movimiento.
Al mismo tiempo, expresan de manera explícita que ellas, al enunciarse como sujetos sexuales, no son incapaces de discernir, es decir, de establecer los límites de lo que quieren hacer o no.
Sexualidad, colonización y racismo
Descubrí que el reggaetón hecho por afrolatinas es una gran lección en educación sexual. Demphra y Anyuri, ambas panameñas, hablan de la importancia de anteponer el placer femenino en las relaciones sexuales.
“Si tú eres un mal polvo te chifeo” o “el que no baja me aburre” son consignas que deberíamos tatuarnos en el cuerpo para dejar de centrarnos tanto en el placer de ellos y complacernos más a nosotras.
Y si el sexo y el cachondeo son temas recurrentes, también lo son el racismo y la colonialidad. Por ejemplo, La Sista es una artista completamente anticolonial: Yemayá, orishá de aguas saladas, y Anacaona, mujer taína que al ser acusada de rebeldía fue asesinada por los colonizadores españoles, son protagonistas de sus canciones.
Por su parte, La Hill, reggaetonera de Puerto Rico, en Paso a paso denuncia las repercusiones de la condición colonial de la isla: blanqueamiento, violencia sexual, violencia policial, misogynoir (misoginia hacia las mujeres negras), entre otras.
Iza, Amara la Negra, Nicole Franco, Maluca, entre otras muchas más… Las mujeres reggaetoneras afrolatinas son herederas de la sabrosura ancestral. Son mujeres que, con excepcional talento y creatividad, despampanan con su voz y su movimiento.
Su reggaetón es político porque luchan constantemente por ser vistas y escuchadas. Denuncian bailando, denuncian cantando, denuncian twerkeando.
Antes de repetir la incansable frase de que el reggaetón es misógino, valdría la pena escuchar con atención las propuestas musicales de estas mujeres y reflexionar sobre las letras, también sobre sus videos; sobre qué tipo de realidades retratan, cómo se expresan y se organizan, cómo responden y resisten a las distintas violencias que viven como mujeres negras en Latinoamérica, cómo es que esas vivencias se vuelven música.
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Escucha a algunas de las reggaetoneras afrolatinas mencionadas en el texto en esta playlist.