Por qué no podemos dejar de pensar en la película de «La camarista»

¿Cómo nos afecta el culto al trabajo, esa cultura en la que justificamos nuestra existencia conforme más producimos? Quisiera empezar este texto con algo ingenioso sobre la industria hotelera y el trabajo doméstico a gran escala, sobre la alienación provocada por la horas laboradas y las pequeñas decepciones y frustraciones que se acumulan con el paso del tiempo, sembrando el deseo autodestructivo de querer saltar al vacío desde lo más alto del edificio. Ah, pero La camarista, de la directora capitalina Lila Avilés, lo hace muchísimo mejor de lo que podría escribir.

Con un brillante uso del espacio, una cinematografía contrastante, una mirada ágil y una poderosa interpretación por parte de Gabriela Cartol, La camarista es el magnífico debut de Avilés.

Por fin llegó al cine La camarista

Estrenada originalmente en el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2018, la película fue nominada a varios premios Ariel en 2019 y se llevó el reconocimiento a Mejor Ópera Prima. Pero hasta el pasado 2 de agosto, cuando se estrenó por fin en salas, pocas personas en México habían visto una de las mejores películas del año, a nivel nacional e internacional.

Para no ir más lejos, en el sito Rotten Tomatoes, que toma en cuenta reseñan en sitios especializados, la nombró la mejor película en lo que va de 2019.

El filme presenta a Eve (Cartol), una joven mujer que trabajo como camarista en uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad de México. Con la meta puesta en atender el piso 42 y quedarse con un vestido rojo, olvidado días atrás en una de las habitaciones, Eve se enfoca en ser la trabajadora más eficiente y capaz, mientras que una serie de eventos cotidianos la harán cuestionar su propósito.

Con potentes miradas, Cartol le da vida a un personaje huraño alienado gracias al exceso de trabajo, que encuentra pequeños destellos de felicidad al observar, curiosa, los objetos que dejan los huéspedes en las recámaras.

Las experiencias y decepciones que obtiene durante el camino para alcanzar sus metas la harán recuperar, poco a poco, su autonomía e identidad.

Una perspectiva poco común

El guion de Avilés y Juan Carlos Márquez se enfoca por completo en Eve y su perspectiva. Es a través de esa mirada que se exploran los temas de ética y alienación laboral, distinción de clases, maternidad ausente e individualidad.

La óptica y movimientos de la cámara, así como sus encuadres, funcionan para mostrarnos el contexto de Eve y sus emociones.

Además, la historia hace algo que muchas otras películas no se han atrevido a hacer: dejar al margen a los huéspedes del hotel y resaltar que pretenden que Eve y las demás personas que trabajan en el hotel no existen.

El enfoque completo en Eve y su asfixiante entorno, así como su desarrollo y proceso de recuperar su autonomía, es una breve ventana hacia un mundo ignorado por los medios masivos de comunicación y la sociedad en general, sin romantizar el (exceso de) trabajo ni explotar, visual ni narrativamente, la precariedad en la que vive.

Brillante, empática y desafiante, La camarista merece todo el reconocimiento que está recibiendo tras su estreno en distintas partes del mundo. No se pierdan la oportunidad de dejarse envolver en cines por este filme.

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