El 3 de julio de 1955 fue crucial para las mujeres mexicanas: fue la primera vez que pudieron votar. Un ejercicio que ahora es totalmente común, pero que, al igual que otros derechos que los hombres siempre han dado por sentado, para las mujeres representó una batalla.
Seas adepta o no, debes saber que la lucha feminista ha sido la que nos ha dado derecho a decidir sobre aspectos que hace poco más de 100 años eran impensables, aquí algunos de ellos.
1. Derecho al voto
Votar es una de los actos cívicos y políticos que algunas personas desdeñan, sin embargo, las mujeres tuvieron que luchar para alcanzarlo. Hace 100 años las mujeres no podían hacerlo en muchos países.
En México, Laureana Wright González, fundadora y directora de la revista femenina Violetas del Anáhuac, fue de las primeras en alzar la voz al respecto, cerca de 1884.
Años más tarde, en 1910, el club femenil antirreeleccionista «Las Hijas de Cuauhtémoc» protestó por el fraude en las elecciones y demandó la participación política de las mujeres mexicanas. Esa misma década, Elvia Carrillo Puerto empujó la causa en las Cámaras legislativas sin mucho éxito, pero sentando un precedente y convirtiéndose, en 1923, en una de las primeras mujeres mexicanas electas diputadas.
Fue hasta 1953 cuando Alfonso Ruiz Cortines, ya presidente, promulgó las reformas constitucionales que dieron el voto a las mujeres.
2. Vestir como quisieran
Hace no tantos años, los pantalones y el pelo corto eran exclusivos para los hombres, tanto así, que en 1915 la feminista puertorriqueña Luisa Capetillo fue detenida por usar pantalones públicamente.
En México, se dice que fue Adela Velarde Pérez, la famosa Adelita, una de las pioneras en vestir pantalones y botas, pero fue la excepción, no la regla, junto con otras mujeres mexicanas como Frida Kahlo y María Félix, quienes aunque no fueron detenidas como Capetillo, sí fueron severamente criticadas por usar pantalones y traje “masculino”, algo impensable –e indeseable– para las mujeres que se ajustaban al rígido estilo de la época.
3. Divorciarse
Los hombres siempre han podido abandonar hijos, no reconocerlos o formar más de una familia, mientras que las mujeres no tenían siquiera oportunidad de divorciarse.
Stephanie Coontz, autora del libro Marriage: A History, describe la situación así: “No puedo pensar en ningún país en el que hace 100 años una mujer pudiera divorciarse por las mismas razones y con la misma facilidad que un hombre». También explica que no podían negarse a tener relaciones sexuales con sus maridos, pues era algo extraño, escandaloso y que traía enorme condena social.
En México, hasta 1870 el primer Código Civil sólo permitía la separación como lo estipulaba la Iglesia católica, es decir, con la muerte de uno de los los cónyuges.
4. Administrar sus propios bienes
Heredar, demandar o ser partícipe de un contrato fue algo impensable para las mujeres mexicanas durante muchísimos años.
No fue hasta 1917 que la Ley de Relaciones Familiares dio a las mexicanas “plena capacidad para administrar sus bienes propios, disponer de ellos sin la autorización del esposo”.
En el documento también se lee claramente que “el marido dejó de tener la representación legal de la esposa”.
5. Controlar su fertilidad
Aunque es verdad que los preservativos se inventaron muchísimos años atrás, la pastilla anticonceptiva –que llegó a México en 1960– dio a las mujeres mayor autonomía sobre su fertilidad y su futuro profesional, aunque no sin peligrosos efectos secundarios, hay que decirlo.
Actualmente 7 de cada 10 mujeres en edad fértil ha usado alguna vez y conoce por lo menos un método anticonceptivo.
Aunque hoy en día todas estas cosas puedan parecer algo más que ganado para las mujeres en México, recordarlas y conocer su historia nos invita a reflexionar sobre aquellos derechos que todavía tenemos pendientes para vivir en una sociedad que sea realmente equitativa, además de cómo lograr que incluso estas batallas ganadas se explayen a todas las mujeres por igual.