«Salgan de la cocina y de sus casas»: adiós a Agnès Varda, pionera de la Nouvelle Vague

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Antes que François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y quien es considerado el precursor de la Nouvelle Vague, Jean Pierre Melville, Agnès Varda ya era la pionera de ese género.

En sus veintes –y sin ninguna formación previa– presentó su debut, La Pointe Courte, que es considerada, de forma no oficial, el primer filme de la Nueva Ola Francesa.

Aunque el trabajo de más conocido de Agnès Varda es el documental Rostros y lugares, su exitosa trayectoria abarcó décadas.

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La historia olvida a las mujeres

La historia tiene el hábito de excluir a las mujeres y olvidarlas convenientemente, sin embargo, con Agnès Varda lo tiene complicado.

Estudió literatura y psicología en la Sorbona, también se interesó en la fotografía, que la llevaría a su amor definitivo: el cine.

Aunque esto suene común en nuestros días, era realmente inusual en esa época, a pesar de que los años veinte parieron a la primera generación de “nuevas mujeres” con el derecho al voto y la llegada de las Flappers, con su escandaloso estilo de vida, una mujer estudiando y haciendo cine era la excepción, no la regla

Su segundo metraje, Cleo de 5 a 7, compitió en el Festival de Cannes, en el que se le destacó como una voz feminista e innovadora, a ella le seguirían las producciones como Respuesta de mujeres, Sin techo ni ley o Kung-Fu Master (1987), entre muchas otras.

Estilo propio

A Agnès Varda le debemos su inconformismo, su talento y su curiosidad, rasgos que la hicieron ganarse su lugar en la dirección cinematográfica.

Ella abrió camino a otras mujeres, a quienes siempre les sugería estudiar cine: “Salgan de la cocina, de sus casas, consigan lo que necesitan para hacer películas” aconsejaba, a la par que mostraba que había tiempo para todo: se casó y crió a sus hijos, Rosalie Varda, diseñadora de vestuario y directora artística, y el actor Mathieu Demy.

Durante su carrera, Agnès Varda experimentó con una gran variedad de técnicas, géneros y estilos: grababa en tiempo real, mezclaba ficción y realidad, le gustaba retar a su audiencia y sus creaciones tienen el toque distintivo entre sonido e imagen que las aleja de las de sus contemporáneos.

Su trabajo era vital, intenso, con marcada relación entre el lugar de los hechos y la persona que los vivía. Esto se combinaba con la conciencia del paso del tiempo y la mortalidad inminente, esos pesos que todos traemos en los hombros.

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Caras y lugares

En 2017 presentó Caras y lugares, realizada junto al artista JR, esta cinta combina algunos de los elementos considerados propios de la cineasta: el juego, la alegría, el formato documental y la exploración de lo que ocurre en la sociedad, así como la forma en la que nos relacionamos están presentes.

Sus reconocimientos son tantos que podrían llenar el espacio completo de esta nota, así que por mencionar algunos están: el León de Oro, Gran oficial de la Legión de Honor, César al mejor cortometraje documental, Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles a la mejor película extranjera, el European Film Award for Best Documentary, la Gran Cruz de la Orden Nacional del Mérito, además del Óscar Honorífico en 2017.

Asimismo, fue autora de obras entre las que destacan: su autobiografía, Varda, por Agnès, así como De la fotografía al cine y viceversa.

Esa mujer francesa de ojos expresivos y distintivo corte “de hongo” falleció el 29 de marzo de 2019 y deja tras de sí un enorme legado que será inspiración para las mujeres de esta y las generaciones del futuro. Eso, en un mundo en el que el machismo y el sexismo prevalecen, siempre será motivo de admiración y agradecimiento.

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