Sobre cumplir 30 años y no estar a la altura de las expectativas

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El año pasado me decoloré el cabello. Mi razonamiento fue «ya casi voy a cumplir 30 años, tengo que hacer esto antes de que sea demasiado tarde».

Sé perfecto que la edad es una construcción social y que da igual tener 25 a tener 28 y a tener 40, pero no me puedo quitar de la cabeza que en septiembre cumplo 30.

TREINTA AÑOS. Crecí sabiendo que a Shakira también le pesaba esa edad.

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Los supuestos de cumplir 30 años

Hace 10 años pensé que para los 30 ya estaría en un lugar muy distinto al que me encuentro ahora. Soñaba con estabilidad emocional y un trabajo que amara.

Maldita Carrie Bradshaw y su columna semanal que le pagaba sus Jimmy Choos y sus taxis-nunca-metro y su departamentazo en Nueva York. Malditos medios que generaron expectativas que en 2019 son insostenibles para la vasta mayoría de mujeres de mi generación.

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Tengo 7 meses para lograr todas las cosas que la Ana de 19 años pensaba que tendría al cumplir 30 años. O bien, tengo 7 meses para realmente entender que lo que asociamos con las edades no son mandatos que estamos obligadas a consumar.

El poder del número 9

No hay estudios que concluyan por qué –o si es real– la tendencia por hacer cosas más impulsivas cuando estás a punto de concluir una década, pero cuando hablo con gente a mi alrededor, sobre todo mujeres que están a punto de cumplir 30, encuentro que la mayoría estamos estresadas.

Más allá de los mandatos de casarse y tener hijos –cosa que sabemos que siempre debe ser una elección y no una cuestión de edad– algunas personas sí tenemos la necesidad de cumplir con algunas metas antes de comenzar una nueva década.

Hablando con mis familiares de diversas edades coincidimos que los 29 y los 39 marcan momentos bastante importantes, ya que estamos cerrando ciclos y buscando sentar las bases para iniciar otros nuevos.

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¡A hacer locuras!

He sabido de personas que se casan, se rapan, se mudan o cortan con su pareja, todo antes de iniciar una nueva década. Decidimos arbitrariamente que cada 10 años ocurriría algo importante y ponemos una presión absurda en hacer que ocurra.

Yo me mudé de Guadalajara a la CDMX y me decoloré el cabello en mis pre-treintas. Ahora tengo la idea de hacer un viaje sola y me quiero tatuar de nuevo. Todo porque siento el lastre de terminar con mis 20s aferrándome con todas las uñas a todavía ser considerada “juventud” ante el INEGI. Siendo chava y señora a la vez.

¿La señoría se gana a los 30? A los 39 confirmaré si esto es real o es una especulación, pero lo que sí sé es que el metabolismo cambia, así que mientras tanto tráiganse unos riopanes y seguimos la fiesta.

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