¿Por qué es importante la psicoterapia feminista? Hablamos con 3 especialistas

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Desde los 14 años he ido a terapia psicológica y no puedo negar que con cada terapeuta aprendí y crecí bastante.

Sé que el autoconocimiento de mi ser es, en buena parte, un trabajo que he realizado a través de las sesiones. Sin embargo, fue hace menos de un año que decidí comenzar con psicoterapia feminista y en verdad ha cambiado por completo mi vida.

Dejé ir un montón de culpas que me atormentaban sobre situaciones que no puedo cambiar y que se explican de forma estructural. También aprendí que tengo la opción de vivir diferente y, sobre todo, de aceptarme como soy. Ha sido un trabajo muy duro, pero también sanador y de reencontrarme conmigo misma.

Para ahondar más en qué es lo que hace que la psicoterapia feminista sea distinta a otras corrientes, entrevisté a las psicólogas Bianca Pérez, Diana Triviño y Teresa Aguilar, quienes forman parte de Sorece, una Asociación de Psicólogas Feministas que además de impartir algunos talleres dan terapia con este enfoque.

¿Qué significa una psicoterapia con perspectiva feminista?

La psicoterapia con perspectiva feminista es un modelo de atención horizontal que comprende que las experiencias personales están influenciadas por procesos estructurales y relaciones más amplias de poder.

En esta perspectiva es fundamental incorporar al análisis los procesos sociales, culturales, históricos y políticos implicados en las condiciones y formas subjetivas, emocionales e identitarias de las personas. Por lo tanto, también aborda en su reflexión categorías como la clase, la etnia y la raza, además del género.

¿En qué cambia con otro tipo de terapia?

En que parte de la premisa “lo personal es político”, por lo tanto se analiza la importancia del rol de género y las relaciones de poder en las experiencias que llevan a las personas a terapia.

El trabajo es distinto porque se reconoce la no neutralidad de lxs terapeutas, por lo tanto se construye una relación horizontal en la que se valora el saber y las experiencias de las personas. Se reconoce a las consultantes como protagonistas y expertas de su propia vida. Así, este modelo evita la patologización y comprende el malestar como una experiencia colectiva.

Es muy importante cuestionar al “deber ser”, se promueve la deconstrucción y se visibilizan las violencias. Es un modelo que evita la revictimización y busca que las personas se construyan como agentes o sujetas/os políticxs. Se recuperan conceptos y análisis de las teorías y metodologías feministas para comprender las experiencias.

¿Quiénes acuden a la psicoterapia feminista?

La mayoría de las personas que acuden a la asociación (Sorece) son mujeres, porque el género nos ha identificado como receptoras de muchas violencias.

Es importante mencionar que algunas personas no acuden con nosotras – u otras terapeutas feministas – por prejuicios hacia los feminismos.

Nosotras no negamos el servicio a ningún grupo identitario o de edad, al contrario, creemos que este análisis les vendría muy bien a todxs.

¿Qué temas son los que se tocan en la psicoterapia feminista?

Se tocan bastante los temas que tienen relación con las violencias. Violencia en la pareja, familia, violencias sexuales, políticas, económicas o de género, pero también trabajamos con todas las emociones, tomamos en cuenta su construcción sociocultural y las consideramos aliadas.

Se promueven procesos de empoderamiento, de sororidad, se busca repensar lo femenino y las relaciones entre mujeres. Asimismo hablamos de identidad y sexualidad, de disidencias, diversidad y la riqueza de la diferencia.

Acompañamos procesos en los que hay diagnósticos psicológicos y psiquiátricos, pero lejos de medicar o continuar la patologización de las experiencias, buscamos su comprensión y una deconstrucción del diagnóstico.

Los trastornos como la bulimia, ansiedad, anorexia, etc. ¿se leen distinto desde la psicoterapia feminista?

Sí, este modelo también comprende la importancia del cuerpo. Por eso no hablamos sólo de salud mental, basta de una dicotomía mente/cuerpo. El cuerpo no está separado de estas experiencias. El cuerpo tiene memoria y nos narra las violencias.

El cuerpo a veces es un territorio de lucha en el que se inscriben metáforas, en este caso la bulimia y anorexia son un claro ejemplo de cómo lo sociocultural se encarna en la forma de relacionarnos con nosotrxs.

Por otro lado, la psicoterapia feminista ha estudiado bastante a la depresión y ha hecho un análisis en el que se revisa cómo los criterios de diagnóstico para trastornos depresivos en manuales con tanto prestigio como el DSM-V (creado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ), son muy parecidos a los que dicta el estereotipo tradicional femenino. Es decir, el estereotipo femenino dice que las mujeres debemos ser coquetas, románticas, sensibles, sumisas, dóciles, sentimentales, complacientes y dependientes.

Los criterios de diagnóstico para depresión describen a personas dependientes, pasivas, con falta de asertividad o una gran necesidad de apoyo afectivo. Entonces si una mujer sigue muy bien el estereotipo está condenada a ser diagnosticada con depresión, y una vez que recibe este diagnóstico se va a silenciar más su voz. Su opinión puede ser minimizada porque “está enferma/loca/medicada/intensa”, entonces esta patologización revictimiza.

Además consideremos la parte capitalista de esto, nos vuelven consumidoras de antidepresivos, ansiolíticos y hormonas, además de todos los productos de belleza (que pueden promover la gordofobia, racismo, clasismo) y de la actual sobreexigencia de éxito… La estructura dicta qué cuerpos importan y cuáles deben despreciarse y, en consecuencia, ser aplastados por la violencia.

¿Qué personas deberían ir con un/a terapeuta?

Todas las personas que estén experimentando malestar o que hayan reflexionado o tomado conciencia de la importancia de hacer un cambio. Ya sea a nivel personal o social.

Recordemos siempre que lo personal es político, por ello los procesos psicoterapéuticos son tan poderosos, tienen la fuerza para promover cambios estructurales, para repensar esos “deberes” que nos oprimen o limitan en relación a nuestra identidad sexo-genérica, raza, clase o etnia.

Sobre Sorece…

Buscamos que sea más fácil tener acceso a un proceso psicoterapéutico de este tipo, por lo que el precio [que ofrecemos en la asociación] es por socioeconómico y también tenemos servicio en línea.

Creemos que es muy importante que las personas se atiendan, se escuchen y se den un tiempo para pensar fuera de la dinámica de producir. Es elemental hacer conciencia de cómo nos explota y categoriza la estructura social.

También invitamos a más terapeutas a formarse en esta perspectiva, para que las mujeres y todos los grupos identitarios oprimidos ya no salgan perdiendo de un consultorio psicológico. Basta de prejuicios y patologización, ya es tiempo de sacar esos discursos del espacio psicoterapéutico.

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