Así he vivido mi depresión y ansiedad en mi relación de pareja

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Una de las cosas más difíciles cuando tienes depresión es tener una relación de pareja.

Cuando me diagnosticaron con depresión, acababa de terminar conmigo mi ex novio de casi 3 años, después de aplicarme un numerito de gaslighting unos cuantos meses. Coincidió con que terminé la universidad y me quedé desempleada. Bajé 12 kilos en un mes porque no me entraba la comida. Vomitaba todo lo que comía.

No era la primera vez que atravesaba una crisis de depresión, pero se sintió más fuerte y más grave que las demás. Logré echármela A Capella, con muy poca terapia y “ocupándome”, acepté un trabajo muy demandante, que describo al inicio aquí.

Depresión y ansiedad en mi relación…

Una crisis de estrés laboral me detonó la depresión hace año y medio. Mi actual novio me llevó al psiquiatra. Él cuidó de mí en la peor semana que he tenido en años. Me metió a bañar y me alimentó. Me llevó todos los días a terapia. Me compró mi medicina y se aseguró de que me la tomara. Sin su apoyo incondicional, hubiera terminado en el hospital.

Hay días buenos y malos

Tenemos problemas, como todas las parejas. Inseguridades. Nos gritamos. No siempre, pero sí sucede. A veces él comete algún error. A veces yo. A veces los dos perdemos el estilo. Nunca hemos sido abusivos, pero a veces sí se nos olvida que a lo mejor el problema que tenemos enfrente no es tan fuerte y que estamos sobredimensionándolo. Y dos días después, me doy cuenta de que dejé que mi depresión y mi ansiedad tomaran el control. Exacerbé un problema y perdí piso.

No me gusta usar la palabra “exagerar” porque me detona muchas veces que la gente machista me ha dicho que soy una “dramática, exagerada, intensa” para callarme, pero tengo que aceptar que la depresión y la ansiedad me han hecho exagerar muchas cosas dentro de mi relación.

El valor de la empatía

El que mi novio sepa sobre neurodiversidad ha sido clave. Sabe lo que es tener una enfermedad mental y estar en tratamiento. Es empático y creo que esto ha ayudado mucho a que a pesar de las adversidades no nos hayamos roto. Nunca hay que subestimar el valor de la empatía, de sentirnos reconocidas por la otra persona. Cuando peleamos siempre hemos encontrado una disculpa sincera. Un “la cagué, perdóname por lastimarte” llega mucho más lejos que no aceptar lo que se hace. Hablar sobre mi depresión con él, sobre cómo me siento, sobre mis miedos y mis inseguridades, nos ha hecho tender puentes fuertes.

No es su responsabilidad «hacerme feliz»

Algo que nos ha costado trabajo es no responsabilizarnos de la otra persona. Si yo estoy triste, si yo me siento particularmente mal unos días, no es su responsabilidad «hacerme feliz», y recordarle esto es importante. A veces hay que vivir los días malos, permitir que pasen, sin hacerlo más grande, sin quererle aventar curas al dolor. A veces hay que sentirlo. Es difícil ver a una persona que amas sufrir pero el dolor es parte del proceso para sanar. Lo que sí nos ha servido es que tome distancia y se dé cuenta que no es por él.

Frenar justo a tiempo

Una de las cosas en las que creo que tenemos que trabajar es darnos cuenta de que estamos a punto de pelear por culpa de la depresión y la ansiedad. Frenar la pelea, porque no hay condiciones donde vaya a salir algo bueno, es positivo. Detenernos a pensar en cómo nos sentimos y si vale la pena la pelea o si sólo es la ansiedad tomando control, nos puede beneficiar muchísimo.

Lo hemos logrado un par de veces, pero nos hace falta aprender a identificar cuando una pelea va hacia ese camino. Todavía nos falta madurar en ese sentido.

Aprender a reírse de los problemas

Mi novio tiene una virtud que le hace mucho bien a mi personalidad: tiene una mente privilegiada que se orilla hacia el humor. Siempre encuentra un chiste, en cualquier problema. A veces lo que más necesito es dejar de tomarme las cosas tan en serio y reír. Lo recomiendo muchísimo, reírse de los problemas los pone en perspectiva.

Creo que no hay una regla de cómo tener una relación de pareja con una persona neurodiversa, pero sí hay algunas cosas claves que pueden ayudar. Conocer la enfermedad que se tiene, saber identificar áreas de problema, disculparse genuinamente, hablar abiertamente de las cosas difíciles, tomárselo con humor y sobre todo, ser personas empáticas, ha sido como yo he encontrado que se puede tener una relación amorosa y comprensiva, a pesar de la depresión y la ansiedad.

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