Visibilizar a las mujeres. Con esa intención nació en 2014, en Cuernavaca, Morelos, La Femme Gang, un colectivo de cinco jóvenes artistas que, al menos una vez por semana, se reúnen para llevar el universo femenino al espacio público a través del wheat paste, un movimiento que surgió en la subcultura del hip hop y punk, más ligada al anarquismo y al comunismo.
Wheat Paste como resistencia
El método que a mediados del siglo XX fue utilizado para pegar propaganda en las calles, ahora es una forma de expresión artística para estas chicas que buscan darle vida a los muros sobre los que colocan sus cautivadoras piezas: divinidades con aura iluminante, diablitas de cabellos rosados, duquesas exigiendo el voto femenino, mujeres galantes, vírgenes, sirenas, hadas cabalgando sapos, prostitutas desnudas, alienígenas y hechiceras.
Diseños que muestran la fuerza de la figura femenina, “queremos que a través de nuestro trabajo la gente vea el cuerpo de la mujer como algo natural, y no como los estereotipos nos lo han hecho creer”, explica Dennise.
Un mensaje de fortaleza
Intervenir muros no se trata sólo de añadir belleza, sino de lanzar un mensaje: la fortaleza femenina. Y qué mejor ejemplo que ellas mismas a través de sus encuentros nocturnos.
Las chicas de La Femme Gang caminan entre la oscuridad con una garrafa de engrudo, una brocha y el diseño en turno. Dicen que la fraternidad que han desarrollado las vuelve poderosas, “no nos sentimos ni inseguras, ni presionadas porque somos cinco”, afirma Priscilla.
Más que feministas o reivindicativos, lo que quieren es que la presencia femenina ocupe espacios que suelen ser negados. El muro de una casa, una escuela o un museo es un lienzo para este grupo de chicas que se denomina como «familia», porque además, de compartir la pasión por el arte, son amigas. Antes de elegir la temática de la semana o definir qué calle intervendrán, platican de las novedades, inquietudes o preocupaciones de cada una.
Mujeres sin miedo
Sus salidas representan un ritual heroico si consideramos que, en los primeros 200 días de 2018, en Morelos, van 39 feminicidios, una cifra que, de acuerdo al Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, podría superar los 46 casos que se registraron durante el año pasado. Pero a través del arte, La Femme Gang intenta animar a las mujeres a romper los límites, “desde que se crea la pintura, los dibujos, las reuniones, las salidas a la calle, el riesgo que implica. Todo ese proceso es una acción que termina con la intervención del muro de alguna calle”, enfatiza Priscilla.
Retomando el espacio público
Al hacer memoria, durante estos cuatro años, sólo sintieron temor en una ocasión, cuando fueron llevadas a los separos por 36 horas por cometer faltas administrativas. Aunque está tipificado como delito, poco a poco el arte urbano de La Femme Gang conquista a los ciudadanos de a pie que transitan entre las calles con más afluencia de Cuernavaca, «si los políticos utilizan las paredes para pegar su propaganda, no veo nada de malo en lo que hacemos nosotras», insiste Priscilla.
Apropiarse del espacio urbano es también una forma de expresión para mostrar el cuerpo femenino de una manera honesta, cuerpos alejados de los estereotipos de belleza. Si la gente quiere ver desnudos, que éstos sean lo más cercano a la realidad. De ahí, la importancia de regresar a los lugares que intervinieron para observar las reacciones de los ciudadanos de a pie, quienes miran o se toman una selfie con algunos de los diseños como fondo.
Mariana, por ejemplo, ilustró una mujer oculta en una cúpula de cristal, mientras que del rostro le salen hojas y pequeñas ramas, con el lema “Pequeño ecosistema”; Ana, una deidad llamada «Santa» de caderas pronunciadas y senos en forma de gotas de agua; Dennise un hada cabalgando un sapo que camina entre escombros; Priscilla una mujer que se derrite al mismo tiempo que su helado rosado o Blackwytch con su diabla de cabellos negros rodeada de cráneos.
La revolución de La Femme Gang consiste en pintar la fuerza femenina. Centrarse en lo positivo. No representarlas como víctimas o débiles, sino decirle al resto de las mujeres: tienes una voz y el mundo debe escucharla.