¿Hablas con machismo? Estas son algunas expresiones que puedes eliminar de tu vocabulario

hablas con machismo
Foto: iStock/ Dima Sidelnikov

A medida que crezco y me alejo de los prejuicios que me acompañaron durante muchos años, así como de los estereotipos de rol que ocasionaron, por ejemplo, que en la primaria sólo para mujeres a la que asistí no nos dejaran jugar futbol –porque deporte de hombres– me doy cuenta de que el mundo que me rodea, aunque cada vez más progresivo, sigue siendo bastante machista, y para evidenciarlo ni siquiera tengo que hablar de la desigualdad de salarios que existe entre sexos o del acoso constante al que se enfrentan las mujeres en la calle, sino simplemente remitirme a mi propio vocabulario.

Entendiendo el contexto

Durante muchos años utilicé expresiones que, sin darme cuenta, resultaban sumamente sexistas. Una de las más comunes era la frase hacer las cosas “a lo macho” o “como hombre” asumiendo que el sexo masculino es sinónimo de valentía, fuerza y coraje, mientras que su contraparte, hacer las cosas “como niña”, significa que alguien es débil, frágil o incapaz de realizar algo. Dove evidenció esto en 2014 con una campaña en la que le pidió a niñas y adolescentes que corrieran, pelearan y arrojaran una pelota “como niñas”.

Las reacciones de ambos grupos fueron sumamente distintas, pues mientras que las niñas hacían las cosas poniendo todo su empeño, las adolescentes recurrían a gestos burlones para representarse.

Otro concepto que eliminé de mi léxico, aunque nunca fue una expresión que utilizara a menudo, es decir que algo increíble «es una verga». Lo siento, pero jamás he escuchado que alguien encuentre algo tan fascinante como para considerarlo una vagina, así que no veo por qué tendría que ser diferente con el genital masculino. Lo mismo pasa con decir «me la pelas», una expresión que hace alusión, literalmente, al acto de remover el prepucio de un pene sin circuncidar, y denota superioridad, nuevamente, alrededor del genital masculino. En todo caso, permitámonos utilizar ambos sexos, masculino y femenino, para expresar nuestra admiración por algo. Ya quisiera escuchar a alguien diciendo “¡Wow! La nueva película de Chris Hemsworth es una vulva”.

Madres, putas y mal cogidas…

Bajo ese mismo tren de pensamiento recae la frase «Me vale madre» (porque aparentemente una madre no vale nada) o “Chinga a tu madre” tan popular en el repertorio de insultos mexicanos. Y es que cuando se trata de ofender a alguien, la figura femenina siempre parece tomar un rol protagónico.

Seamos honestos, nadie te dice “Chinga a tu padre”. Aclaro que no pienso que haya que chingar a uno u otro. En todo caso preferiría que se la mentemos a los políticos corruptos o a gente que realmente lo merece. Imagina decir “Te vas y chingas a tu ladrón presidente” o “Chinga a tu corrupto jefe”. Cuando menos tendría más sentido.

Con la palabra puta pasa lo mismo. Una puta es una mujer que tiene sexo a cambio de dinero, pero decirle a un hombre puto no significa lo mismo, sino que se utiliza para referirse de manera despectiva sobre un homosexual o a alguien que, para continuar con el machismo, tiene “pocos huevos”.

Otra cosa que he dejado de hacer es llamar “mal cogida” a alguien que está de mal humor, porque a estas alturas asumir que una mujer necesita tener relaciones sexuales para estar plena parece bastante cavernícola. Vamos, que el sexo es una maravilla, pero definitivamente no es algo que tenga control absoluto sobre nuestro estado de ánimo o personalidad. Además, amigues, existe la masturbación.

Un cambio gradual

Para algunos, todo esto puede parecer un poco exagerado, pero la perpetuación de estas expresiones en nuestro lenguaje cotidiano refuerza la idea de que el hombre es superior a la mujer. Así que creo que es importante analizar cómo hablamos y replantear nuestro lenguaje, nuestras expresiones y la manera en la que nos referimos no sólo a nuestro propio sexo, sino al opuesto también.

Por supuesto éste es un proceso que lleva tiempo y aún hoy me sorprendo diciendo frases que no van de acuerdo con mis creencias e ideales, pero a medida que me vuelvo consciente del problema puedo cambiarlo y convertirme en parte de la solución.

*Nota actualizada el 13 julio 2018*

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