La celulitis como la conocemos es un invento (y así fue como llegó a traumarnos de por vida)

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Si una chica dijera que tiene celulitis porque le picó un insecto, pensarías que está bromeando, pero bien podría estar diciendo la verdad y su celulitis nada tendría que ver con la llamada piel de naranja o con comer grasa o con no ir al gimnasio.

Y, entonces, «¿qué hay de ese «defecto» que tenemos muchas mujeres en los muslos?», preguntarás. Esa es simplemente una invención de la mercadotecnia que nos ha llevado a odiar nuestro cuerpo.

¿¡Kháaa?! Lo explicamos mejor.

Resulta que la celulitis sí existe y está clínicamente diagnosticada, pero no a las mujeres que tienen piernas gruesas o glúteos flácidos, sino a toda persona que sufre de una infección bacteriana en el tejido subcutáneo. Es decir, la verdadera celulitis es un enrojecimiento de la piel a causa de lesiones (heridas, cortes, quemaduras, picaduras de insecto) y se trata con antibióticos y antiinflamatorios (puedes mirar una foto aquí bajo tu propio riesgo). La otra «celulitis» es una impostora.

La verdad sobre la llamada «celulitis»

Hasta hace 50 años, esos hoyuelos que vemos en las piernas, muslos, brazos y glúteos no solían ser llamados «celulitis» y no eran vistos como algo negativo o el enemigo que había que eliminar con miles de cremas, ejercicios, dietas y hasta sesiones con especialistas. ¡No!

Lo que se conoce también como «piel de naranja» es lo que en medicina llaman lipodistrofia ginecoide o dermopaniculosis (términos nada marketeables). Esta surge por una capa de grasa que se mantiene en su lugar por un tejido fibroso que forma una especie de red. A veces, esas células grasas se agrupan y empujan a través de los agujeros de esta red y crea esos bultos visibles que vemos con tanto enfado.

Esta condición le afecta más a las mujeres que a los hombres por simple factor hormonal (la progesterona y el estrógeno), que favorecen la acumulación de adiposidades de grasa y la retención de líquidos. La genética, la raza y hasta el estrés son también otros factores para tener más o menos de estos hoyuelos en la piel.

De hecho, es taaan común que un estudio hecho en 2014 explica que la piel de naranja la tienen de un 85 a un 98% de las mujeres. O sea, es como tener vellos en las piernas.

Los culpables de odiar a la «celulitis»

El término «celulitis» (que ya existía anteriormente) fue usado en otro contexto en la década de los 20 del siglo pasado. Unos servicios de spa y belleza en Francia querían promocionar sus tratamientos, entonces lo hicieron por medio de diferentes publicaciones. La revista Vogue entre ellas, que escribió en abril de 1968 un artículo titulado «Celulitis: la grasa que no se podía perder antes».

Así, Vogue nos dio a conocer ese término «celulitis»… y las mujeres de pronto se sintieron sucias, feas y enfermas con algo inventado y súper difícil de tratar que les hizo odiar un poco más sus cuerpos. Como el término «celulitis» se hizo tan masivo, muchos salones de belleza comenzaron a usarlo para vender tratamientos; a la par, farmacéuticas y empresas dedicadas al cuidado de la piel a crear productos para combatirla.

La nueva aceptación de celulitis fue tan popular que el verdadero origen (el de causa bacteriana) quedó en el olvido. Pero 50 años después, el sitio Refinery 29 propone corregir ese error y reivindicar el cuerpo de las mujeres. Para ello, realizó una investigación amplia sobre cómo la piel de naranja pasó de ser algo tan común como una piel bronceada a ser un defecto que hizo ganar millones a la industria de productos y tratamientos de belleza.

«Ciertamente (la dermopaniculosis) no se había considerado un problema antes. Basta con mirar virtualmente todas las pinturas del siglo XVII, en las que se destaca la celulitis, incluso como parte de la belleza femenina. Pero después del artículo de Vogue, otros siguieron su ejemplo. Los spas franceses comenzaron a publicitar ‘tratamientos’ para esta ‘afección’, incluidos jabones especiales, masajes y ‘gomas de belleza'», explica Kesley Miller, autora del texto de Refinery 29.

Agrega que la euforia de las mujeres por descubrir si la tenían se hizo cada vez mayor y el cómo desaparecerla fue oro molido. La revista Marie-Claire también escribió sobre la celulitis y la llevó incluso hasta el cuello, una parte poco común para la piel de naranja. ¿A nadie se le ocurrió llevarla a los ojos o a las uñas?

Vuelta a querer nuestro cuerpo con «celulitis»

Y dado que la piel de naranja es algo tan ordinario, que padecen tanto mujeres delgadas como con sobrepeso, es algo que en realidad nos hermana y deberíamos amarla como amamos tener un cuerpo.

Por años, esa industria de belleza ha lucrado con nuestras inseguridades; nos han vendido y adoctrinado por años con que esos hoyuelos en la piel son antiestéticos, cuando «en realidad no hay forma de comercializar honestamente una cura para la ‘celulitis’, porque no hay cura porque no hay nada que curar», asegura Kesley Miller.

Si tienes la llamada celulitis es simplemente porque tienes piel, músculos y grasa, soporte natural de esa máquina perfecta que es el cuerpo.

 

 

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