De lo predecible a lo inesperado: 3 jóvenes hablan sobre cómo se vive la moda en Japón

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Foto. Jenni Medina

Fotografia y entrevistas: Jenni Medina

Edición de texto: Luis Vega 

Caminar por las calles de Tokio es estar en estimulación constante. En una de las ciudades visualmente más seductoras y entretenidas del mundo, la moda se vuelve un elemento vital en esa composición cosmopolita. O al menos esa es la percepción de alguien que llega de fuera y se asombra al ver la vestimenta de muchos japoneses.

Así me sucedió a mí, que al observar tanta creatividad al vestir no pude resistir acercarme a la gente y preguntar sobre su estilo personal. En las calles de Tokio conocí a los japoneses Ryo y Rico, y luego a Mari, una mexicana ya establecida en Japón. Todos con una visión de la moda que llama la atención a simple vista.

Sobre la cultura de la moda en Japón

Al hablar con Ryo, un joven diseñador de modas de 24 años, me compartió su opinión de por qué la moda es solo un fragmento del código social japonés.

Aunque le cuesta trabajo describir su estilo, después de dar un poco vueltas se definió como «sencillo, pero chulo». Y aunque para mí el solo mirarlo me causa asombro, para él, su forma de vestir no es algo tan sorprendente.

Después de algunos días de pasar observando a la gente de Tokio y conversar con algunos, puedo deducir que, del lado occidental del mundo, la moda es un símbolo de fortaleza, pero para los japoneses no es exactamente la misma dinámica. A la mayoría de los habitantes se les considera iguales en todos sentidos, no existen niveles socioeconómicos tan marcados como en Latinoamérica, por lo que el estilo no es sobre adquisición, sino que se trata más de selección.

En Tokio no buscan reflejar esa superioridad que muchos latinos en ocasionase sentimos al llevar puesto cierto outfit o cierta marca. En Japón visten a un diseñador por su trayectoria, calidad o por simple gusto.

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(Ryo viste saco Issey Miyake Antwerp; pantalón, Undercover; camisa, Liffiction)

Ryo: «ir más allá de los estereotipos»

«Nosotros vemos nuestra manera de vestir como algo común o popular. En realidad, nos sentimos iguales a cualquier otro joven en el mundo», explica Ryo. A lo que él se refiere es que la mayoría de los jóvenes en Tokio toman inspiración de trendsetters como Kendrick Lamar, ASAP Rocky o Tyler The Creator, pero a diferencia de muchos países de occidente, ellos van un poco más allá.

A pesar de que lo único que veo en su look es originalidad y una explosión de creatividad, él explica que la moda en Japón no es muy auténtica. “Lo que la gente cree de la moda japonesa actualmente, en realidad no tiene sus orígenes en la cultura japonesa, sino que tiene procedencia de otros lados, como Londres, Nueva York o Seúl. Esta diversidad es una mezcla de las tendencias e inspiraciones que suscitan en el resto del mundo”.

Sin embargo, lo que realmente proviene de Japón es todo lo contrario a esa riqueza de estilos. Y sí, su vestimenta tradicional aún sigue muy viva en lugares como Kyoto, donde las mujeres todavía visten kimono y geta (sandalias japonesas de madera). En ciertas partes de Tokio, este panorama es muy distinto, pues en algunas impera un look internacional y en otras ha nacido un estilo propio de la ciudad capital.

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Harajuku, el barrio donde explota la moda en Tokio

Un ejemplo de esa peculiaridad de la que habla Ryo es la que se vive en calles de Harajuku (uno de los lugares de compras más populares de la ciudad). Ryo describe Harajuku como un espacio que creció y que se desarrolló dentro de la misma cultura japonesa, siendo un punto diferente al resto de los barrios de Japón.

En este barrio, todo es confuso al principio. Hay muchísima gente y, sobre todo, muchísimos jóvenes vestidos de tantos y muy diferentes estilos, colores, proporciones… Es un mar de creatividad donde se cuela uno que otro turista.

Dentro de Harajuku crecieron y murieron muchas marcas internacionales y tiendas como WE GO una de las más comunes en Tokio que están enfocadas en la moda asiática ultra femenina o, como ellos la llaman, kawaii. Al bajar las escaleras y entrar en las tiendas de goth punk, se ve que casi toda la ropa está hecha personalmente por diseñadores locales.

Takeshita Street es sinónimo de juventud y es casi imposible aburrirse. Se puede pasar horas mirando o comprando, o bien, tomar una purikura (fotos instantáneas con filtros) con las amigas, beber un café junto a muchos gatitos o comer una de sus famosas crepas (nota: el olor a crepa es tan fuerte que apenas al salir de la estación del tren se puede percibir y rodea todo Harajuku).

En Harajuku nadie deja el estilo de lado, casi todos visten con un nivel de detalle que hace detenerse y mirar. Por eso, la moda ahí es única, mientras que el resto de Japón se rodea de una producción masiva de ropa, como el fast fashion. Es muy común escuchar entre la gente “En Harajuku puedes vestirte como quieras, nadie te va a juzgar.”

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¿Por qué salir de lo «extraordinario»?

Y si ese barrio es tan sorprendente, salta la duda de por qué muchos japoneses ya están queriendo deslindarse de lo que se ve ahí. Ryo es uno de ellos. Él no define su estilo dentro de la categoría de Harajuku, es un chico enamorado del detalle y la sastrería, su estilo está muy lejos de ser proveniente de algo tan trillado como para ellos es Harajuku. Lo que el mundo cree de la cultura alrededor de Takeshita Street es un estereotipo, ya que los que crecen dentro de este lugar se desenvuelven en una tendencia fashionista casi estática.

 

Rico: «el estilo no se trata de marcas»

Ahora bien, todos deseamos eso que no podemos tener. He ahí el increíble crecimiento del «streetwear» y el boom fashionista en Instagram alrededor del mundo. Pero el estilo no se trata solamente de marcas, o al menos es lo que puedo percibir al hablar con Rico, una joven fotógrafa que ha viajado y vivido alrededor del mundo.

Tokio tiene múltiples distritos dedicados al «thrift shopping”, calles repletas de tiendas de ropa vintage de muchísimos estilos y pequeños mercados ambulantes, en los cuales se puede encontrar una subcultura distinta a la de Harajuku. Hay chicos más apegados a las tendencias de occidente y un poco más enamorados del concepto comodidad (sin quitar el nivel de impacto visual).

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Rico

Rico y yo nos ponemos de acuerdo vía Instagram para conocernos en Koenji, un barrio muy conocido por mostrar una independencia y ostentar un mayor potencial comercial. Es la cuna de los nuevos creativos, con un panorama mucho más relajado al de Shibuya o Harajuku.

Mientras tomamos un café, Rico me cuenta acerca de su estilo al vestir. Ella lo ve como una manera de reflejar su atracción por la libertad de expresión al igual que su fotografía. Es un estilo que podemos observar en su zine “AMATÉ”, donde habla sobre la importancia del amor propio y el encontrarnos a nosotros mismos.

Algo que se puede notar casi enseguida, es que Rico es una chica que irradia curiosidad, felicidad y belleza. Su amor por los años 70 está fuertemente reflejado en su ropa, su espíritu casi latino la hacen ser amante de los accesorios llamativos, los colores vivos y las texturas orgánicas. Al salir de compras por Koenji noto que es una entusiasta por las prendas cómodas que cuenten una historia.

Mientras platicamos, le pregunto qué prenda la representaría más o con cual se sentiría más feliz a la hora de las fotos que haremos. Sin pensarlo mucho, me responde “un peto”. Rico sin duda es un espíritu libre, no le da gran importancia a las etiquetas.

Mari: «vivir en Japón me dio libertad para vestir»

Decidir qué hacer en Japón a veces es abrumador, por lo que una amiga me sugiere ir al Kanamara Matsuri, o bien, al festival del pene. Me dice que vea las historias de Mari Verdugo en Instagram, una mexicana que ya vive en Japón y justo estaba en camino a dicho festival. Al entrar a su perfil, me encuentro una colección de dibujos y fotografías de ensueño y no pude resistir proponerle que nos conozcamos. Y así fue.

Mari es una chica muy dulce, con un anhelo enorme por el arte, la música y muy entusiasmada por la aventura de explorar Japón y su cultura. Con ella conocí lugares muy remotos de la ciudad que ocultaban los mejores tesoros visuales y sensoriales. Hay otro Japón que se encuentra en una calle cualquiera alejada de los tumultos de gente y las luces de neón. Ahí se puede ver la raíz de toda una sociedad construida a base del respeto y el trabajo en equipo. La calma y la seguridad de poder perderse con toda confianza son los ingredientes que hacen que alguien se enamore de este otro lado de Tokio.

«No voy a negar que al vivir ya 10 años fuera de México me hace integrar a veces —como modo nostálgico— rosarios, colores fuertes o camisetas de la virgen de Guadalupe«, me dice Mari. En su experiencia, vivir en Japón por más de un año le ha brindado la confianza para experimentar con su estilo. Esta ciudad le ha dado inspiración constante y retroalimentación sobre las nuevas tendencias, algo que ahora aplica en su forma de vestir.

«En Japón, el hecho de que puedo vestir como me dé la gana, salir a la calle y que nadie me diga absolutamente nada, es algo especial», me dice Mari. La cultura japonesa tiene muy inculcado el respeto, por lo que el acoso en las calles no es algo con lo que la mujer tenga que lidiar en su día a día.

Si algo puedo deducir de toda esta experiencia de conocer calles, gente y su cultura es que en Japón el estilo no es una competencia. En Tokio se aprende sobre la trascendencia de la vida, es mejor encontrarse a uno mismo y luchar por lo que nos hace felices que tratar de ser algo que refleja solo una moda pasajera. Tal vez esa es la raíz de la creatividad y el peculiar estilo de los japoneses.

 

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