Es muy probable que te hayas visto paradx frente a un clóset repleto de ropa, y por más que la ves de un lado a otro y pasas y pasas lo ganchos, tu pensamiento va hacia una sola idea: «es que no tengo nada que ponerme».
Si esto te ha pasado, probablemente seas del 98.74% de las personas que han dicho o pensado esto en su vida (el resto del porcentaje, creemos, usan uniforme a diario). Bueno, aunque esta cifra carece de rigor, lo que sí es verdad es que este hábito de ver un guardarropa que se desborda de prendas, accesorios y zapatos y no tener ni idea de qué elegir se convierte en un problema que va más allá de un outfit para un día especial.
Para explicarnos el por qué de este absurdo tan común, le preguntamos a varias mujeres por qué ha pasado por su mente el «no tengo nada que ponerme». Esto fue lo que nos dijeron (y adjuntamos un consejo para deshacernos de esos pensamientos poco útiles).
Por consumistas
«Creo que somos seres insaciables. Nunca estamos satisfechxs y siempre queremos más. ¿Por qué? Por consumistas. Por capitalistas. Porque vivimos en un mundo que nos exige lucir de cierta forma para formar parte de él. Porque vivimos en un mundo que nos crea falsas necesidades», dice Andy.
Remedio: Intentar dejar el consumismo y optar por ropa de segunda mano o intercambiar con amigas.
Por lo «barato» del fast fashion
«Este sistema económico te facilita renovar guardarropa y otros objetos de consumo personal con mayor facilidad», explica Andrea. Y de ahí que una prenda que antes comprábamos con días o meses de ahorro, ahora podamos adquirirla una vez por semana.
Remedio: Intentar dar un valor mayor a la ropa. No quiere decir solo comprar cosas carísimas, sino darnos el gusto de comprar ropa, zapatos o accesorios menos veces al año. Así se disfrutarán y valorarán más.
Por falta de inspiración
«Obviamente tengo ropa que ponerme, el problema que cuando tengo prisa no sé cómo combinarla de forma cool», asegura Paula.
Remedio: Planear los looks un día antes, viendo Pinterest o Instagram ayuda mucho. Basta revisar bien qué clima habrá al día siguiente para desde una noche antes dejar un atuendo muy bien armado y no dejarnos llevar por el mal humor o las prisas de la mañana.
Por dejarnos enganchar con las ofertas
«Esas ofertas desmedidas, de 90% de descuento o miles de meses sin intereses nos hace desear más cosas, que realmente no queremos y por eso a la hora de decir: ¿qué me pongo hoy? Nada nos satisface. Muchas de nosotras compramos porque está en oferta, más que por necesidad o un gusto real. Tiendas como todas las de Inditex te ponen ahí la tentación y una termina con bultos de ropa en el clóset que no nos hacen feliz», dice Viridiana.
Remedio: Olvidarse de ir a las ofertas solo porque existen. Ir con una lista de necesidades y conseguirlas a mejor precio. ¡Y ya! Eso de las ofertas de 50%de descuento deberíamos verlo como «estoy gastando 350 pesos» no «me estoy ahorrando 350 de 700 pesos».
Por no pensar en looks sino en piezas
«Me pasa mucho que compro una blusa que me fascinó, unos tenis de flores, una chamarra verde y unos jeans aguados, pero nada de eso arma un look completo. Al llegar a casa, resulta que tampoco van mucho con la ropa que ya tengo y parece que no tengo nada que ponerme… aunque haya ido recientemente a la tienda», confiesa Fer.
Remedio: Al comprar, siempre pensar con qué otras ropas va esa nueva pieza. Al pensar el otra ropa que le acompañe, habrá más seguridad de que se use más veces.
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Por darle poco valor a las cosas
«Estamos acostumbradas a usar las cosas una sola vez y después creemos que ya no nos sirven y que la ropa que tenemos ya está ‘vieja’, cuando no», explica Paulina.
Remedio: Dejar de comprar fast fashion y llevar solo cosas que en verdad amemos, valoremos y nos duren mucho tiempo.
Por comprar tendencias efímeras
«He llegado a comprar cosas como unas botas blancas con flores de colores que amé en el momento, pero luego ya no me las quería poner porque eran demasiado llamativas. El gusto por ellas me duró unos seis meses y así como otras modas extravagantes, están empolvadas y arrumbadas por ahí», dice Tamara.
Remedio: Dejar de comprar cosas por impulso de la moda. Pensar dos veces ¿cuántas veces voy a usar eso? y ¿con qué de mi ropa lo voy a combinar? Si la respuesta a estas dos preguntas es «casi nunca», mejor no llevarlo.
Porque no nos probamos la ropa
«Me da infinita pereza hacer fila en los probadores para medirme la ropa. Muchas veces me dejo llevar porque ya sé qué talla soy, y que si no me queda, puedo devolverlo. La realidad es que da más pereza volver a la tienda a devolver y se queda ahí, a veces sin estrenar», dice Alicia.
Remedio: Aunque dé pereza, siempre, pero siempre probarse la ropa, que todo quede en su lugar. Si no se ve linda desde un inicio, ¿para qué llevarla?
Por hacer compras de capricho
«Porque compramos a lo pendejo muchas cosas que no usamos tanto, entonces nos ponemos siempre lo mismo y sentimos que repetimos mucho. El ‘a lo pendejo’ es la playera del concierto que no te vuelves a poner, algo muy chingón pero no combina con nada o ropa medio chafa que se desgasta rápido y entonces después de unas puestas ya te da oso usarla en algunos contextos», explica Pamela.
Remedio: deja en casa siempre la tarjeta de crédito.
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Por acumuladora
«A mí y a personas que conozco les ha pasado: compramos ropa que luego cuando nos la vemos puesta en casa ya no nos gusta y entonces nunca en la vida la usamos, pero tampoco la regalamos, la donamos ni nada, ahí la dejamos guardada», asegura Viri.
Remedio: Creo que lo malo es querer más y más y más cosas que no necesitamos. ¿Cuántas veces compramos cosas que nunca usamos? Guardarnos bien la idea del minimalismo de posesiones ayuda cada vez que quiero comprar algo que ni voy a usar.
Por tener un desorden en el clóset
«Tengo tanta ropa que esta está acomodada como de a tres blusas o vestidos por gancho, de modo que nunca sé qué tengo y he llegado a comprar ropas casi idénticas. Además, hay otras arrugadas que no me da tiempo de planchar en ese momento y por eso las descarto», confiesa Fernanda.
Remedio: Un día saqué toda mi ropa, elegí las prendas que podía regalar, las que podía reparar, las que ya no servían ni para trapo, mis prendas favoritas y otras que descubrí que me gustaban y hace años no veía. En sí, dar un nuevo orden donde todo esté a la vista. Ver un poco lo que hace Marie Kondo podría ayudar.
Porque pensamos que una prenda solo sirve para un propósito
En un taller de styling que tuvimos en Malvestida, vimos que una chamarra de mezclilla puede transformarse en una falda, o que un body puede usarse sobre unos pantalones. El secreto está en encontrar nuevas combinaciones y nuevos usos para una misma prenda que, puesta en un contexto distinto, lucirá renovada.
Remedio: Si estás aburridx con tu armario, asigna nuevas tareas a diferentes elementos de tu guardarropa. Un minivestido de verano puede servir para el invierno y verse fabuloso sobre jeans ajustados o con mallas. Convierte los vestidos en tops poniéndoles faldas o metiéndolos en los pantalones… o en faldas poniéndoles un suéter encima. Las opciones pueden ser infinitas.
Por cambios hormonales
«Es real, me ha pasado que un outfit que ya me he puesto con anterioridad y me encanta cómo se me ve, de pronto un día me lo pongo y me parece la cosa más espantosa», cuenta Ale. «Quizá ese día estoy inflamada, más sensible o no me siento con tanta confianza en mí misma, y eso se refleja en sentir que nada me queda bien».
Remedio: No ser tan dura con una misma y ese día usar lo que nos haga sentir más cómodas o algo muy básico que sepamos que es un «comodín». En mi caso son jeans, tenis y una blusa negra. Otra cosa que me ayuda cuando siento que no me gusta nada en mi closet es jugar con accesorios o el maquillaje.