Hay un momento en nuestra vida en la que todo parece volverse serio. Tienes más libertades, pero también más responsabilidades. Ahora debes tomar decisiones importantes como cuál será tu nuevo tinte de cabello; si vas a comprar alcohol barato o estás listo para algo más decente; qué serie verás en Netflix… Y por quién vas a votar.
Libertades de adultos, responsabilidades de adultos
Desde hace tres años, convertirme en una ciudadana «oficial» al obtener mi credencial de elector nunca pareció tan importante como ahora.
«Los jóvenes son el futuro», «Tienen que tomar las riendas del país», «Depende de ustedes hacer un cambio». Todas estas eran frases que me repetía mi papá, pero a las que nunca presté demasiada importancia. Sin embargo, ahora que YO soy «esos jóvenes» y voy a votar por primera vez todo comienza a cobrar sentido.
Es difícil no darse cuenta de que hay muchas cosas mal en México: feminicidios, pobreza, corrupción, violencia, impunidad… es por eso que para mí, votar por primera vez se siente como una responsabilidad tan grande. Entre toda la impotencia y las cosas que no puedo cambiar, votar es algo que sí puedo y tengo que hacer.
Después de reflexionar sobre lo que realmente implica poder votar, viene un problema aún más grande: ¡¿Por quién?!
La gran decisión
Tengo la fortuna de haber crecido en una familia donde siempre he podido basar mis decisiones en un criterio propio. Mi mamá tiene sus ideas, que no necesariamente son las mismas que las de mi papá, y eso está bien.
Aunque generalmente nuestras opiniones coinciden, no siento la presión o el condicionamiento de mi familia para votar por ningún candidato. Tal vez si así fuera sería fácil elegir, sin embargo, para bien o para mal, la decisión es sólo mía.
Entonces, ¿en qué rayos voy a basarme para saber por quien votar por primera vez? ¡Nadie nunca me enseñó cómo hacer esto! Si añadimos el pesimismo de todas las personas adultas que es realmente contagioso, sólo se pone peor.
«De todas formas ya sabemos quien va a ganar», «¿Para qué lees sus propuestas si ni las van a cumplir?», «El que estén más preparados no les quita lo corruptos». Las mismas personas que me dijeron lo importante que era votar cuando aún no tenía que hacerlo, ahora me dicen que no sirve de nada. Afortunadamente, aquí también aplica lo de decidir basada en mi propio criterio y sé que votar e informarme es importante.
«Las mismas personas que me dijeron lo importante que era votar cuando aún no tenía que hacerlo, ahora me dicen que no sirve de nada»
El voto millenial
Hasta ahora creo que investigar e informarme es la única forma de decidir por quién voy a votar. Quizá los candidatos no cumplan todas sus propuestas, quizá sí está arreglada la elección, quizá todo era verdad. Tal vez es otra de las cosas que no puedo cambiar, pero ¿cómo pretendemos como generación ser el futuro y mejorar el país si nos rendimos desde los 21 años?
Todo lo que dice mi papá y muchos más sobre nuestra generación no es verdad, como que somos completamente apáticos y no creemos en nada. Aunque tendríamos razones para serlo, creo que simplemente somos menos ingenuos y nos negamos a creer ciegamente en partidos políticos, en religiones y en construcciones sociales.
Por eso, a pesar de que aún no tengo idea de por quién voy a votar y del mal panorama, me emociona saber que ya tengo voz y voto en el destino del país. No sólo implica ir a votar un día, implica que ahora puedo –y debo– exigir justicia, involucrarme y actuar contra la violencia y la injusticia que están matando al país que amo. Implica que ahora tengo una voz.
Votar por primera vez me ha hecho reflexionar en todo esto y creo que es una lección que recordaré por el resto de mi vida adulta.