¿Es legítimo que logros de Guillermo del Toro y otros mexicanos en los Oscar 2018 se vuelvan algo personal?

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Ayer una buena cantidad de fans de Guillermo del Toro le aplaudimos y gritamos desde nuestra pantalla, como si sí nos escuchara. El señor de los monstruos, el cineasta fantástico se llevó dos premios Oscar, uno como Mejor director y otro como Mejor película por ‘The shape of water’. También vimos a otros paisanos arriba del escenario en esta premiación hollywoodense y pues kemosión.

Es verdad que esos triunfos son totalmente suyos, son logros individuales que poco tienen que ver con el apoyo del gobierno de nuestro país. Sin embargo, ver que mexicanos triunfen en esta industria del cine de Estados Unidos es una abrazo colectivo, un momento de felicidad que sirve mucho de inspiración.

«Yo soy un inmigrante como Alfonso y Alejandro, mis compadres. Como Gael, Salma y como muchos de ustedes. En los últimos 25 años he vivido en un país que es de todos nosotros […] creo que lo más maravilloso que se puede hacer —y nuestra industria lo hace— es borrar las líneas en la arena», dijo el cineasta jaliciense. Al escuchar esto, es inevitable pensar en los 12 millones de mexicanxs que viven fuera del país (97.33%  en EU). Muchxs se fueron en busca de una vida mejor, para hacer carrera como estos cineastas, pero también por miedo, violencia, por falta de oportunidades o por razones menos agradables.

Cuando del Toro levantó su primera estatuilla, vino un dato a la mente: es el cuarto oscar para un director mexicano en los últimos cinco años. Y sí. En esa lista solo el año pasado, Damien Chazelle se interpone en esa lista donde comenzó Alfonso Cuarón con ‘Gravity’ y luego dos veces consecutivas lo hizo Alejandro González Iñárritu con ‘Birdman’ y ‘The revenant’. Esto, al menos para México no es normal. No era normal.

Tan poco normal era que incluso él, incrédulo y gracioso como es, hizo un double chek para cerciorares de que la tarjeta era la correcta.

Fiesta mexicana involuntaria

Cuando pensábamos que tal vez solo veríamos a Guillermo del Toro subir al escenario —y tampoco era seguro— de los Oscar, poco a poco se fueron anunciado que habría más.

La actriz Eiza González fue seleccionada para presentar dos premios. El actor, director y producto Eugenio Derbez fue el encargado de anunciar el acto en vivo donde Natalia Lafourcade cantó la canción de ‘Coco’ y Gael García… bueno, él hizo una introducción a este número musical, pero poco después lo vimos en el equipo de esta cinta que recibió el premio a Mejor película animada.

Y sí, ‘Coco’ tiene de mexicano lo que una película de Disney podría permitir: solo algunas participaciones en la producción y doblaje. Sin embargo, esta cinta que retrata la tradición de Día de Muertos provocó varios “viva México” y también “viva Latinoamérica”.

A esta fiesta se sumó la alegría por ver ganar, por primera vez en la historia, a una película chilena, ‘Una mujer fantástica’, cuya protagonista es la actriz transgénero Daniela Vega.

Por último, Salma Hayek junto con Ashley Judd, Annabella Sciorra (víctimas de Harvey Weinstein) encabezaron uno de los momentos más emotivos de la noche. Sí, hablaron de #MeToo, de la desigualdad de género, pero también de la inequidad racial y emplearon su aparición para pedir a quienes mueven la industria que sea un sector más inclusivo.

A esta temática se sumaron dos acciones muy sutiles. El primero, que Emma Stone presentara a los cuatro hombres nominados y a la única mujer en la categoría a Mejor director. Ver a Jennifer Lawrence con Judy Foster entregar el premio a Mejor actriz fue en remplazo de Casey Affleck, quien declinó la invitación a la premiación. El rechazo de un acusado de abuso sexual a estar en la ceremonia donde estaría el espíritu de #MeToo y Time’s Up no era coincidencia.

¿Felicidad ajena?

“Quiero dedicar este premio a los jóvenes que nos están enseñando cómo se hacen las cosas, en cada país del mundo. Yo era un niño que creció en México con películas y nunca pensé que esto pasaría, pero pasa y quiero decirles a todos que pueden usar el genero fantástico para contar historias, muchas gracias”, dijo del Toro en su segundo y último discurso. Justo frente a Steven Spielberg a quien admira y soñaba ser como él (y este 4 de marzo, incluso, le ganó en una categoría).

Ver que mexicanos triunfen en una industria que es tan popular, que logra emocionar a muchísima gente y que también mueve millones de dólares, es inspirador. Puede que esto no nos haga más ricxs, que nuestros días empiecen exactamente a la misma hora y que el triunfo de alguien más sea absolutamente inútil en nuestra vida diaria.

Sin embargo, sea el campo del arte, la ciencia, el deporte o incluso de la escuela o la oficina, no está de más echarnos ánimo con un chiflido a la Natalia Lafourcade, cantar feo pero con sentimiento como Gael, vestir controversial como Salma, pero tener un propósito legítimo cada día… No está mal llevar en la conciencia a ese pequeño monstruo que nos motive día con día a ser la mejor versión de nosotrxs mismxs.

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