Así viví con las zapatistas el Primer Encuentro Internacional ‘Mujeres que Luchan’

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«¡Temiscira sí existe!», fue lo primero que pensé cuando entré al Caracol Zapatista de Morelia la noche del 7 de marzo. Ese día miles de corazones latiendo a tope pasamos bajo un letrero que decía «Bienvenidas mujeres del mundo» y otro más pequeño que decía «Prohibido entrar hombres».

Meses atrás, el 29 de diciembre de 2017, las zapatistas lanzaron un mensaje a todas las mujeres de México y el mundo. Convocaban al Primer Encuentro Internacional, político, artístico, deportivo y cultural de Mujeres que Luchan. La intención era encontrarnos, hablarnos y escucharnos entre nosotras. Y lo dejaron bien clarito: «Si eres hombre, de balde estás escuchando o leyendo esto porque no estás invitado». ¡Boom!

De esa pequeña llama se hizo un incendio: llegamos a ese rinconcito de selva chiapaneca más de 7 mil mujeres de 38 países del mundo. Nadie, ni las mismas anfitrionas como ellas comentaron en sus palabras de clausura, se imaginaron el inmenso poder de su convocatoria. Pero sí, es una muestra de que  aquí estamos las mujeres del mundo dispuestas a responder, a luchar y a encontrarnos para unir fuerzas.

El encuentro

No hubo cuota de entrada, cualquier mujer que viniera a dialogar y a compartir su lucha era bienvenida. Eso sí, entramos bajo las normas de los caracoles zapatistas: no alcohol ni drogas. Se pedía también mediante varios letreros que no se tomaran fotos a las compañeras zapatistas cuando desayunan, beben pozol y cenan.

Durante casi cinco días nos recibieron más de 2,000 mujeres zapatistas que se ocuparon de hacernos sentir en casa. Habían preparado el espacio con mensajes para nosotras en todas partes: en mantas, con dibujos en las paredes, incluso las canastas de basketball tenían mensajes acogedores y de resistencia para las mujeres del mundo.

Nos acomodaron en donde cupiéramos; a donde voltearas había mares y mares de casas de campaña, en los templetes de madera, en los salones, incluso abajo de las tarimas había un tapiz de sleeping bags o cualquier cosa que sirviera para pasar la noche.  ¡Era una cosa impresionante!

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

En varios puntos del caracol se veían pasamontañas preparando tamales, café, empanadas —que fueron las más cotizadas—, caldito de verduras o cualquier otra comida deliciosa «a precio solidario» (10, 15 o 25 pesos cuando mucho). Lo mismo al pendiente de las regaderas, que del equipo de audio, la iluminación o de la atención médica, jugando fútbol, entonando corridos revolucionarios que nos hacían bailar a todas, compartiendo su palabra, sus mensajes en forma de danza o teatro, participando atentas en todos los talleres que se impartieron.

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Foto. Alejandra García

Se destinaron algunos espacios para que todas las mujeres que traían artículos para vender pudieran acomodar y mostrar su mercancía. Se podrán imaginar la cantidad de cosas tan variadas que podías encontrar ahí: ropa, bordados, zines, artículos naturales, pulseras, ungüentos, dibujos, libros, carteles, documentales… ¡de todos los tipos, de todos los temas, de muchísimas partes del mundo! También las zapatistas ofrecían sus propios productos: bordados con mensajes para las mujeres del mundo, café molido, botas, pinturas, etc.

8 de marzo, las compañeras zapatistas nos reciben

Creo que todas las que asistimos recordamos con mucho cariño la manera en la que abrimos los ojos, despuntando el amanecer. A las 6 de la mañana empezaron a sonar las mañanitas revolucionarias con voces de las hermanas zapatistas. Parecía que aún seguíamos soñando;  las primeras valientes salían tiritando de frío de sus casas de campaña para confirmar que sí, sí estaban despertando en un mundo real construido desde la resistencia. Era la manera amorosa en la que las compañeras nos despertaban.

Ese primer día fue para conocer más de cerca las palabras, acciones, historias y luchas de las compañeras zapatistas. En sus palabras de bienvenida nos contaron cómo surgió la iniciativa entre ellas para ese encuentro, nos hicieron reflexionar acerca de cómo no sólo los hombres son los que perpetúan la violencia y opresión hacia las mujeres sino que muchas veces entre nosotras mismas nos jodemos.

Hablaron de su lucha como mujeres indígenas zapatistas y nos invitaron a no competir ni compararnos sino a compartir y construir entre todas. Para mí, ahora todos los comunicados zapatistas llevan esa voz quedita pero aguerrida.

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

Durante toda esa jornada, representantes de todos los caracoles compartieron su palabra, su mensaje en forma de danza, teatro, canto y poesía. Pasaban las horas y empezaba a resonar en todos los rincones de ese espacio de resistencia la energía que prevalecería durante los siguientes días: una lucha gozosa, una hermandad esperanzada, una sororidad amorosa.

En palabras de las maestras zapatistas: «Aquí no importa la edad, si son casadas, solteras, viudas o divorciadas, si son de la ciudad o del campo, si son partidistas, si son lesbianas o asexual o transgénero o como se diga cada quien, si tienen estudios o no, si son feministas o no. Todas son bienvenidas y, como mujeres zapatistas, las vamos a escuchar, las vamos a mirar y les vamos a hablar con respeto».

9 y 10 de marzo, compartiendo saberes y experiencias

Esos dos días fueron dedicados para que todas las que se habían apuntado como talleristas, facilitadoras, expositoras o presentadoras compartieran lo que habían preparado para el encuentro. Habían tantos talleres, tantas exposiciones, tanta diversidad que querías multiplicarte para poder asistir a todo.

Se escuchaban consignas en diversos idiomas y acentos, había espacio para todas y para todo: rituales espirituales, sanación, menstruación, deporte, manualidades, canto, danza, teatro, foto, dibujo, experiencias desde lo rural, lo urbano, lo interracial, la diversidad sexual, lo polifacético, lo feminista, lo transgresor, lo político, lo personal. Lo mismo hablando de maternidad o lactancia que de anarquía o poliamor; estaba presente todo lo que las mujeres podemos ser y somos.

Aunque en muchas ocasiones habían opiniones y posturas no sólo diversas sino diametralmente opuestas, había una disposición muy bella para construir en lugar de imponer, compartir en lugar de competir, escuchar en lugar de discutir. Y después de todo ese intercambio múltiple, por las noches aún quedaba energía para gozar al son de ritmos y sabores múltiples, pero todos con mensajes anticapitalistas, feministas y de empoderamiento. Se llevó nuestro corazón el grupo «Dignidad y Resistencia» compuesto por mujeres zapatistas del Caracol de Oventik que nos hicieron levantar el polvo con sus corridos revolucionarios.

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

Durante casi cinco días vivimos en un cachito de utopía en donde no hubo cabida para el miedo, en donde la rabia se transformaba en danza, en canto, en donde los nombres de las ausentes resonaron como presentes. A donde voltearas había muestras de sororidad, de apoyo, confianza y gozo. Entre todas se intercambiaba un poco de café por mate, una cobija por bloqueador, una sonrisa por un abrazo, una guitarra por un tambor.

Se caminaba y vivía sin miedo al acoso, a la mirada o al roce de pieles ajenas, aquí todas éramos conocidas compañeras de lucha. De todas las edades, realidades y latitudes se compartieron saberes, experiencias, risas, llanto, catarsis y transformaciones. Mudando de piel bajo el sol ardiente de la selva o cobijadas unas junto a otras por el frío intenso durante las noches, como fuere y cuando fuere todas respirábamos libertad y resistencia.

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

Despedida y aterrizaje a la realidad

El cierre del encuentro fue contundente: acordamos seguir leyendo, seguir luchando, seguir compartiendo y, sobre todo,  llevar ese fuego que se encendió en cada una de nosotras a las mujeres violentadas, marginadas y discriminadas de nuestros mundos y realidades. Llevamos el abrazo de cada una de esas mujeres zapatistas, niñas, jóvenes, adultas, ancianas y finadas que nos dicen con todo amor y toda su fiereza: «No te rindas, no te vendas, no claudiques», tal como fueron sus palabras de despedida para nosotras la noche del 10 de marzo.

Todas salimos por la misma reja por la que entramos, por los mismos letreros, el mismo camino. Pero nosotras salíamos más grandes,  más empoderadas, más rebeldes, más sororarias, más fuertes. ¡Incluso en la piel llevábamos la marca profunda de la experiencia de esos días! Definitivamente, no salimos las mismas.

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

Personalmente aún no logro aterrizar después de esa experiencia que me ha incendiado el corazón. Fue difícil poner en palabras lo vivido estos días y aún hay cosas que resuenan, que van acomodándose dentro. ¡Y cómo no, si ha sido uno de los momentos más transformadores de mi vida! Traigo el corazón lleno de gratitud hacia todas las mujeres que asistieron, especialmente las zapatistas, bases y equipos de apoyo y colaboradoras del CNI.

Temiscira, la tierra de la Mujer Maravilla y las Amazonas, era mi mundo ideal cuando era niña; ese mundo hecho por y para mujeres en donde se enseñaba a luchar, a hacer deporte con sororidad y sin competencia, a escuchar a las otras, a aprender a defender lo propio, a vivir por la justicia y la verdad. Nunca me hubiera imaginado que años después me daría cuenta de que sí existe y que está metido en la selva chiapaneca…  Ahora creo que nos toca construir más utopías, más Temisciras, ahí en donde hayan mujeres que luchan, cada una en nuestros mundos, latitudes, realidades, tiempos y formas.

primer encuentro mujeres que luchan
Foto. Alejandra García

¿Habrá un segundo encuentro? Todas esperamos que sí y así lo expresaron las compañeras en las palabras de despedida, pero eso sí, con la consigna de encontrarnos más grandes en nuestro corazón, en nuestro pensamiento y en nuestra lucha. «ENTONCES TAL VEZ NOS VAMOS A VOLVER A VER PARA PRENDERLE FUEGO AL SISTEMA». Y así será, hermanas zapatistas y del mundo, así será.

QUE NUNCA MÁS NINGUNA MUJER, DEL MUNDO QUE SEA, DEL COLOR QUE SEA, DEL TAMAÑO QUE SEA, DE LA EDAD QUE SEA, DE LA LENGUA QUE SEA, DE LA CULTURA QUE SEA, TENGA MIEDO.

¡QUE VIVAN LAS ZAPATISTAS!

¡QUE VIVAN LAS MUJERES QUE LUCHAN!

Abajo y a la izquierda está el corazón. ✨ #ezln #mujeresqueluchan #chiapas #mujereszapatistas

Una publicación compartida por Usagii_ko (@usagii_ko) el Mar 14, 2018 at 7:37 PDT

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