**Texto de Martín Vázquez**
Vivimos en un país donde la violencia de género ya es parte de la rutina diaria. Se lee muy frío, pero violentar a las mujeres por manifestar sus ideas, debatirlas, trabajar, vaya, hasta por ejercer libremente su sexualidad es un tema que nos envuelve y que necesita de muchas más voces rompiendo el silencio. Éstas pueden ser ramificadas por medio de la política, justicia, cultura, pero también por la masificación del arte.
Es precisamente en este último punto desde el que decide denunciar y generar conversación el director mexicano Amat Escalante. Luego de darnos cine absolutamente realista con sus películas anteriores (‘Sangre’, ‘Los bastardos’, ‘Heli’), en 2016 presentó un largometraje inspirado en el amarillismo de una noticia de la prensa mexicana, el gusto y la insensibilidad de nuestra sociedad hacia estas notas, pero sobre todo, en la represión sexual y la supresión de la naturaleza humana, todo bajo una sutil capa de fantasía y ciencia ficción.
Nos referimos a ‘La región salvaje’, ganadora del León de Plata por Mejor dirección. Ésta ha estado envuelta en una polémica constante, tanto por su temática como por su tardía exhibición y la supuesta censura que querían imponerle.
Es una cinta que ofrece una de tantas respuestas a las muertes violentas de nuestro país. Para ser más específicxs, los feminicidios y delitos hacia los homosexuales, algo que denota la insatisfacción sexual de una sociedad «machista», «misógina» y «homófoba», según explica el mismo director. Un retrato de nuestra cultura donde, en su mayoría, sus integrantes se sienten obligadxs a seguir ciertos y falsos roles de género, provocando frustración que desemboca en muchos de nuestros problemas sociales.
Entrar en ‘La región salvaje’
La historia nos introduce a Verónica (Simone Bucio), una joven que tiene un vínculo de carácter sexual con una extraña criatura, nos recuerda a la xilografía ‘El sueño de la esposa del pescador’ de Katsushika Hokusai, cuya función es meramente dar placer. Y en paralelo está Alejandra (Ruth Ramos), esposa y madre de familia que vive con la frustración de un vida sexual impuesta y mediocre, del machismo de su esposo y de la intromisión constante y conservadora de su suegra. A su vez, conocemos a su hermano Fabián (Edén Villavicencio), quien parece ser el personaje más emocional dentro de la película, y que mantiene una relación homosexual con su cuñado (Jesús Meza).
Éstas son las cuatro aristas que tensan diversos prejuicios localizados en Guanajuato, un estado con una histórica moral conservadora y represiva. Con ello, Amat Escalante logra puntos de quiebre violentos y sexuales para cada una de las historias: la imposibilidad amorosa entre dos hombres que explota en violencia física y psicológica; el peligro de una adicción que puede destruirnos, pero sobre todo, la fuerza femenina para la liberación de un entorno dañino por medio del deseo y el placer sexual.
Un punto meramente carnal que por momentos nos podría parecer simplista, pero que conlleva más que solo un acto libidinoso: la felicidad y el placer, la comunicación y el consenso, el amor y el respeto, lo que honestamente somos y lo que verdaderamente nos gusta.
https://www.youtube.com/watch?v=xiD3xnsFD2s
Un filme honesto y crudo
Hablar más sobre la cinta podría quitarle ese análisis personal cuando se sale de la sala. Así que finalmente el máximo misterio y terror de ésta es lo que trasladado a la realidad se oculta públicamente para poder pertenecer a una sociedad que ha impuesto muchos años. Porque no, no está mal coger con mujeres, hombres o ambos. Está mal seguir arraigando estos prejuicios y fomentar la masculinidad tóxica, machismo y homofobia.
‘La región salvaje’ es cine mexicano que urge apoyar. Arte y talento inteligente que necesita en mayor cantidad este país, pero más que nada, es una conversación que sirve como medicina para esta sociedad conservadora y reprimida a la que lamentablemente pertenecemos.